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Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen, son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.

Espero les guste.

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—¡Kiki levántate ya! —Mu bastante molesto tironea las sabanas de la cama, Kiki somnoliento se remueve en el colchón, sin siquiera escuchar las palabras de su maestro—. ¡Kiki! —la paciencia del caballero de Aries estaba agotándose, cada mañana la situación se repetía, y no solo eso las peleas iban en aumento, hasta el punto del recibir una llamada de atención del parte del patriarca acerca de la crianza de su pupilo. Mu jala con fuerza las mantas haciendo que Kiki cayera de sentón sobre el suelo. Solo se oyó la caída seca y un vago quejido.

La ceja comenzó a tiritarle a Mu, Kiki se había recostado sobre el suelo para seguir durmiendo.

—¡Kiki no es hora de dormir! —proclamó el carnero mayor a medida que sacudía fuertemente a su pupilo por el hombro.

—Mmm quiero dormir.

Mu suspiro de frustración, cada mañana era lo mismo, desde que las guerras terminaron y el ambiente de paz había regresado Kiki había caído en la pereza, dado que Mu solía consentirle en demasía y perdonarle muchas de sus travesuras este se sentía protegido y fuera de todo peligro. El caballero de Aries solía encargarse de todas las actividades del niño y lo cuidaba de los demás caballeros, sin embargo aquella actitud sobreprotectora con su discípulo en estos momentos estaba costándoles demasiado caro.

—¡Kiki te levantas enseguida o te doblo el entrenamiento y vas a ayudar al patriarca con todo lo que te solicite! —el tono de advertencia alerto al niño, quien abrió de golpe sus ojos y vio a un muy molesto caballero de Aries. Kiki sin pensárselo demasiado salió corriendo al baño, de esa manera su maestro no cumpliría su amenaza. No es que el entrenamiento fuera una dificultad para él, sino que no quería quedar en manos del patriarca, que si bien es el maestro de su maestro, cuando quedaba a su cargo no era muy condescendiente, lo cansaba hasta el límite y se aseguraba que cumpliera con todas sus tareas, eso sin contar las tediosas horas de estudio a las que lo obligaba. Cuando acababa el día lo único que quería es volver con su maestro.

—Dioses este niño va a terminar matándome

—Tal vez el patriarca tiene razón y lo conscientes demasiado —Mu sintió unos brazos rodeándole la cintura, y unos labios depositando un dulce beso por debajo de su oreja.

—Saga...

—Ummm me encantas cuando te estremeces de esa manera —Saga miraba con disfrute la expresión arrebolada del carnero, quien se removía tenuemente en su lugar.

—Saga aquí no, es la habitación del niño.

—Qué más da, el niño ya sabe que estamos juntos.

—De todas maneras no es el sitio adecuado —pronunció Mu mientras lo veía a los ojos.

Saga jamás había podido competir contra aquella mirada que lo volvía loco, podía verlo de forma suplicante y este siempre accedería a todo lo que el carnero deseara.

—Tu ganas, pero me las cobrare más tarde —Saga deshizo el agarre en la cintura, pero inmediatamente tomo su mano no queriendo liberar a Mu con tanta facilidad.

Mu como respuesta beso su mejilla con ternura.

—Será mejor que prepare el desayuno antes de que ese pequeño bribón termine en el baño. Un buen café para ambos, cereales y frutas para Kiki.

Escape a HonoluluDonde viven las historias. Descúbrelo ahora