Electrizables ojos azules

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Dentro de la camioneta se sentía una pesadez en el oxígeno. Había un silencio pesado, acompañado de los sollozos de Hayley. Ambos íbamos con los ojos vendados y las muñecas atadas. El camino se me hizo eterno, hasta que por fin se escuchó a lo lejos las voces de unos hombres. La camioneta se detuvo y se abrió la puerta trasera, donde veníamos nosotros. Nos bajaron y nos hincaron en el suelo. Nos quitaron las vendas de los ojos y delante de nosotros habían al menos cincuenta hombres armados, otros cuantos recorriendo todo el área con sus enormes pistolas. El lugar era una gran propiedad, era muy linda, con árboles y luces por todos lados, bonitas sillas y una linda y grande casa al fondo, y por un lado una piscina iluminada de color rosado. 

Había un grande hombre delante de nosotros, con unos oscuros ojos y el cabello rapado, botas negras de piel y unos pantalones color vino. Llevaba largas cadenas brillantes y algunos dientes de oro. 

- Bienvenidos chicos - dijo con una voz gruesa.

- ¿Qué hacemos aquí? ¿Qué nos harán? - habló Abdiel con voz asustada.

El fuerte hombre hizo sellas a sus hombres y nos sujetaron a cada quien. Nos llevaron al pórtico y nos presentaron con un joven de ojos azules y cabello rubio, se veía muy atractivo para ser un maldito.

- Vaya, que tenemos aquí. Cuatro jóvenes, ¿sois pareja?- preguntó

Hayley movió la cabeza en señal que no, y el espetó una sonrisa.

- Que alegría, siempre he odiado a los terceros que se meten en una relación. Bueno, soy Rich. - Y esbozó una cálida y sensual sonrisa. - Estoy muy contento de tenerlos aquí, pero parece que ustedes no. Me preguntaba.... si ustedes ¿quieren trabajar conmigo? - dijo guiñándome el ojo.

-¿Por qué querríamos eso? - Dijo Joan - nosotros somos estudiantes, y no te hemos hecho nada malo, por favor te suplico que nos dejes ir. - rogó

- está bien- contestó Rich tallándose la barbilla- Aldín, lleva a estos dos jóvenes al auto y déjalos donde los encontraste, no me sirven. - 

Lo miré a los ojos, ese azul tan electrizable, y esa sonrisa tan engañadora. Un excelente cuerpo, como sacado de una imagen de tumblr.

Nos desató y me miró. 

- ¿Quieres quedarte? - me preguntó de una manera muy formal.

Sólo miré como su sonrisa crecía al nivel que yo no contestaba y le observaba. 

-Muy bien, te mostraré la casa personalmente- dijo tomando de una vaso de vidrio un líquido violeta.

Hayley me miró y Joan intentó tocarme la mano, pero la saqué de inmediato. Los hombres de Rich se llevaron a Joan y a Abdiel a la fuerza.

-Liam... tú no puedes, Liam no- gritó Joan mientras el hombre lo alejaba. 

Yo seguía perdida en ese instante y Hayley agachó la mirada mientras se le zafaba del brazo a Abdiel. 

Pensaba en lo que habían dicho estos dos, en que no hacíamos nada, no estudiábamos y tampoco trabajábamos. Quizá este no era un trabajo digno, pero ya nada más podía salir mal. No tenía la atención de mis padres, no sabía nada de Aslan y me había perdido a mi misma, y Hayley estaba igual de jodida que yo.

-Pasen por aquí señoritas, les mostraré la oficina y acordaremos el trato.

Después pasamos  a una sala, donde había unas sillas rojas y unos cuadros en las paredes. 

Había luces por todos lados y lindos floreros.

Nos sentamos y Rich se sentó en la silla principal detrás de su escritorio.

-La cuestión es esta; nosotros somos una organización narcotraficante, no son tan tontas para no darse cuenta desde un principio, aceptaron este trabajo por decisión. Nosotros nos encargamos de distribuir la droga, tenemos trabajadores que la comercializan en los antros y fiestas en cualquier lugar. No tratamos blancas, ni grises ni negras. Las mujeres son una herramienta esencial para convencer a los hombres, ustedes son muy guapas y sé que lo harán muy bien, es fácil. Se les pagará según hagan su trabajo. Podrán vivir aquí o en otro lugar, quiero tenerlas seguras. Les daremos armas y también mucho dinero. Protección y un seguro de salud. - dijo mientras jugaba con la punta de su pluma. - Ahora, díganme sus nombres.-

- Liam y Hayley- contesté mirándolo.

- Lindos nombres ahora están listas para trabajar, comienzan mañana. Ah, y traten de que sus "amiguitos" no las vuelvan a ver, o que no habrán la boca. Creo que ya saben que les pasa a los soplones o a las traicioneras. - Sonrió y se levantó de su silla.

- Quédese tranquilo- respondí.

Nos abrió camino y nos llevó hasta la habitación, era grande y blanca. Dos camas grandes y una espejo que estaba de extremo a extremo por toda la pared. 

-Buenas noches princesas- me miró y sonrió cerrando la puerta detrás de él.


Charchazo a la memoria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora