Llevábamos la careta de petróleo y la sonrisa cosida con hilos de mentira.

25 3 2
                                    

Sonidos y luces. Azul, rosado y verde. Olor a tabaco, olor a alcohol, olor a chicas rotas que buscan curar sus heridas con un poco de placer que no durará más de una noche. Personas que ríen queriendo llorar, tomando tanto alcohol como sea posible, ya que se han cansado de probar tanto las lágrimas.
Entramos al bar, Hayley y yo. Llevábamos la careta de petróleo y la sonrisa cosida con hilos de mentira.
Nos sentamos en un sillón en la zona VIP, había tantos chicos jóvenes que se creían los dueños del mundo, mal gastando el dinero que sus papis le daban. Pero bueno, estábamos ahí por trabajo.

— ya estamos aquí Liam, ¿ahora que hacemos? — preguntó Hayley

— tenemos veinte bolsitas cada quien, y afuera nos espera el bravucón con la camioneta lista para llevarnos donde Rich, y él nos quiere ahí con su dinero— dije mirando a todos lados — así que vamos a por ellos, y demos les a estos niños de papis su lección — dije levantando me del sillón.
No había tiempo para pensar en que esto estaba mal, no valía la pena ponerse mal por pensar en Aslan, o saber en qué se fue pensando Joan cuando me solté de su mano aquella noche. Hoy haría esto por mí, por Hayley y por nuestra libertad.

Comencé a bailar dentro de la pista, y vi que Hayley hacía lo mismo al otro extremo.
Pronto un joven alto de piel morena se me acercó y comenzó a bailar al lado mío, poco a poco sus manos tocaron mi cintura y bajaban poco a poco a mis caderas. Me tenía de espaldas pegada a su cuerpo. Y cuando sus manos queriendo tocar algo más que los sueños, me voltee y le rocé con mis labios su cuello, sentí como su cuerpo se había erizado, y saqué de mi escoté una bolsita y sé la mostré, el la tomó, y le hice señas con los dedos cuanto sería su costo, el sacó de su cartera unos billetes y los metió de nuevo al escote.
Le besé la mejilla suavemente y me alejé, vi que Hayley  hacía lo mismo, y pronto, terminamos las bolsitas. Bebimos y nos salimos de ese bar. Subimos a la camioneta y el bravucón nos llevo directamente a la casa de Rich.

Charchazo a la memoria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora