CAPITULO 20

171 8 0
                                    

Anteriormente

Llegamos a su habitación, cerró la puerta con llave y puso sus manos en mi cintura.

—Discúlpame. — Comenzó. — Sé que para ti esto es una pesadilla pero para mí... el más grande sueño, algo que si no es de esta forma jamás lo poder cumplir.

—Dime que sabes de Alex. — Lo observe suplicante.

—Te lo diré todo... pero primero déjame demostrarte cuanto te amo. — Sus ojos se cerraron y se fue acercando hasta mí para poder capturar mis labios en un beso. Apreté los parpados, quizá si pensaba que era Alex podría ser más sencillo aguantar esto que venía.

 Apreté los parpados, quizá si pensaba que era Alex podría ser más sencillo aguantar esto que venía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sus besos eran pausados, sus labios suaves... era como si no quisiera que acabara jamás aquel momento. Sin despegar sus labios de los míos fue llevándome hasta que caí sobre el acolchonado. Mis ojos estaban cerrados por completo, no quería ver nada de lo que pasaría en los próximos minutos. De nuevo empezó a devorar mi boca, esta vez con más deseo, como si quisiera dejarme sin ella, sus manos empezaron a acariciar mi cuerpo. "Tranquila Amelia, ya pasara" me repetí una y otra vez. Sentía como mi blusa y mi pantalón dejaba parte de mi piel descubierta. Sentía frio, nada era cálido, nada era como cuando Alex estaba junto a mí.

Sentí como su piel desnuda pegaba con la mía y abrí los ojos para observarlo.

—No puedo. — Le dije con nostalgia. —No quiero...

—Amelia. — Su torso estaba completamente desnudo, no había ninguna prenda más que su bóxer tapando su escultural cuerpo. — No me hagas esto

—No me hagas esto TÚ, Nicholas. No es correcto, no debe de ser.

—Me dijiste que harías lo que fuera. — Suspire. — Por favor, Amelia.-- No dije más seguí como una estatua postrada sobre la cama, solo deseando que aquel momento terminara.

Pero esto no fue lo peor de todo. Si... me odio por tener que describirlo. Me odio por lo que sentí.

Nicholas siguió arrebatando la ropa de mi cuerpo, aquella que según para el sobraba en mi anatomía pero... jamás pensé que sentiría en algún momento sus manos tibias. Exacto, lo que piensan es correcto. Sus caricias me empezaron a ser placenteras, sus besos exquisitos, era como si necesitara más de sus labios. No quería ni siquiera pensarlo pero eso sentía.

Quito con desesperación mi sostén y fijo sus ojos en aquella parte de mi anatomía superior. Sentía pena y ansiedad de querer atraerlo hasta mis labios, pero no tenía por qué sentir eso, no debía de pensarlo ni siquiera. Sonrió y empezó a besar mi cuello formando una línea imaginaria hasta llegar al punto más sensible de mi cuerpo, el nacimiento de mis pechos. Sentí un inmenso placer, algo que hacía mucho tiempo no sentía, jale de su cabello mientras él se entretenía en aquella zona. Su vista volvió a la mía y sonrió, esta vez no solamente era el quien tenía la respiración agitada, sino... yo.

De nuevo volvió hasta mis labios, y esta vez le correspondí, mis ojos se cerraron y al abrirlos vi el rostro de Alex. Era el, era el amor de mi vida, sonreí y atraje sus labios de nuevo hasta mi boca.

Se veía tan hermoso. Su cabello alborotado y su tierna sonrisa transmitiéndome toda esa confianza que solamente el podría brindarme. Como no si era más que el amor de mi vida.

Se acomodó entre mis piernas y de nuevo me beso, arañaba su espalda tal y como a él le gustaba, masajeaba su torso que se encontraba cubierto con una ligera capa de sudor que no me molestaba nada en compartir con mi cuerpo. Gemía despacio pero ese no era el sonido que siempre emanaba Alex, esta vez era diferente. Abrí los ojos y me encontré con el rostro de Nick tratando de seguir cargando la mayoría de su peso con sus fornidos brazos. Por un momento creí que todo aquello que había vivido había sido real pero no... Alex no estaba, en su lugar estaba Nick disfrutando de mi cuerpo, que en realidad le pertenecía a su hermano.

Aunque quisiera evitarlo, sentí placer cuando ya casi todo había acabado. Dejo caer su rostro en mi pecho y me beso con delicadeza el cuello hasta llegar a mis labios.

—Amelia, esto que acaba de pasar...

—Fue la paga por saber lo que me tienes que decir de Alex. — Dije con un dejo de resentimiento. — ¿Me lo dirás ahora? — Asintió y se acostó a mi lado.

—Primero quiero que sepas que te quiero, que te amo, que lo que hice no fue solamente por quererte dañar, lo deseaba desde hace mucho tiempo, y quería sentirte...

—Que forma de hacerlo. — Unas lágrimas de culpa ya habían invadido mi pensamiento, no tanto por haber aceptado estar con el sino que lo disfrute me sentía como una cualquiera una de esas chicas que no tienen respeto por sí mismas y por su pareja.

—Por favor, no llores. — Intento acariciarme pero me voltee. Suspiro. —Alex ha hablado un par de veces a casa, pero me ha pedido que no te diga nada. — Lo mire suplicante de más. —Él ya tiene una chica allá, dice que no sabe si volverá pero no quiere saber más de ti... que pensó ya lo sabias.

—Es mentira. — Susurre.

—No te dañaría con algo así, Amelia... de hecho menciono algo de unas cartas. —Mis cartas, pensé.-- Dijo que solamente hacían que tuviera problemas con su chica.

—Mientes. — Esperaba escuchar sobre algún tipo de mentira para que no sospechara nada más, alguna causa por la cual no contestaba mis cartas, quizá algo para justificar su falta de tiempo, pero seguramente Nick me decía eso para dañarme, para que me olvidara de él. — Quieres que te crea, que te diga que tienes razón pero no será así. — Afirme saliendo de la cama. Puse la ropa en mi cuerpo mientras el trataba de explicarme las cosas, que francamente no escuche nada.

— ¿Porque lo haría? — Puse los ojos en blanco. — ¿No te he demostrado que soy tu amigo?

— Ah sí claro, que amigo. — Mencione sarcástica.

—Amelia... ¿de que otra forma hubiese sabido lo de esas cartas? — Ya me disponía a salir pero me detuve, era cierto. Siempre cuidaba que nadie me viese cuando arrojaba las cartas en el buzón rojo, nunca dejaba muestras a la vista, y jamás había recibido ninguna de Alexander tal y como él me había dicho. Sentí sus brazos cubrir mi cuerpo y empecé a llorar. — Lo siento Amelia, lo siento tanto...

—No es... ver-verdad. — Seguía disculpándolo con fuerza. —Él no me haría esto, no él, Nick

— Yo te dije que Joseph no era como creías. —- Suspiro. — Me duele tener que hacértelo saber yo.

Salí de su habitación y corrí escaleras abajo. Había dos cosas que podía hacer: Uno, creer en el amor que Alex me había jurado antes de irse o dos, creer en lo que Nick me había dicho segundos atrás.

Aunque no me había contestado ninguna carta, intentaría un tiempo más, si seguían así las cosas... jamás volvería a creer en ese estúpido sentimiento, ese que giraba en mi mundo hasta hace unas horas atrás, hasta que Nick me hizo suya.

Tenía hambre así que camine hasta el refrigerador, comí un poco de ensalada y algo de uvas, hacía tiempo que sentía engordaba pero era por tanto comer.

Regrese a mi cama y al acostarme sentí como el estómago se me revolvía. Apenas llegue al baño para vomitar. Ya era una mala costumbre de mi organismo, temía que fuera lo que pensaba, siempre había sido irregular pero ya más de tres meses que la regla no llegaba y... los mareos, y el vómito.

No podía ser. Abrace mi vientre y abrí mis ojos como platos. ¿Podría estar pasando?

֡?2ƝN

Un Amor Imposible©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora