Los árboles comienzan a enverdecer y las flores a brotar. Ha llegado la primavera y, con ella, una nueva y mejor época para Myung Soo. Finalmente ha sido transferido a la capital del país para trabajar en el Departamento de Homicidios de la Policía de Seúl.
Su traslado a la ciudad fue un tanto apresurado; hubiera querido despedirse de su madre y su hermano menor con una cena o una reunión familiar, pero es un hombre con poco tiempo libre, y ha esperado con ansias esa fantástica oportunidad durante tres años. Su madre y su hermano lo entienden, y no pasa un día que no le hagan saber lo orgullosos que están de él.
Siendo un adolescente aún, tuvo el sueño de formar parte de ese cuerpo de servidores públicos, después de haber presenciado la trágica muerte de su querido padre, porque, desde ese entonces, deseó llevar algún tipo de justicia a las personas inocentes y desamparadas. Myung Soo conoce el sufrimiento al que se enfrenta una familia cuando a un ser querido se le arrebata la vida de una forma cruel. Y él quiere, por todos los medios, darles un poco de tranquilidad, pues el recordatorio de que su padre ya no está con él, aparece en su mente casi a diario.
Todos los años de terapia y algunos medicamentos, sólo lo equilibraron un poco, pero le sirvieron para terminar su doctorado en criminología y graduarse con honores, aunque, las pesadillas que lo persiguen cada vez que se va a dormir, no desaparecen de su cabeza.
Le es imposible olvidar las pupilas dilatadas y la sonrisa malévola del sujeto que los interceptó, a su padre y a él, un sábado por la noche de camino a casa. Y tampoco puede deshacerse del miedo que de pronto creció en su pecho cuando, aquel irracional hombre, los amenazó con un arma.
Esa violenta noche, sólo pudo escuchar un fuerte y agudo estallido a pocos centímetros de su rostro, antes de observar con horror, cómo la silueta de su padre caía al piso. La creciente mancha de sangre bajo su cuerpo y la pistola apuntándole en la frente, fueron demasiado para él. Segundos después, la oscuridad cubrió sus ojos, así que no fue capaz de saber otra cosa del mundo. Se había desmayado.Lo siguiente que miró al despertar, fueron los tristes y preocupados ojos de su madre clavados en los suyos. Le llevó un par de meses después de la tragedia volver a pronunciar palabra, pero su silencio y la pesadilla de haber perdido a su padre, sólo sirvieron para darle más fuerza y seguir su camino.
Cuando llega al estacionamiento, toma su maletín que descansa en el asiento del copiloto para salir del auto. Faltan pocos minutos para el mediodía y, aunque su trabajo empieza formalmente la mañana siguiente, Kim Myung Soo está un poco ansioso por saber lo que le espera en la oficina, por lo que, ni siquiera se molesta en pasar primero a su nuevo departamento para dejar su maleta —aún la trae en el portaequipaje del vehículo—. Activa la alarma y, con zancadas apresuradas, camina hasta el ascensor, que lo lleva al tercer piso.
—¡Kim! Te esperábamos hasta mañana—profiere su superior cuando le ve salir de la cabina.
—Lo siento, jefe. Quería conocer antes el lugar.
—Típico de ti.Lee Jung Yeop, capitán del departamento, toma la mano de Myung Soo para estrecharla con vigorosidad mientras le muestra una brillante y emocionada sonrisa. El joven detective atina a corresponderle el gesto, y enseguida sigue al hombre al que será su lugar de trabajo.
—Es algo pequeño, pero, mientras te consigo algo más, espero que estés cómodo aquí.
—No hay problema, señor. Esto es perfecto —dice Myung Soo con satisfacción; ya está acostumbrado a trabajar en oficinas demasiado incómodas.
Kim se acerca al escritorio y deja su maletín sobre la madera. Levanta el rostro y comienza a repasar el cubículo con la mirada. De nuevo, posa sus ojos sobre su jefe, y el hombre asiente, sonriéndole.
—Te dejo para que te instales. Mañana podrás conocer a tu compañera.—¿Compañera?
—Sí. Sé que estás acostumbrado a resolver los casos tú solo, pero estoy seguro de que la detective Seo y tú, trabajaran muy bien.
El hombre le palmea el hombro y se da la vuelta. Myung Soo lo mira alejarse y levanta ambas cejas antes de dejar escapar un largo suspiro. Abre su maletín y, lo primero que saca, es una vieja fotografía con un marco dorado. En ella aparece toda su familia: su padre, su madre y su hermano menor, mientras él intenta rodearlos con sus dos brazos.
Deja escapar un sonoro suspiro y la coloca justo en medio del escritorio, antes de levantar la vista para continuar escudriñando el interior del enorme edifico. Todo en esa ciudad es diferente, y Kim sólo puede pensar en el duro trabajo que le aguarda, y en lo mucho que se esforzará en ello.∞
—¡Qué cambio! —expresa Min Ho con asombro.
—¿Te gusta? —inquiere con una sonrisa, moviendo despacio su melena rojiza de un lado a otro.
—Me encanta.Sung Kyu sonríe simpáticamente otra vez ante la sincera respuesta de su mejor amigo, mientras éste apartaba de su frente un mechón de su cabello teñido, antes de pasar el dorso de su mano sobre su mejilla.
A veces, Choi raya en lo "descarado", pero ya se ha acostumbrado a todos sus comentarios y sus peculiares muestras de afecto.
—¿Trajiste el ensayo? —pregunta Min Ho una vez que ambos comienzan a caminar al aula donde se impartirá su primera clase. Sung Kyu rueda los ojos y golpea al chico con suavidad en uno de sus costados con el codo.—¿Crees que me voy a olvidar de algo así? Esto cuenta el cincuenta por ciento de la calificación final —espeta, con un tono reprochable. Su amigo le revuelve el cabello y Kim gruñe por lo bajo.
—¡Como si tú lo necesitaras! ¿Acaso no eres el alumno favorito de Nam?
—¡Profesor Nam! Ten algo de respeto. Y no, no soy su favorito, ¿cuántas veces tengo que repetírtelo?
—¡Hasta que pueda creérmelo! —Choi echa a correr.
—¡Min Ho! —le llama, irritado, y Sung Kyu quiere ir tras él, pero le fastidia demasiado tener que perseguir a su amigo para darle una lección cada vez que se hace el gracioso.
Unos cuantos metros adelante, puede notar a Min Ho detenerse frente al salón, volviéndose hacia él para mostrarle una de sus ya conocidas sonrisas burlonas antes de cruzar la puerta. Kim estrecha los ojos ante aquel gesto y apresura sus pasos, sin embargo, su andar es interrumpido de pronto por la atractiva figura que en preciso momento sale de la sala de maestros, al otro extremo del pasillo.
Tragando saliva, Sung Kyu abre los ojos un poco más, y no puede evitar que una enorme sonrisa se dibuje en su fino rostro, al mismo tiempo que sus mejillas comienzan a adquirir un sutil rubor rosado.
Nam Woo Hyun, su maestro de literatura, comienza a caminar en su dirección y Sung Kyu no pudo hacer otra cosa más que avanzar más rápido para entrar al aula primero, ocupando un asiento vacío tras su mejor amigo.
Aguantando la respiración, Sung Kyu se acomoda en la silla y Min Ho no pierde la oportunidad de hacerle notar su penoso estado.
—También se te ve lindo el color rojo en la cara —bromea Choi, porque Kim es parte del "club" que suspira en silencio por el apuesto profesor.
—¡Cállate! —exclama, soltándole un golpe en el brazo antes de que Min Ho empiece a reír por lo bajo.
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¿No podías amarme? | WooGyu/MyungJong
FanfictionSung Kyu está enamorado de su profesor de literatura; un hombre maduro, casado y quien lo ha arrastrado a un mundo de mentiras y sumisión. ☆CONTENIDO ADULTO ☆Temática BL ⃒ Woo Hyun - Sung Kyu (WooGyu) / Myung Soo - Sung Jong (MyungJong) ☆Universo Al...