Aprieto el paso hasta el estudio donde comenzaran la sesión de fotos de la dichosa campaña. No logro recordar nada de la noche anterior salvo que estaba super colocada. El volver a casa no fue un problema, para eso están Pietro y Danielle mis guardaespaldas.
Me detengo un momento en el toilette y tironeo nerviosa de mi falda. Solía quedarme mejor. Unas arrugas detestables aparecen en la tela y por más que las aplasto vuelven a aparecer. La camisa blanca me va más estrecha de lo que creía y mis pechos parecen querer saltar a la menor provocación. Se suponía que este era mi outfit de "profesional responsable": falda lápiz negra y blusa blanca de manga francesa. Cierto rastro rojo persiste en mis ojos sensibles a la luz. Sacudo la cabeza con desaprobación, no quiero dar impresiones equivocadas frente a mis hermanos. Resoplo resignada y me retoco el maquillaje, algo de gloss cereza en los lábios y rímel. Suena el móvil, es Gianni "¿Roma, dove sei? ¡Reus ya está aquí desde hace media hora!". No sé de quién me habla, debe tratarse del sujeto que reemplazará a Cristiano Ronaldo en la campaña. Me encojo de hombros mientras le guiño un ojo al espejo y salgo con paso decidido, tratando de no matarme con los tacones.
Gianni me espera en la puerta del elevador, golpeteando impaciente el suelo. Se pone en marcha mientras lo sigo.
—Niente cazzate, ¿está claro? —masculla él, apretando el paso—Esta campaña es muy importante. Si lo haces bien, el babbo te besará los pies.
Hay muchísimo dinero invertido y trato de no pensar en todo lo que se espera de mí. Aprieto con fuerza mis carpetas llenas de notas contra el pecho. Al entrar a la oficina de reuniones puedo ver que Antonello conversa con un hombre joven, alto, atlético y rubio que asiente a todo con una taza de café con leche en las manos.
— ¡Marco, por fin podremos comenzar! —Antonello suspira un poco más aliviado de lo que debería—Deja que te presente a Roma, mi hermana.
Mis ojos se posan en los del hombre y veo cómo sus iris verdes me observan divertidos. Por un momento me quedo sin habla. Y es que me parece conocerlo de alguna parte.
—Encantado, Roma. ¿Cómo estás? Soy Marco Reus.
Me tiende la mano y se la estrecho extrañada. ¡¿El muy cerdo me está viendo los senos?! No logro llegar a una conclusión. No es la primera vez que un tipo me mira descaradamente o se insinúa sin ningún pudor, pero lo del tal Reus me deja perpleja.
Su pelo es de un rubio muy claro, bastante más largo en el tope. Acaba de rasurarse por lo que puedo notar, su piel está levemente enrojecida. No suelta mi mano y comienzo a perder la paciencia, me molesta, es como si me pasara corriente. La retiro un poco bruscamente. Esboza una sonrisa ligera y toma asiento mientras termina el café.
— ¿Entonces que tienen planeado? Me gustaría que termináramos hoy, ya saben, estoy de vacaciones.
Gianni y Antonello dirigen al equipo en las primeras tomas. El vestuario es común y aburrido, pienso. Mis hermanos son un par de dinosaurios, a este paso no podré dar ni una sugerencia. Además no podemos vestir de italiano a un alemán, ese traje de raya diplomática se le ve pésimo. Reus debe notar mi cara de decepción porque se me acerca con media sonrisa en los labios.
— ¿No te está gustando?
—No, la verdad es que no.
—Dinos que quieres hacer—me desafía delante de todos—Me han dicho que estudias publicidad, debes tener miles de ideas y yo también me he cansado de lo mismo.
—Creo que debemos seguir con el plan original—interviene Gianni, levantando las manos.
—Me interesa conocer las ideas de Roma—insiste Marco—Además sin mí no pueden hacer nada, así que quiero saber que sugiere.
"Vaya freak" pienso, y mis hermanos no saben si alentarme o expulsarme de ahí. Pero recobro rápidamente la compostura, yo no soy sumisa, yo siempre estoy al mando.
— ¡Quítate la camisa! —le ordeno mirándolo a los ojos.
— ¿Disculpa? —me responde entre divertido e incómodo.
—Ya me oíste, quítate la camisa.
Marco se pasa una mano por el pelo, inquieto. Por un momento siento deseos de enredar mis dedos en el, despeinarlo, estirarlo con fuerza, hacerlo gritar. Tal y como lo imaginaba tiene el torso completamente marcado, el abdomen delineado, firme. Como los muñecos Ken con los que solía jugar de niña. Me agradan sus tatuajes, aunque solo tiene el brazo izquierdo enteramente dibujado.
—Diletta—llamo a la maquilladora—Broncéamelo un poco, ¿sí? Solo un tono, no quiero que se vea artificial. Cuando terminas me avisas.
— ¿Roma, que estás haciendo? —pregunta Antonello, nada complacido.
—Estoy salvando esta campaña, es obvio que te quedaste con la idea de Cristiano Ronaldo en mente. Sólo estoy adaptando tu concepto a este muñequito de torta que trajo Gianluca.
Las maquilladoras me llaman y contemplo el resultado, me agrada. Tiene un color más veraniego y casual que ese blanco marmóreo que posee por naturaleza.
—Todavía falta algo—elijo un tono nude para delinear y rellenar sus labios.
— ¿No te gusto? —pregunta, riendo.
—No, eres feo: casi no tienes labios, tus pestañas son inexistentes y eres aburridamente pálido.
— ¡Ouch, eso dolió! —contesta, tocándose el pecho y fingiendo agonía—No me habían dicho feo desde que soy jugador de fútbol... Aunque te agradezco la sinceridad.
Sus ojos encendidos me abrasan, me estudian. Me siento desnuda, expuesta, como una comadreja insignificante arrollada por un carro. Quisiera que dejara de sonreírse, le borraría esa sonrisa de la cara y lo obligaría a limpiarme los zapatos con la lengua.
Me encargo de darle indicaciones al fotógrafo y ordeno un par de tomas en la playa. Todo queda exactamente como lo imagine, las fotos con el torso desnudo trasmitían elegancia pero a la vez fuerza y atrevimiento.
—Jamás me habían hecho ver tan bien—dice acodado sobre la mesa, mientras revisamos las fotos.
—Tengo que admitirlo—respondo—En un principio creí que sería mejor pararlo todo y convencer a Zlatan Ibrahimovic pero tú tienes ese algo, eso que le agrada a la cámara.
— ¿Entonces ya no soy feo? —me encara muy de cerca con sus ojazos verdes.
—Digamos que subiste a tolerable.
Marco reaparece vestido con su ropa y se prepara para irse. Me saluda con la mano en alto y va hacia la puerta pero de repente se detiene y se vuelve sobre sus pasos en mi dirección. Se acerca mucho, y puedo sentir su aliento tibio en mi oreja.
—Cuando quieras te puedes pasar por dónde me hospedo para recuperar tu zapato, Cenicienta—se da media vuelta y sale sin esperar respuesta.
«¡Mierda!»
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Arrivederci Roma // Marco Reus
FanfictionRoma es una chica hermosa y adinerada pero rebelde y desorientada, que cree tener sus ideas muy claras. Pronto descubrirá que cuando se acuestan la razón y el deseo, todo puede ponerse muy difícil.