3. El corazón de Sung Kyu

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A pesar de ser un centrado alumno —uno al que siempre le habían importado sus estudios antes que cualquier otra cosa—, Sung Kyu no ha podido evitar que la 'perfección' de Woo Hyun le deje ciego por completo. Y aunque, en realidad, nunca se ha negado a la idea de interesarse en alguien; salir con chicos y después (tal vez) enamorarse, todo eso pasó a segundo plano cuando su profesor de literatura puso los ojos en él.

A sus diecinueve años, Sung Kyu ha encontrado a su primer y gran amor en la universidad: Nam Woo Hyun. Porque el hombre es todo lo que ha soñado; todo lo que ha estado buscando en una pareja, o al menos, eso es lo que su profesor le hace sentir. Sin embargo, la vida no puede dejar de ser injusta y, arbitrariamente, le ha enseñado que nada puede ser perfecto. Aunque, eso no es suficiente para que el muchacho se sienta desanimado, y mucho menos lo hace desistir de la meta que, casi con inconsciencia, ya se ha propuesto: estar con Woo Hyun por el resto de su vida.

Por eso, al contrario de lo que otros hubieran pensado de estar en su lugar, una esposa y dos hijas no son un obstáculo para lo que siente por su profesor, sino una especie de reto. Aquello no es más que un desafío para demostrarse a sí mismo que puede lograr que un hombre que, ya tiene una vida hecha con otra persona, puede enamorarse y perder la cabeza por un jovencito como él. Y aunque no está del todo convencido de que su maestro pueda terminar la historia que tiene con su familia, debido a la larga y agobiante espera del documento que da por finalizada su relación con la madre de las niñas, Sung Kyu no pierde la esperanza de que, algún día, Woo Hyun sea suyo.

Si Sung Kyu se ha dejado arrastrar por su maestro, ha sido sólo por sus incontables promesas; por sus seductoras palabras, su irresistible atractivo y por la 'seguridad' que, sin ser cierta, Woo Hyun le hace sentir. Así que, es por demás justo, que Nam le corresponda de la misma forma.

...

—¿Por qué estás tan feliz? —cuestiona Choi, sonriendo de lado a lado una vez que se encuentra con su mejor amigo en la cafetería.

El pelirrojo lo mira de soslayo mientras los dos toman asiento en una de las mesas del fondo, y suspira, presa del estremecimiento que aún permanece en su cuerpo por haberse quedado a solas con su 'amante' un par de horas antes. El recuerdo de los besos de Woo Hyun le hacen perder la cabeza. Sus palabras son como un tónico para que sus pensamientos viajen muy lejos de su cuerpo.

—No lo estoy. Es sólo tu imaginación, Min Ho —responde, tomando la lata de zumo, que ha comprado en una de las máquinas expendedoras, para darle unos tragos.

—¿Me crees idiota? ¡Vaya, Sung Kyu! Pensé que me conocías bien. Soy tu mejor amigo —reclama, con un tono de voz un tanto sarcástico y dolido. Kim rueda los ojos y el otro muchacho toma el emparedado que yace sobre la mesa antes de darle una gran mordida—. Y ahora ni siquiera me tienes confianza para decirme lo que te pasa —balbucea, con la boca llena.

—¡No seas exagerado! Qué dramático eres.

—¡Entonces dime lo que te pasa! Tiene que ser algo muy bueno para que tengas esa estúpida sonrisa en la cara, ¿por qué no me quieres decir? —insiste su amigo, y Sung Kyu no puede evitar bufar ante la mirada de cachorro apaleado que le lanza el muchacho. Suspira sonoramente antes de decidirse a mencionarle algo, porque, de no hacerlo, es seguro que Choi se la va a pasar acosándole hasta que cualquier cosa salga de su boca.

Aunque, no por ello tiene que decirle por completo la verdad.

—Tengo una cita —menciona Kim, intentando sonar casual.

Pero aquella confesión sorprende a su amigo más de lo que espera, porque Min Ho está a nada de ahogarse con la comida.

—¡¿Qué?! ¿Una cita? ¿Tú? —inquiere con sobresaltada incredulidad.

—¿Qué tiene de raro?

—¿Y todavía lo preguntas? ¿No dijiste hace un par de meses que te centrarías en tus estudios?

—¡Puedo estudiar y tener citas! ¿Por qué te sorprende que haya cambiado de opinión? ¿No fuiste tú el que me sugirió que me 'relajara'? —replica, haciendo comillas en el aire con ambas manos ante la última palabra.

—Bueno... sí, pero...

—Pero nada. Voy a tener una cita, y espero que no se hable más del asunto —sentencia, y Min Ho lo mira con desbordante escepticismo.

Volviendo a suspirar, Kim se apresura a comer su almuerzo mientras Choi no le quita la escéptica mirada de encima.

Sung Kyu observa su reloj otra vez y luego levanta la mirada hacia la entrada del local: un pequeño pero bonito restaurante en el centro de la ciudad, donde ha quedado de verse con Woo Hyun para cenar. Ya ha pasado media hora desde que llegó, y Nam no aparece.

Saca su móvil y abre el mensaje que su profesor le envió antes para verificar la hora. Ingenuamente, ha querido pensar que se equivocó y que tal vez ha llegado demasiado temprano, o que Woo Hyun tuvo dificultades para llegar a tiempo. Y por ello, el pelirrojo sigue en su lugar, mirando a través de las enormes ventanas de cristal a cuanta persona pasa por la calle, deseando con todas sus fuerzas que el hombre pronto se presente.

Un tanto decepcionado, suspira hondo, y de nueva cuenta reprime las ganas de llamarle. Woo Hyun le ha dicho muchas veces que no puede hacerlo; que no puede quedar al descubierto la relación ante su esposa por un impulso como ese. Y Sung Kyu lo entiende porque, si quiere estar con su profesor sin restricciones, tiene que esperar a que se divorcie de la madre de sus hijas. Por lo que, prefiere guardar el teléfono en el bolsillo delantero de su pulcra camisa blanca, pensando de nuevo en todo el tiempo que le tomó escoger el atuendo adecuado para la ocasión.

Rara vez viste tan formal, pero quiere sorprender a Woo Hyun. Quiere demostrarle que puede ser un chico muy maduro; uno que sabe esperar y que confía en sus palabras; uno que aguardará el tiempo que sea necesario para que puedan estar juntos.

No obstante, casi dos horas después de haber llegado al restaurante, Sung Kyu comienza a pensar que no merece ser tratado de esa manera. Woo Hyun no se ha dignado a llegar a la cita, y ni hablar de molestarse en llamarlo para cancelar, o mandarle un simple mensaje para decirle que no podrá ir.

«¿Y así dice quererme? ¿Ésta es la forma de demostrarme que quiere estar conmigo? ¿Qué tanto significa nuestra relación si es capaz de dejarme plantado?», piensa el pelirrojo, arrugando la servilleta de lino entre sus dedos.

Parece que Woo Hyun se ha olvidado que tiene una cita con Sung Kyu, y es la primera vez, después de tantos meses, que le ha pedido que salgan a comer en lugar de sólo pasar por él para ir a un hotel y tener sexo.

Pero Sung Kyu se siente usado y, antes de que sus ojos se humedezcan por la rabia y la humillación, algo en el interior de su pecho se comienza a romper en cientos de pedazos.

¿No podías amarme? | WooGyu/MyungJongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora