CAPITULO 2

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Anteriormente

—Gracias Jov... Alexander. — Rio por lo bajo

—Alex... solo Alex, es más sencillo. — Afirme

—Alex... gracias, ahora debo ir a limpiar los vidrios porque...

—¡No!, no es necesario, le diré a la chica nueva que lo haga, tú no te mortifiques, ahora estás herida y no quiero que te molestes Amelia.

— Si tú madre se entera de que sigues siendo mi...

—¿Amigos?, no se dará cuenta. — Contestaba seguro de sus palabras. — y si se llega a enterar, no lo negare.

 — y si se llega a enterar, no lo negare

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— Ella odia que me hable, que me vea... mucho más que me defienda, Joven... Alex.

— ¿Qué tan difícil es decirme Alex, solo ALEX? — Me encogí de hombros, su tono de voz se había vuelto duro. — No te estoy regañando Amelia, solo que antes... no me decías así.

—Antes éramos unos niños y su madre, Joven, me ordeno que siempre le hablara con respeto, es decir, de usted.

—Pues... jamás me ha gustado "ordenarte" nada, quizá pedirte favores si... pero ahora con pena y todo lo demás te ordeno que me digas Alex. — Termino curvando la comisura de sus labios y yo trate de sonreír, no tan hermoso como lo hacia él, pero intentaba hacerlo. — Vamos Amelia, siempre te dije que seríamos amigos.

Jamás podría olvidar sus palabras, desde chica siempre jugamos, claro... cuando su madre no nos observaba pues si nos veía separaba a Alex y le exigía que no me hablara, pero siempre fue imposible, en las noches se dormía en el cuarto de mamá y yo o viceversa, siempre estábamos juntos, me ayudaba con mis tareas o me pedía lo ayudara a estudiar, prefería estar conmigo que con sus amigos en sus cumpleaños. Era un gran chico, sencillo, caballeroso, guapo... siempre ha sido el dueño de mis pensamientos, el dueño de mi corazón y de mis más locos e incoherentes sueños. Jamás había presentado alguna chica en su casa, pero últimamente salía mucho de casa, y recibía llamadas de una señorita de nombre "Rose".

—Amelia, ¿Estas bien?

— S-sí, ¿Porque Alex?

—Te quedaste perdida unos segundos

— Lo siento, ¿necesitaba algo?

—¿Otra vez hablando de usted?

— Lo siento, es la costumbre, hace tiempo que no hablábamos y...

—Lo lamento, creo que tienes razón, hace tiempo que no nos sentamos a platicar, desde que llegue de Londres, no he hecho más que estar fuera de casa. — Sonreí, Alex se había ido a estudiar fuera del país, su carrera duro 4 largos años, años en los que creía moriría al no verlo y no tener a nadie que me defendiese de su madre. — Pero ya tendremos tiempo antes de que me vaya

—¿T-te iras de nuevo? — Cuestione nerviosa

—Si, en un mes... pero vendré más seguido, tengo que terminar la maestría... esta vez me iré un poco más cerca del país

—Yo creí que te quedarías aquí para siempre. — Apenas tenía una semana en casa y se iría en menos de un mes... otra vez tendría que conformarme con las fotografías o cuadros de él pintados en la pared

—No llores Amelia. — ¿Estaba llorando?, ya ni siquiera sentía cuando las lágrimas salían, rápidamente me limpie con mi mano y él seco la humedad de mis mejillas con las yemas de sus dedos. — ¿Donde esta nana?

—Fue a comprar cosas para hacer la comida, dijo que querías tener una cena especial. — Formo una sonrisa chueca.

—Sí, es que... —Suspiro. — Hoy viene a cenar mí... novia. — termino la frase en un murmullo

—Ah... mamá se esmerará para tu cena, ahora discúlpeme, tengo que terminar de limpiar la cocina. — Me levanté rápidamente de la silla y me puse a acomodar los platos que estaban en el lava-vajillas

—Si necesitas algo yo... estaré en mi habitación. — Asentí y salió de la cocina, me dejé caer sobre mis piernas y empecé a llorar.

¡Creo que has visto demasiadas películas de amor Amelia!, me repetí un par de veces, Alex... mejor dicho el joven Alexander jamás se enamoraría de la hija de una criada

— ¡Amelia! — Grito mamá entrando por la puerta trasera que daba a la cocina. — ¡Ayúdame con las cosas hija! —Quité las lágrimas de mis ojos y salí para ayudarle con las bolsas. — ¡Uff! — Exclamo cansada. —Compre todo lo necesario para la cena de esta noche y... ¿Qué te paso Amelia, porque estas llorando? — Me encogí de hombros, y me arrojé a sus brazos. — ¿Qué pasa, hija?

—Alexander, mamá, eso pasa

— ¿Qué pasa con él?, ¿Te hizo algo o...?

—No mamá... no... —Soltó las bolsas que traía en sus manos y me estrujo contra su cuerpo. — yo soy la idiota, todo lo que me has dicho estos días es verdad mama, lo amo... estoy como una idiota enamorada... sabiendo que jamás me hará caso, jamás me va a ver como algo más que... lo que soy.

—Oh mi hija... siempre lo supe, siempre lo note— Me separe de ella un poco y la vi confusa. — Tu alegría cuando llamaba a casa y hablabas apenas unos segundos con él, la tristeza que te invadía cada mañana cuando él no estaba o la emoción que sentiste cuando te avisaba de su regreso a casa...era imposible no darse cuenta Amelia.

— Es horrible sentir esto mamá, es horrible amar a una persona que sabes jamás te vera con los mismos ojos. — Sentí como a mama se le cortaba la voz y me sonreía con tristeza en sus labios.

—Lo se hija... se lo que se siente, estas pasando por la misma historia que yo hace años, debí haberme ido de esta casa cuando naciste, así jamás hubieras conocido al joven Alexander y, por lo tanto, no te hubieras enamorado de él

— ¡No! — Mencione exaltada al escuchar esas palabras de la boca de mi madre. —Aunque el dolor es fuerte en mi pecho... estoy feliz de poder experimentar el amor que siento hacia esa persona madre, te lo agradezco. — La puerta de la cocina se abrió y entro Alex con una sonrisa en los labios.

— ¿Dónde está mi nana preferida? — Menciono dejando ver su perfecta dentadura, quite las lagrimas de mis ojos y me aleje de mi madre hasta el lavaplatos.

—Hay joven Alex, como si tuviera otra. —Alex puso los ojos en blanco y tomo a mama por los hombros.

—Ya te eh dicho más de mil veces que no me digas joven Alex... ¿Porque madre e hija se proponen ponerme de mal humor? — Trato de fingir enfado, pero se veía demasiado lindo y gracioso intentar parecer una persona que evidentemente no era, beso la frente de mama y se fue hasta estar al lado mío. — ¿Aun te duele la herida, Amelia? — pregunto con un tanto de preocupación en su voz. La herida no era nada comparado con lo que sentía dentro de mi cuerpo— Déjame ver eso. — Quito mis manos de los platos y comenzó a examinarme. — No quiero que te lastimes más, así que... ven acá. —Me tomo de la mano que no me había lastimado y me llevo hasta la habitación que compartía con mi madre. Puso sus manos sobre mis hombros y me fue empujando hasta que me senté en la cama donde dormía, se sentó a mi lado y me sonrió dulcemente.

— Joven Alexander... Alex, debo ayudar a mama con su cena especial.

—No será especial si no te recuperas.

— Estoy bien.

— ¿Desde cuándo las chicas que tienen los ojos hinchados están bien? —Baje la mirada instantáneamente y el levanto mi mentón para que viera sus ojos.—¿Que nos pasó Amelia? ¿Dónde quedo la confianza que antes nos teníamos el unoal otro? —Me encogí de hombros. — quiero recuperarla, y quiero ser nuevamentetu amigo, si me lo permites por supuesto. —Sonreí.    

Un Amor Imposible©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora