8. El escape de Sung Jong

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El detective suspira despacio, recordando fugazmente la situación en la que encontró a Sung Jong una vez que llegó a la vivienda: de rodillas en el piso, y con una lámpara medio rota y teñida con sangre a un costado. Pero sus ojos se abrieron aún más cuando descubrió a otro chico a un par de metros de él, y quien tenía un serio golpe en la cabeza.
Myung Soo no lo pensó dos veces para acercarse a auxiliarlo, salvándole la vida al detener la hemorragia.

—¿Cómo se encuentra? —pregunta Kim a uno de los paramédicos mientras el hombre le suministra oxígeno al muchacho herido dentro de la ambulancia.

—Estable. Lo llevaremos de inmediato al hospital para descartar alguna fractura, pero sus signos vitales son buenos —responde con tranquilidad—. No corre peligro.
    
—Un oficial los acompañará. Necesitamos tomar la declaración del joven en cuanto despierte.

—De acuerdo, detective.
    
Myung Soo ayuda a cerrar las puertas del vehículo antes de que éste tome rumbo hacia el centro médico. El detective se acerca entonces a Sung Jong, quien permanece sentado en la banqueta, ahora más tranquilo, y quien ya ha sido atendido por otro paramédico. Minutos antes, el muchacho estaba muy nervioso y, por un momento, Kim pensó que entraría en una crisis nerviosa.
    
—¿Estás bien? —cuestiona el detective antes de agacharse frente a Sung Jong. Se quita la chaqueta y la pone sobre los hombros del chico.
    
—S-sí. Gracias, detective —dice, e intenta dibujar una sonrisa de agradecimiento en su fino rostro, pero le es imposible hacerlo.
    
—¿Estás listo para declarar? —le pregunta de pronto Kim, tomándolo desprevenido.

—¿Q-qué?
    
Se alarma Sung Jong, y Myung Soo se pone de pie, sujetándolo del antebrazo para levantarlo.
    
—No estás arrestado. Al menos no hasta que la víctima hable y levante cargos en tu contra —le hace saber Myung Soo, y ante aquello, Sung Jong comienza a entrar en pánico.
    
—¡¿Víctima?! ¿Se refiere a Sung Yeol? —exclama, agitado.
    
—Así que se llama Sung Yeol.
    
—¡Él no es la víctima aquí, detective! —apunta Lee, con la furia fluyendo de sus grandes ojos mientras su boca comienza a temblar.
    
Y entonces se deshace del agarre de Myung Soo con algo de brusquedad, dando un par de pasos hacia atrás al tiempo que empuña ambas manos.
    
—Él... —comienza Sung Jong, mordiéndose antes el labio inferior y dejando que un par de lágrimas resbalen por sus mejillas—. ¡Él es un maldito bastardo que intentó violarme!
    
Y los párpados del detective se abren de golpe ante la sorpresiva confesión. Sung Jong aprieta los ojos por un momento y luego se deja caer en la banqueta de nuevo, llevándose las manos a la cara para cubrirla. Myung Soo frunce el ceño y después escucha los leves sollozos del menor.
    
—Sung Yeol... es mi hermano mayor —aclara Lee, levantando un poco el rostro y clavando los ojos en los del detective.

Myung Soo pasa saliva con un poco de dificultad y luego se sienta a su lado. Sung Jong suspira profundo mientras se limpia las lágrimas con el borde de su playera, aunque, segundos después el detective le ofrece un pañuelo.
    
—Gracias —le dice, usando el trozo de tela para sonarse la nariz.
    
—Sung Yeol... es la persona por la que fuiste a la jefatura el otro día, ¿verdad? —asegura Myung Soo, provocando que el jovencito se ponga nervioso—. Tu hermano, es la persona que ha estado lastimándote.
    
Así que el muchacho no tiene más remedio que asentir; porque ha acertado. Todo lo que ha dicho el detective Kim, es verdad.
    
—Sí —suspira—. Sung Yeol, es a quien quería denunciar.

Hace diez años, después de que su esposo muriera, la madre de Sung Jong se casó por segunda vez. Conoció a un hombre bueno y comprensivo, y en pocos meses no pudo evitar enamorarse de él. El hombre también era viudo y tenía un hijo un par de años mayor que Sung Jong. Los niños estaban de acuerdo con la unión, incluso se llevaban muy bien entre sí.
    
La mujer no se equivocó al casarse otra vez, porque, en los ocho años que duró su matrimonio con el padre de Sung Yeol (antes de que ambos murieran en un trágico accidente de auto), tuvieron una vida dichosa y feliz.
    
Pero el futuro de Sung Jong dio un giro inesperado, porque su hermano mayor, el que tanto admiraba y amaba, y el que se suponía debía cuidar de él, no había sido lo suficientemente fuerte para soportar la pérdida y, desde entonces, se ha encargado de desahogar su sufrimiento en apuestas, alcohol y un sinfín de maltratos hacia Sung Jong.

Un par de horas antes...

    
—¡Sung Jong! —grita Sung Yeol desde el sofá donde esta "desparramado", viendo televisión—. ¡Ven acá, estúpido mocoso!

—¿Q-qué quieres? —murmura el menor una vez que se acerca, al mismo tiempo que las manos le tiemblan.
    
Hace meses que su hermano lo golpea, y Sung Jong tiene miedo hasta de mirarlo a los ojos.
    
—Ve a comprar más cerveza —le ordena, frunciendo el ceño con molestia cuando nota que el muchacho no se mueve de su lugar—. ¡No escuchaste!
    
—Sí, pero...
    
—¡¿Pero qué?!
    
—Ya no... —traga saliva, asustado—. Ya no nos queda dinero.
    
—¡¿Qué?! —gruñe el mayor, demasiado irritado—. ¡Acabo de darte el dinero del mes! ¡¿En qué demonios te lo gastaste?!
    
—¡Yo no me lo gasté, lo hiciste tú! Además, me diste menos que la vez pasada —puntualiza el muchacho con el miedo brotándole por cada poro.
    
—¡Eso debe alcanzarte para mantener la casa y comprar comida! ¡Eres un inútil!
    
Sung Yeol se levanta y la dura palma de su mano, de pronto se estampa contra el rostro de Sung Jong, sacándole un quejido de dolor.
    
—¡Nunca has sabido agradecer el esfuerzo que hago para mantenerte! ¡Ya me tienes harto! —le reclama, tomándolo por el cuello de la camisa—. ¡Tú debiste haber muerto en lugar de nuestros padres! —le reprocha con saña.

Y es inevitable que Sung Jong empiece a llorar, pero eso sólo le causa más irritabilidad a Sung Yeol, quien rueda los ojos con fastidio antes de propinarle otro golpe en el rostro, lanzándolo con rudeza sobre el sofá.
    
—¡Cállate! Detesto cuando lloras.
    
Pero Sung Jong no puede dejar de hacerlo, y entonces la furia del mayor explota.
    
—¡¿Acaso eres una niñita para llorar así?! —brama, con su rostro a escasos centímetros del menor—. ¡¿Lo eres?! —Y lo sujeta con fuerza del cabello—. ¡Entonces te trataré como una!
    
Y Sung Yeol sostiene fuertemente del cuello a su hermano menor para intentar sacarle los pantalones.
    
—¡Te trataré como el estorbo que eres!
    
—¡No! ¡Sung Yeol! —gimotea con terror.
    
—¡Cállate!
    
Sung Jong patalea, pero su hermano es más fuerte.
    
—¡Para lo único que me servirás es para esto!
    
—¡¡Déjame!!
    
Sung Yeol está a punto de desgarrarle la ropa, sin embargo, Sung Jong es más rápido, y ni siquiera se da cuenta del momento en que toma la lámpara que descansa atrás de su cabeza, para golpear con ella a su hermano, dejándolo inconsciente sobre la alfombra.

¿No podías amarme? | WooGyu/MyungJongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora