Había una vez una ovejita muy negra...
Cerré los ojos aun más fuerte cuando la claridad me golpeó de lleno. No debería dejar la puerta abierta, era una invitación para cualquiera que no tuviera nada que hacer allí. Se me revolvió el estomago como un triste recordatorio de todo lo bebido hace escasas tres horas pero tal parece que en esta maldita casa no piensan dejarme dormir.
— ¡Dai, Roma! Su, sbrigati— la nana comienza a juntar la ropa que huele a humo, sudor, vómito y lágrimas, para hacerla desaparecer en la lavadora antes de que mis padres puedan preguntar.
— ¿Qué hora es, Lala?
—Tarde tardísimo, ragazzina. Tu padre te espera en el comedor y no tiene cara de muchos amigos, ya no lo hagas enojar más de lo que está.—suplica Lala, luego de darme un beso en la frente sudada y salir rápidamente.
Vamos Roma, levántate. A mis 20 años no tengo muchas responsabilidades y si mucho dinero y amigos con quienes gastarlo, un par de padres culposos y seis hermanos que se divierten señalando cada uno de mis defectos.
La ducha me reanima, a pesar de que el maquillaje puede hacer muy poco para cubrir una semana de mala vida. Vuelvo a vomitar, ya es casi un hábito, una manera de empezar el día con cero culpa y una falsa de sensación de valentía.
— ¡Parece que la princesa al fin se ha dignado a acompañarnos! —mi hermano suelta la primera pulla del día.
De todos mis hermanos Gianluca es el peor, creo. Tiene 23 años muy mal llevados y una pésima costumbre de sorberse la nariz producto de años de aspirar cocaína. Aunque mis padres deben creer aun el cuento del eterno resfriado.
—Límpiate la nariz, Luca. Ya deja de dar lástima.
— ¿Yo doy lástima? Yo no soy quien se anda manoseando con una zorra delante de todos.
—Debes estar hablando de esa modelo de cuarta con la que sales últimamente, pero no te preocupes: no es mi tipo.
Mi padre nos observa discutir con el rostro congestionado de rabia. Gianfranco Sproviero proviene de una larga estirpe de artesanos napolitanos del calzado y la alta costura, que desde hace décadas viste a lo mejor de la alta sociedad europea y de la farándula. Las costumbres de sus hijos le parecen degeneraciones y solo mantener el buen nombre de la familia evitó que me encerrara en un sanatorio de enfermos mentales para "curarme" de la homosexualidad que ostento como un trofeo de guerra. Debió haberlo hecho luego de que me expulsaran de ese costoso internado suizo donde intenté seducir a una monja que estaba deliciosa, provocando un escándalo en la comunidad de pacíficas religiosas.
— ¡Que se callen de una vez, cazzo! —Golpeó la mesa de roble macizo haciendo retumbar el golpe en toda la estancia— ¡Estoy harto de tener siempre la misma conversación! Saben que les quería hablar de algo importante pero sus idioteces tienen que arruinarnos la mañana.
Aunque no lo admita le temo a mi padre. Después de todo lo que me ha aguantado tengo siempre la misma sensación, que sería capaz de matarme con sus propias manos si osara salirme de control una vez más. La taza de café negro me tiembla ligeramente en las manos mientras guardo silencio.
—Este año ambos van a colaborar con la campaña de lanzamiento de la nueva línea de calzado masculino—dice, con voz que no admite replica—Tu Roma, ayudaras a Gianni y a Antonello en el diseño de la publicidad.
— ¡Aun no estoy lista! Ellos llevan años haciéndolo ¿por qué tengo que estar ahí?
— ¡Porque lo digo yo y no se habla más del asunto! Y te quiero sobria y bien dispuesta, no voy a tolerar ninguno de tus teatros veraniegos al lado de esa...de esa...amiga tuya.
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Arrivederci Roma // Marco Reus
Fiksi PenggemarRoma es una chica hermosa y adinerada pero rebelde y desorientada, que cree tener sus ideas muy claras. Pronto descubrirá que cuando se acuestan la razón y el deseo, todo puede ponerse muy difícil.