Saint Seiya ni sus personajes me pertenecen son de propiedad exclusiva de Masami Kurumada.
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Dohko había estado tan a gusto con Shion que poco y nada había recordado a Mu y los demás caballeros dorados, muchos menos el plan que juntos habían fraguado.
Para Shion la semana había transcurrido más rápido de lo que hubiese deseado, pero era consciente de cada una de sus responsabilidades y de los muchos desastres que los caballeros dorados eran capaces de provocar en su ausencia.
—Me encantaría quedarnos más tiempo —murmuró Shion desganado.
Dohko le sonrió comprensivamente mientras terminaba de hacer su maleta.
—¿Si quisieras podríamos quedarnos un poco más?
—No es buena idea, aunque me encantaría —pronunció el lemuriano con desencanto—. Esos idiotas son capaces de destruir el Santuario si no los vigilamos. De seguro más de alguno se habrá dado una escapada.
—Supongo —dijo Dohko desviando su vista, no sabía si Shaka y Camus habían vuelto, de no ser así se armaría una bien grande.
—¿Por qué no aprovechamos lo que queda del día? —mencionó Shion con voz sugerente.
—Creo que esa es una de las razones por las que no me quiero ir —Dohko le sonrió mientras lo besaba.
Shion no tardó en contestar, por esos momentos los dorados y el Santuario quedarían relegados solo a un efímero pensamiento.
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Milo miraba con algo de fastidio las maletas apostadas en el pórtico de su habitación. Más de una semana y las desgraciadas recién aparecían. El escorpión maldecía internamente a la aerolínea por haber extraviado sus maletas y ahora se las presentaban como si nada, sin explicación o compensación alguna.
—Es curioso que recién ahora hayan enviado nuestras cosas —mencionó Aioria con cierta gracia.
—No lo encuentro gracioso —dijo molesto el escorpión—. ¡Esos idiotas son unos incompetentes!
—Tómatelo de buenas ganas, todavía nos queda mucho tiempo aquí, tenemos a los chicos con nosotros y ahora nos devolvieron nuestras cosas. No seas cascarrabias.
—¡No soy cascarrabias! —Milo bufó ofendido.
—Si claro como no —Aioria miraba burlonamente a Milo quien terminó por lanzarle una almohada del sofá más cercano.
Todo parecía que iba colocándose en su lugar poco a poco y aquel viaje hecho para sanar sus penas había hecho por ambos mucho más, aunque en esos momentos Milo pensara lo contrario.
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Kanon consciente de que su hermano y los demás se meterían en problemas por no regresar aún decidió construir una excusa para los desaparecidos, no lo hacía por agrado hacia Acuario y Virgo, sino más bien por simpatía a su desafortunado gemelo que poco y nada de tiempo había podido pasar con Mu, y también por sus dos tontos amigos. La última foto que Milo y Aioria le habían enviado demostraba lo felices que se hallaban y no deseaba ver nuevamente el semblante de dolor y melancolía en sus rostros, podría ser un maldito manipulador, pero las personas que le importaban eran todo para él.
Haciendo algunas llamadas y recurriendo a una que otra extorsión logró obtener el permiso de Athena en una carta sellada, firmada con su nombre y notariada, todo para que el Patriarca no pudiera colocar ninguna excusa.
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Escape a Honolulu
FanfictionFrialdad e indiferencia es lo que ambos han recibidos de sus parejas, es por eso que Aioria y Milo se marchan del santuario un tiempo sin avisarle a nadie. Pero Milo sin decirle nada a Aioria deja una carta a Shaka y Camus diciéndoles que terminaban...