CAPÍTULO 4

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Anteriormente

— ¿Ves lo que lograste? Que la hija del alcalde se fuera de esta casa con una mala impresión por culpa tuya. — Bajé la mirada y sentí como de a poco me ahogaba. — Debería correrte. — Susurro, levante rápido la mirada y la observe con ojos suplicantes, si me corría no tendría para mis estudios, para mi futuro, no toda la vida quería ser... sirvienta.

—Pe-pero... señora fue un...

—Limpia todo el mugrerío que lograste hacer... y si Alexander termina con Rose.... no terminara aquí tu pesadilla, Amelia. — Asentí.

La señora se fue y empecé a llorar, quite el mantel y lo puse en el suelo, después quite los platos y los lleve a la cocina, mamá se había sentido mareada, por eso no supo del problema, seguro dormía

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La señora se fue y empecé a llorar, quite el mantel y lo puse en el suelo, después quite los platos y los lleve a la cocina, mamá se había sentido mareada, por eso no supo del problema, seguro dormía. Además, podía sola con eso... limpie la fina madera con un pedazo de tela especial y levantaba la comida que había caído al suelo. ¿Que haría si me corrían?, además de que no estudiaría, dejaría de ver a Alex, al dueño de mis sueños y mi héroe... salí de mis pensamientos cuando escuche un portazo que me hizo dar un pequeño respingo. Unos pasos pesados se escuchaban fuertemente y seguí limpiando para que no se enojara conmigo.

—Termine con ella. — Se puso frente a mí y yo deje caer la tela al suelo.

—No, joven Alexander, lo siento... quizá si pudiera hablar con ella y pedirle una disculpa o... o, no sé, lavarle la ropa, regrese con usted, es culpa mía, por favor perdo...

—Oye Amelia, tranquila. —Me tomo de los hombros. —No estoy enojado contigo, ni mucho menos triste... estoy muy, muy enfadado con ella.

— ¿Ella no lo termino a usted joven Alexander? —Negó.

—Yo lo hice.

—Pe-pero... Porque, si...

—Rose—Bufo— no es el tipo de chica que yo busco, para mamá es la chica perfecta, la que busca para mí, pero eso no me es suficiente, es calculadora, egocéntrica, de esas chicas que se creen más de lo que son, todos los seres humanos somos personas y...lo que hizo fue el fin de lo nuestro. — Termino las ultimas frases con enojo en sus silabas, seguí deleitándome con sus hermosos ojos, los cuales demostraban la hermosa y pura persona que era. Levanto su mano hasta encontrarse con mi mejilla y la acaricio como si estuviera hecha de la más fina porcelana. — Hablarte de esa forma fue la gota más pesada que derramo el vaso, hubiera aguantado cualquier cosa, pero eso... no, que te tratara como si no fueras nada, con prepotencia, eso jamás se lo perdonare

—Joven...

—Sentí impotencia, dolor, coraje, odio... hacia ella quien te estaba hablando de una forma tan... — apretó los ojos y suspiro. — Solamente no quiero que te hagan daño Amelia, de verdad que si es necesario pelear para defenderte de la mismísima reina de Inglaterra lo haría sin dudarlo. — Sonreí.

Un Amor Imposible©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora