Una Notte Piena di Paura

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Siento que mi cabeza va a estallar después de aspirar más coca y David Guetta, aún en su punto máximo, no ayuda para nada. Salgo del baño luego de refrescarme, una pasarela de chicas en bikini desfila frente a mis ojos en cuanto abro la puerta, se ríen. Al salir alcanzo a pellizcar el trasero de una de ellas, que se vuelve y me guiña un ojo.

Patrick está convertido en el alma de la fiesta: hay algo en su energía, contagiosa y sensual, que siempre atrae a la multitud. Charlando, coqueteando, bailando con la constante marea de chicos que siempre parecen zumbar a su alrededor. Que pueda mantener a alguno de ellos cerca durante más de una noche... bueno, eso es otra cosa.

Yo también le sigo la corriente: bebiendo tequila a grandes sorbos, sonriendo en el momento justo ante las cámaras, incluso bailando en el borde del grupo, tratando de perderme en el momento. Pero sólo me relajo a medias. No importa qué haga, no puedo dejar de pensar en Valeria y la catarata de insultos y amenazas con las que desapareció.

Al volver la vista hacia la barra del VIP puedo ver a Reus, charlando muy animado con otros dos hombres...además de una rubia, que le acaricia la pierna con mucha confianza. No quiero que me vea pero no alcanzo a darme vuelta lo suficientemente rápido. Agita la mano para saludarme y me hace señas para que me acerque. No pienso ir.

— ¡Hellooo, no es a mí a quien está llamando!—dice Patrick, correspondiéndole el saludo con la mano. Me señala con interrogación y Marco levanta el pulgar afirmativamente.

—No voy a ir—murmuro entre dientes.

— ¿Por qué no? Parece tan simpático y no mires ahora, pero el que está a su izquierda es un caramelo...grrrr

Patrick me da un empujón en dirección al bar y para evitar salir peor parada me encamino hacia Reus, con una expresión que espero que sea de total autodominio. Me zumba la cabeza debido al pasón y no puedo evitar pensar en lo bien que se ve, todo de Armani Exchange. "Este tipo tiene estilo", pienso. Hago un esfuerzo sobrehumano para no decirlo en voz alta y maldigo el pase que me acabo de meter porque me empuja a decir cosas de las que luego me voy a lamentar.

A la rubia que lo acompaña no le agrada nada que me acerque. Es bonita, pero puta sin lugar a dudas y de no haber sido elegida por él no tendría como estar en el VIP de la discoteca más exclusiva de Ibiza. Le hago un gesto casi imperceptible a los de seguridad, que le piden educadamente que se retire. Marco esboza una sonrisa deslumbrante y se frota el mentón en actitud pensativa.

—No sabía que eras la dueña del lugar... y de la gente que está aquí adentro.

—No me molesta que esté en la discoteca, lo que me molesta es esa costumbre que tienen de venir a cazar a cualquier famoso que se lo ponga fácil.

—¡¿Me estás llamando fácil?¡—él y sus amigos prorrumpen en carcajadas interminables—¿Crees que soy fácil?

Me siento en su regazo, en un gesto que lo desconcierta, y percibo como su respiración se agita súbitamente al acercar mis labios susurrantes a su oreja.

—Yo no fui la que apareció en el yate prácticamente con los pantalones en la mano, ¿o sí?

Sus amigos se presentaron como Marcel y Robin, y para desgracia de Patrick ninguno era homosexual. Eché una plática con ellos un rato, no me acuerdo de qué ni qué hice, tampoco me acuerdo de cuánto tiempo transcurrió, el caso es que empecé a sentirme muy mal, las sustancias me habían pegado durísimo y todo me daba vueltas. Me recuerdo la piel y los labios entumecidos. La lengua se me iba, pastosa, y se me enganchaba en cada recoveco de la boca. La palabra "sobredosis" me empezó a rondar por la cabeza. Apreté el brazo de Marco para darle entender mi malestar porque no conseguía articular palabra, mientras quería quitarme los zapatos apelando a la creencia popular de "Hacer tierra" y poner los pies contra el suelo. No creo que haya llegado a hacerlo.

Cuando desperté el sol estaba muy alto y me quemaba los ojos. Seguía con mi vestido de fiesta pero tenía suero conectado al brazo derecho. Supuse que había sido Pietro, que era paramédico. Lo arranqué del brazo y traté de incorporarme, me sentía morir del malestar generalizado y rogaba poder llegar a vomitar.

Hago el intento de salir corriendo pero me quedo helada al ver a Marco. Está de pie en la puerta del cuarto de baño y sólo lleva puestos sus jeans holgados. Él permanece callado mientras yo lo observo pasmada, a la espera de una explicación. No recibo más que una intensa mirada de sus ojos verdes.

—¿Qué es esto, una broma?—logro balbucear.

—Buenos días para ti también—contesta mientras pasa a mi lado en dirección a la cama.

Sigo tratando de evitar la irrefrenable atracción que siento hacia su magnífico cuerpo, pero no me sirve de nada. Tiene el abdomen bajo marcado en una V perfecta. Su respiración sofocada hace que sus músculos se tensen y destensen mostrando que está muy nervioso. Hubiese avanzado hacia él si las nauseas no me hubieran recordado que tenía una cita nada sexy con el retrete. Puedo sentir que Marco sostiene con delicadeza mi cabello mientras siento que voy a lanzar hasta mis pulmones.

—Pietro me advirtió que te vigilara por si vomitabas en el transcurso de la noche, no quería que te ahogaras.

—¿Ahora resulta que Pietro y tu son amigos?—alcanzo a tomar un trago de agua del grifo. Tengo un gusto espantoso en la boca.

—¡Roma, casi te mueres anoche! ¡Quería llevarte a un hospital pero tus custodios no me dejaron!—Marco estaba bastante histérico—¡Ni quiero saber todo lo que te pusiste o lo que bebiste!

—No es tu problema, Reus. Deja de rezongar y vete. Al fin, y al cabo nadie te pidió que te quedes.

Tiene los brazos caídos a ambos lados del cuerpo, pero su actitud es segura y decidida. Me observa con absoluta determinación, como para sacarme en cara lo equivocada que estoy.

—Tú me pediste que me quedara, Roma. Fuiste tú la que me suplicó que no te dejara sola, que tenias miedo de morir.

Terminó de vestirse sin volverse a mirarme, que me quedé parada como una idiota sin saber que decir, en el medio del camarote. Se encaminó a la salida mientras gritaba:

—¡No es necesario que me lo agradezcas!

Arrivederci Roma // Marco ReusWhere stories live. Discover now