Día 9 «Retórica sobre las Cuerdas» -Parte 1- (La Armonía del Universo)

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La música ilustra el verdadero espíritu de la humanidad, es por eso que nos sentimos tan atraídos por ella, porque nos brinda una armonía distinta a la que nosotros podemos encontrar por nuestra propia cuenta; es relativo el hecho de lo antiquísimo que es pensar en algo tan abstracto como la música, puesto que le damos una noción sentimental y la usamos para representar entidades mas abstractas aun, como la felicidad por ejemplo, a pesar de que vivimos en un universo netamente predestinado, los individuos dentro de el tienen libre albedrio que a pesar de todo es una libertad condicionada; siempre me gustó la música clásica y la ópera, siento que puedo ver el rostro de Dios al observar como estas obras tan bellas y hermosas inundan mi mente de una paz externa a mí mismo, a pesar de eso siempre fui criticado por ello, por apreciar el arte; «La sociedad es un asco». Jack pensaba algo parecido. Él había padecido de primera mano los prejuicios de la sociedad desde que recordaba y entonces comenzó a sentir aversión por su entorno,

Jack se decepcionaba cada vez que recordaba de manera incesante las críticas que recibía de los demás, no hay que ser un genio para darse cuenta del problema emocional que tenía desde edades tempranas, Hipócrates lo hubiera llamado melancólico o flemático debido al pesimismo que lo representaba y este se hacía cada vez más evidente. La mañana del día martes era normal y equitativa a las demás no había ninguna novedad relevante, debía partir hacia su alma mater.

Mientras caminaba con dificultad sobre la cera que lo dirigía hacia su edificio respectivo, Jack se detuvo a observar ese árbol en el cual tuvo una conversación con Andrea el día anterior, se veía tan bello a la vista; con su áspera corteza, sus hojas que se movían al ritmo del viento, manifestaban en el cierta paz de saber lo bella que es la naturaleza, faltaba una hora para el inicio de la clase por lo que tomó asiento en la banca que estaba en ese lugar y decidió completar con música aquel momento de distracción, mientras escuchaba el vigésimo primer concierto para piano de Mozart, no podía dejar de ver ese árbol que le traía paz a su alma desgastada, cerró sus ojos y observó.

El universo se mantenía en movimiento; en él una imagen de la vía láctea, mientras esta giraba al ritmo de la melodía percibió algo; un sonido tan extraño para él, algo que jamás había escuchado, su visión se aclaraba más y más y la imagen se volvía más pequeña en ese recorrido observaba el movimiento de las partículas subatómicas y estas se hacían cada vez más pequeñas hasta llegar a un punto en el que el viaje se detuvo. Observaba como unos aros distorsionados vibraban al ritmo de esa bellísima melodía, parecían las cuerdas de un piano al momento de deleitarnos con ese precioso sonido y era eso lo que precisamente esos aros eran «Cuerdas».

¿Qué son las cuerdas? Pues nada más que el último eslabón de la materia, son la realidad última de las cosas, el principio de todo. Son la esperanza de muchos científicos de darse cuenta que unir las interacciones fundamentales (¿las recuerdan? Capitulo anterior) es posible, son trozos tan pequeños de materia que tres dimensiones físicas y una temporal no son suficientes para poder apreciarlas y ver de esta manera su belleza, apreciar las cuerdas y demostrar su existencia es el sueño de todo científico en la actualidad, a pesar de la tentativa belleza que ostentan no sabemos si en realidad son reales o si solo existen en nuestra imaginación. Siempre nos preguntamos ¿Qué había antes del universo? O ¿Qué sucedió segundos después del Big Bang? Para dichas interrogantes no tenemos todavía una respuesta definitiva, La Generalidad Operante es cambiante al igual que nuestra vida y hay cierto conocimiento al que la raza humana no tiene acceso.

No todavía.

No estamos listos.

En la penumbra de su epifanía, al observar el reloj, Jack se dio cuenta que debía abandonar su estado de purificación para volver a la triste realidad, llegó al salón a temprana hora como siempre lo acostumbraba, tomó asiento, y meditó. Siempre tomaba la posición de observador en la clase: apoyaba sus codos contra el pupitre y entrelazaba sus dedos a la altura de la nariz. Se concentraba más de esa forma.

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