"Diario"

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Alex dormía de nuevo, su fin de semana parecía no tener final y eso le gustaba. No roncaba ni se inmutaba.
Soñó por tercera vez sin sonreír. La hora: 10:00 am.
La alarma sonó, por un momento ella se sobresaltó pero con un movimiento hábil la apagó y bostezo.
Miró la pantalla y refunfuñó, Eleanor no había respondido sus mensajes aún y nadie la había llamado. Se levantó de la cama y tomó su cabello por las puntas, entró a la ducha y quince largos minutos después salió.
— Asquerosas ojeras. — Pronunció. — ¿Cómo puedes vivir siendo tan...?
Dejó las palabras al viento y bajó por las largas escaleras de su hogar. En su estómago podía escuchar el ruido que representaba el hambre que sentía por dentro, pero en ese momento optó por aguantar un poco más. Recargó su cabeza en el sofá y miró al frente: libros.
Leyó una hora completa, al quedar satisfecha decidió ir a la cocina, se sirvió cereal y sonrío porque ahora no estaba aburrida.
Comenzó a pensar en todo aquello que la inquietaba: tareas, escuela, compañeros, Eleanor, Mike, Ashton.
—¡Ashton! — Gritó, por su cabeza había pasado la idea de que quizá él pudiese ser la persona de aquellos mensajes. —No puede ser nadie más, él y sólo él. — Sonrió.

Tomó su celular y escribió:
"Lamento lo de ayer, ¿cómo te encuentras hoy?" - Alex.
Esperó:

5 Minutos.

10 Minutos.

20 Minutos.

Vibración.

"Bien, estoy algo ocupado, hablamos luego." - I.

Frunció los labios, ¿de qué se trataba aquello?

No entendía por qué de repente él la había dejado colgada. Tomó sus cosas junto con su adorada y añeja bicicleta.
— Yo te encontraré primero. — Dijo al recordar la última cosa que él le había dicho, subió a la bicicleta y pedaleó.

Al llegar, Alex tocó la puerta. No hubo respuesta y a pesar de que sabía cómo entrar no quería hacerlo.
No sabía cómo podría enfrentarlo.
Contó mentalmente después de tocar: "Uno, dos, tres, cuatro..."
— ¿Quién llama? — Era él, abrió la puerta, sus manos rodeaban la perilla. La miró. — ¿Qué haces aquí? Eleanor no está y yo no tengo tiempo para que me fastidies con tus niñerías. — Esta vez no le sonreía.
— ¿Ashton? — Se sorprendió, definitivamente Alex lo esperaba pero no de esta forma. — ¿Qué pasa? Por los mensajes eres amable y aquí sólo llegó y...
— Espera... ¿Qué?, ¿de qué mensajes hablas? — La interrumpió. — Ya te dije que no tengo tiempo para estas cosas, ve a molestar a alguien más. No sé qué te sucede y la verdad es que no me interesa saberlo, estoy muy ocupado, así que si no te molesta... — Empujó levemente la puerta.
— Por dios, sólo di que eres tú el de los mensajes, no hay nadie que desconozca tanto como a ti. — Le mostró el teléfono.
— Todo el mundo es desconocido, por favor, no digas cosas sin saber su fundamento. Piensa.
— ¡Eres tú!, ¡Admítelo!
— Admito que eres una loca y que no sé de qué demonios me estás hablando. Admito que me estás colmando la paciencia, que no quiero verte. Admito que estaba durmiendo y tú llegaste a arruinarlo. — Dijo alzando cada vez más su tono de voz.
— ¡Eres un maldito bipolar! — Gritó. — ¿Sabes qué? Vete al demonio. No vuelvas buscarme y la próxima vez que lo hagas ten por seguro que no responderé, idiota. — Lo observó y jaló la puerta para dejarla ir en dirección hacía ella de un portazo.

Gruñó y caminó lentamente fuera de aquel lugar. Estaba furiosa y no deseaba desquitarse con nadie, una lágrima rodó por su rostro, en cierto modo se sentía desilusionada, algo dentro de ella quería que fuese él y no alguien más. Tomó la ruta larga para llegar a casa y al hacerlo, tomó de igual forma, ese cuadro café al que muchos llamarían "Diario", se sentó en el frío suelo y escribió:

"¿Y qué si en verdad él no era lo que pensé? Rayos, fui una estúpida. Debí pensarlo, debí hacerlo, él no puede ser tan amable, y ¿qué demonios le sucede?
Todos los días siendo tan bueno, trayendo mis cosas aquí, siguiéndome, sonriéndome.
Mierda.
Odio su sonrisa.
Amo su sonrisa.
Por dios, Alex.
¿Qué me está pasando?
Está loco, tiene un mal sentido de emociones, no, no, sólo es una cosa y nadie puede negarlo: un idiota.
Sí, un idiota como todos los demás y debes aprender a metértelo en la cabeza.

Te encontraré I, prometo que lo haré."

Suspiró, no dejó que las lágrimas salieran esta vez, su madre le había regalado aquello al cumplir dieciséis y ella por primera vez lo estaba utilizando. Por un momento se sintió desahogada, quería contárselo a Eleanor pero no podía hacerlo, al menos no en ese momento.

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Espero que les haya gustado. ❤️

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