Domani è un altro film

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"Y cuando vi su sonrisa, lo supe.

Esa era la sonrisa que quería ver siempre al despertar

durante el resto de mi vida."

Mario Benedetti


Se apoya sobre el codo y me mira, mientras un fino haz de luz se cuela entre las cortinas. Se sonríe de lado y juega con mi pelo entre sus dedos.

—Eres demasiado bonita—susurra, y vuelve a mirarme.

—Ja, guten Morgen para ti también—tengo la voz ronca, me duele muchísimo la garganta...y entre las piernas.

Tiene los ojos cansados. Estiro la mano para pasarle el índice por la frente y hundo los dedos en su pelo.

—guten Morgen—dice con ternura. La verdad es que es muy hermoso.

Marco sonríe levemente, agacha la cabeza y me acaricia los pechos con la nariz. Se sienta en la cama y me ofrece las manos, se las acepto y me estira hasta dejarme sentada encima suyo, de frente a él. Sus manos se pasean de mi cintura a mis muslos suavemente, provocando que me estremezca. Él me sonríe con picardía.

—Pasa el día conmigo.

—Tengo cosas que hacer—digo con cautela. Trato de ser prudente, no debo verlo más. Tal vez sea mejor que regrese a Italia y me olvide de que alguna vez conocí a Marco Reus.

— ¿Qué cosas?—pregunta, como un niño caprichoso.

—Tengo que arreglar algunos asuntos con mi familia.

—¿Qué asuntos? —insiste. ¡Dios mío, que irritante es!

—Debo volver a la mansión a buscar mi auto y algo de ropa. Rompiste todo lo que traía puesto ¿Lo recuerdas?

—Touché—dice, riéndose a carcajadas. No puedo evitar contagiarme de su risa y me llevo las manos a la cabeza tratando de recogerme el cabello. Marco me mira con el ceño fruncido, haciendo que me detenga.

— ¿Qué te sucede?

—No quieres pasar el día conmigo pero me pones los pechos en la cara. No es nada justo, Roma—se inclina hacia adelante y hunde la cara entre mis senos, llenándome de besos. Me hace cosquillas y quiero evitar la risa, le acaricio el pelo. Acaricia mis hombros mientras vuelve a colocarme de espaldas a él, apoyando sus antebrazos sobre mi pecho y mi cabeza cae automáticamente sobre su hombro. Es tan cómodo, y tengo tanto sueño. Quizás debería marcharme ya.

Soy nociva para su corazón, lo sé, pero Marco tiene algo que... Su persistencia debería repelerme, pero no lo hace. No me arrepiento en absoluto de lo que hicimos. Pero tampoco puedo permanecer aquí más de lo debido.

—Marco, necesito darme un baño.

—Necesitamos darnos un baño.

—No te ofendas, pero me gustaría estar un rato a solas.

—Como quieras—me enseña el cuarto de baño, donde están las toallas, todo eternamente pegado a mí; como si quisiera fundirse conmigo, como si de verdad temiera que pudiera olvidar como me hace sentir.

Me hundo en la fragante agua tibia de la tina analizando los arañazos y las marcas de los dedos de Marco sobre mi piel. No tengo manera de explicar eso, tendré que esconderme una semana entera. Cuando salgo del baño me mira con ojos brillantes y alegres, se lo nota orgulloso de sí mismo con su cuerpo desnudo absolutamente glorioso, el pelo revuelto y la barba rubia crecida. Me tiende una de sus camisas y un par de bóxers negros Puma, que resultan increíblemente cómodos. Insiste en abrochar los botones de la camisa dejándome respirar su aroma matinal, una combinación de sudor dulce y menta. Mi cara está ardiendo mientras me observa con detenimiento.

Arrivederci Roma // Marco ReusWhere stories live. Discover now