10. La investigación de Myung Soo

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—¡¿Qué?! ¡¿Está usted loco, detective?! —brama Dong Woo, totalmente anonadado.
    
—Le recuerdo que tiene derecho a guardar silencio —continua Myung Soo, escoltándolo hacia la salida, y el hombre no puede ocultar su expresión de ironía y frustración.

—¡Esto es un ultraje! ¡Los voy a demandar! —vocifera, antes de ver a su abogado aparecer por el pasillo.

—¡Dong Woo, cálmate! —escucha de pronto el detenido, y una sonrisa de tranquilidad y satisfacción se dibuja en su apuesto rostro.

—Min Seok, ¿qué demonios está sucediendo? —pregunta Jang al ver el semblante de su abogado por demás tranquilo.
 

—Seguramente se trata de una grave equivocación, ¿no es así, detective?
    
—Me temo que no, abogado Kim. En este momento su cliente queda detenido por intimidación, lavado de dinero y asesinato —responde Myung Soo con plena formalidad mientras le mira a los ojos.

Y los detectives salen de la oficina, llevando consigo a Jang Dong Woo, dueño de Woollim, y el principal sospechoso de la muerte de Hoya.

◇◇

    

—Abogado Kim —comienza Myung Soo, sentándose en la silla frente a Dong Woo, en la sala de interrogatorio, a la vez que sus penetrantes ojos se clavaban en los de Min Seok. El abogado permanece a un lado de su cliente, quien no para de enviarle miradas llenas de reproche al detective—, tenemos suficientes pruebas para encerrar al señor Jang por lo menos quince años, y sin necesidad de que confiese el asesinato de Ho Won.
    
—¡Ya le dije que yo no lo hice! —exclama el dueño de Woollim, demasiado estresado para el gusto de su abogado—. ¡¿Qué no lo entiende?!
    
—Dong Woo, cálmate —susurra Min Seok, y aquello enoja más a Jang.
    
—¡No! Este detective insiste con que yo asesiné a Hoya, y no es verdad. ¡Jamás le hubiera hecho daño! —refuta, desesperado, y sus ojos se humedecen antes de entreabrir los labios de nuevo—. Nunca habría lastimado a Hoya... Él... Él era...
    
—Su amante —asegura de pronto Myung Soo, y aquello hace que Dong Woo abra los ojos de golpe.

—¿Q-qué?
 

 
—Lo sabemos todo, señor Jang —prosigue el detective, entrelazando sus manos por encima de la mesa—. Así que será mejor que confiese, y tal vez el juez sea indulgente con usted.
    
Dong Woo comienza a respirar con algo de dificultad, y es entonces que se da cuenta de que las cosas no marchan bien. Todo apunta a que lo condenarán por algo que no ha hecho, aunque no va a negar que el detective tiene razón en imputarle los demás cargos, pero, matar a Hoya...
    
—Dong Woo —susurra el abogado en su oído mientras posa la mano en uno de sus hombros—. Será mejor que confieses. Si te declaras culpable, te reducirán la sentencia y...
    
—¡No! —responde, y de un manotazo aleja la mano del hombre—. ¡No voy a confesar algo que no hice!
    
—Dong Woo, la policía tiene las pruebas, ¡no podemos hacer nada!
    
—¡¿De qué lado estás, Min Seok?! ¡Eres mi abogado y también mi mejor amigo! ¡¿Cómo puedes entregarme de esta manera por un crimen que no cometí!
    
—Tiene razón el señor Jang, abogado Kim —interrumpe el detective cuando observa que Dong Woo se está alterando demasiado—. ¿No debería hacer lo posible por ayudar a su cliente?
    
—Detective, usted mismo acaba de decir que tiene las pruebas para acusarlo. Si son verídicas, lo único que puedo hacer, es aconsejarle que diga la verdad y que se entregue —dice Min Seok, como si estuviera esperando que se lleven a Dong Woo para terminar con una causa perdida.
    
—Claro, el señor Jang tiene que decir la verdad, pero, él no sabe cuál es la verdad, ¿no es así, abogado Kim?
    
Y entonces, algo de incertidumbre se refleja en el rostro del abogado, quien no hace más que seguirle sosteniendo la mirada a Myung Soo.
    
—No sé a qué se refiere, detective.
    
—Recuerde que, entre un abogado y su cliente, no debe haber secretos.

—No los hay entre nosotros. No sé a dónde quiere llegar con esto.
    
—¿De verdad? Entonces, supongo que el señor Jang sabe que usted ha estado usando su cuenta de correo electrónico, para hacerse pasar por él.
    
Dong Woo frunce el ceño, y Myung Soo nota enseguida que no tenía idea de nada. Claro que el detective sabe toda la verdad, pero sigue intentando que el abogado confiese por sí solo.
    
—¿Qué está diciendo? —murmura Dong Woo por lo bajo mientras observa a Myung Soo ponerse de pie y acercarse más al abogado.
    
—Usted fue la última persona que vio con vida a Lee Ho Won, abogado, porque usted lo asesinó —señala el detective, y aquellas absurdas palabras hacen que Dong Woo se congele.

Min Seok parpadea algunas veces y suspira profundo antes de hablar.
    
—Detective Kim, esta aseveración no le servirá para hacer que mi cliente dude de mí, así que ahórrese su falacia para intimidar a alguien más. —El abogado entrecierra los ojos y da un par de pasos más cerca de Myung Soo—. Usted no tiene idea de la confianza que hay entre Dong Woo y yo; lo conozco desde la preparatoria. Usted lo escuchó, soy su mejor amigo.
    
—Y por eso lo mató, ¿no es cierto? Porque Lee Ho Won le estaba robando a su mejor amigo. Lee Ho Won había llegado mucho más lejos de lo que alguna vez usted pensó que llegaría. Lee Ho Won se había ganado lo que usted siempre quiso: el amor de Jang Dong Woo.
    
De pronto, un puñetazo acierta de lleno en el rostro del abogado. Dos guardias se acercan rápido y de inmediato sostienen a Dong Woo, quien no había podido contener su furia.
    
—¡FUISTE TÚ! ¡TÚ MATASTE A HOYA! —grita el dueño de Woollim, y su voz grave y tremendamente dolorosa se puede escuchar casi en todo el piso—. ¡MALDITO BASTARDO!

—D-Dong Woo.
    
—¡CÁLLATE! —continúa forcejeando Jang, dispuesto a írsele encima al abogado.
    
—Señor Kim Min Seok, queda detenido por el asesinato de Lee Ho Won —dice Myung Soo al mismo tiempo que saca otras esposas—. Tiene derecho a...
    
—¡Conozco mis derechos! —replica el abogado, antes de que el detective lo sujete de ambos brazos—. Y, llegados a este punto, no tiene ningún caso que siga guardando silencio, ¿verdad?
    
El dueño de Woollim continúa sollozando y moviéndose con brusquedad entre la sujeción de los guardias, al mismo tiempo que en su rostro se refleja todo el sufrimiento y el desprecio hacia quien se decía su mejor amigo. Min Seok aprieta los labios por un par de segundos y después clava su decidida mirada en la de Dong Woo.
    
—Si al menos me hubieras escuchado cuando te dije lo que sentía, esto nunca hubiera pasado —le reprocha el abogado, y un par de lágrimas resbalan por sus mejillas—. Todo lo hice por ti. ¡Todo este maldito tiempo lo único que quería era que estuvieras conmigo! —Myung Soo sujeta a Min Seok con más fuerza y lo lleva hasta la puerta—. ¡¿Ya olvidaste tu promesa?! ¡¡Él te alejó de mí!! ¡Después de todo lo que hice por ti! ¡Después de todo lo que pasamos juntos! ¡¿Acaso no podías amarme?!
    
Un par de guardias más se hacen cargo del abogado, sacándolo por fin de la sala, y el detective regresa al lado de Dong Woo, quien se ha echado a llorar de nuevo.
    
Myung Soo suspira hondo y saca una carpeta llena de papeles, dejándola sobre la mesa antes de acomodarse en otra silla.

—Aún no terminamos, señor Jang —dice con frialdad, y Dong Woo levanta la vista, asintiendo un par de veces antes de que los guardias le dejen ocupar el lugar frente al detective.
    
Y no pudo evitar recordar el día en que rechazó la confesión de Min Seok, porque se había enamorado de Hoya. Así que la culpa empieza a carcomerle el pecho de nuevo; sintiendo también que es el único responsable de la muerte de su primer y único amor.

¿No podías amarme? | WooGyu/MyungJongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora