Alex despertó, talló sus ojos y mientras caminaba se miró al espejo: "Eres un asco" se dijo a sí misma. Recogió su cabello en una coleta alta y se relamió los labios.
—Otro apestoso día más.— Murmuró.
—Cariño, tu desayuno está listo, y por favor, no uses ese vocabulario.— Le dijo su madre de 54 años al cruzar por la puerta del dormitorio. Llevaba su pijama de todos los días, vieja y rasgada pero "cómoda" solía decir ella cada que Alex le reclamaba por no usar ropa nueva y menos llamativa.
—Sí, mamá. — Respondió Alex y tomó su teléfono que, momentos atrás había estado sonando con la tonada de su canción favorita "Tear in My Heart". Miró la pantalla: 20 mensajes y 2 audios. Rió al ver que cada uno de ellos pertenecían a su mejor amiga, Eleanor.
"Hey, ¿qué sucede?"
Escribió Alex, tomó su ropa y se vistió. Bajó las escaleras saltando cada dos por dos y entró a la cocina.—Te preparé un delicioso pan con mantequilla — Le sonrió amablemente su madre.
—Gracias mamá, te quiero. — Tomó sus cosas y el pan en sus manos, dándole a éste un mordisco salió por la puerta, su teléfono volvía a vibrar:
"MICHAEL ESTÁ AQUÍ. REPITO, MICHAEL ESTÁ AQUÍ." Decía Eleanor.
"¿Michael?"
"ESTÁ HABLANDO CON MI MADRE, CREO QUE LE PEDIRÁ UN POCO DE AZÚCAR.
OH POR DIOS.
TIENE UNA SONRISA HERMOSA, ALEX, TIENES QUE VENIRRRRRR"Michael era uno de los muchos vecinos que vivían cerca de la casa de Eleanor, la única diferencia era que Eleanor lo adoraba.
"Debo ir a clases, pero prometo ir después de la escuela." Escribió.
"TE ODIO.
PERO TE AMO.
VEN PRONTO."
"Y yo a ti."Guardó su celular y caminó, el frío de las mañanas le encantaba, la ayudaba a pensar y refrescarse, terminó su pan y pasando diez minutos entró en su institución.
— Buenos días, Alex — Le saludo como cada día el Director.
—Buenos días.Entró en su aula y miró a su alrededor, los animales de su salón platicaban y restregaban sus rostros uno a otro, refiriéndose siempre a los que tenían pareja. Eso le recordó a su ex novio Mike; Los besos por las mañanas y el abrazo de despedida, las peleas, las risas y su voz, en su cara se reflejó repulsión. Era así como él desaparecía cuando quería alejarlo de su mente.
—Alex, buenos días, por casualidad...
—Nada de tareas, aléjate.
—Emm... Gracias.— Se marchó aquel chico que a ella no solía agradarle.El día transcurrió al igual que las clases, el receso y los ensayos, todo había terminado, o eso creía Alex, más tarde recordó que aún le quedaba ir con Eleanor, resopló y tomó el primer taxi que encontró. Al llegar, abrió la puerta, la madre de Eleanor estaba ya acostumbrada a la llegada de Alex.
—¡MI AMOR, ESTOY EN CASA!— Gritó Alex y río por un instante, pero no hubo respuesta alguna.
Caminó por los pasillos hasta llegar al cuarto de Eleanor, se recostó en la pequeña cama de su amiga, cerró los ojos y al quedarse casi dormida, un chico apareció, tenía el cabello alborotado, una playera larga y un pantalón que probablemente antes debía haber pertenecido a un hombre de gran tamaño, Alex a pesar de que no lo miraba por la posición en la que estaba, se sintió observada, por su mente vagó la idea de que Eleanor finalmente había llegado.
—¿Quién eres?— Le sonrió.
—Cállate, Ele, quiero dormir.— Gruñó Alex.
—¿Ele? No soy ese tal Ele, ¿Qué buscas aquí?— Sonrió de nuevo aquel chico de hoyuelos marcados.
Alex sabía que esa no era la voz de su mejor amiga y no recordaba cuándo había sido la última vez que ella se sentía avergonzada ante la presencia de alguien.
—Emm....— Se levantó de un brinco de la cama. —¿Está Eleanor?—
—Puede que sí o puede que no, ¿para qué la quieres?— Rió. Su risa era pegajosa y resonaba por cada rincón del cuarto. No parecía una burla pero tampoco demostraba tanta amabilidad.
—Sólo... yo... bueno, vendré después.— Dijo, tomó sus cosas y salió por la puerta rápidamente.
—¡Mi nombre es Ashton, fue un gusto conocerte también!— Rió de nuevo el chico de rizos brillosos.•••••••
Mi primera historia en mucho tiempo, espero que alguien disfrute de ella, muchas gracias por leer si te tomaste tú tiempo.❤️
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Virtual
FanfictionMientras los recuerdos vagaban por su mente, sus dedos chocaban una y otra vez con las teclas del teléfono, en donde escribía una de las cosas que desde hace tiempo había querido decirle.