CAPÍTULO 10 - La playa (primera parte)

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- ¿Qué es? ¿Qué es? - preguntó Irina dando saltitos como si fuera una niña pequeña en la mañana de navidad.

- Eres una impaciente, espera a Bianca, ¡hombre! Ya le debe faltar poco para llegar - le dije, al tiempo que le daba un manotazo cuando intentó abrir el envoltorio del regalo, que estaba encima de la mesa del comedor.

- ¡Jope! Eres mala, Gabriella Costa. Malévola - dijo, y se cruzó de brazos con un enfado fingido.

Reí por dentro. Irina siempre ponía esos mofletes y morritos para fingir enfado, y me parecía monísima. Era adorable.

Al fin llegó Bianca, e Irina la llamó desde el salón con impaciencia. Al fin abrieron el regalo.

- ¡Ohdiosmio! - dijo Bianca, sin pausar entre palabra y palabra.

- ¡Me encanta! - siguió Irina, levantando el teléfono rojo brillante, de esos antíguos con ruedecilla para los números.

- Me alegro - dije sonriente - estoy harta de perder el inalámbrico. Así va a estar siempre en el mismo sitio. Además es monísimo. Lo vi y se me encendió la bombilla.

- ¡Vamos a probarlo! - dijo Bianca, a la vez que marcaba un número que copiaba de su móvil.

- ¿A quién llamas? - pregunté.

- A Louis, ¿qué te juegas? - contestó Irina antes de que pudiera hacerlo Bianca.

- ¡Hola, Louis! - dijo Bianca, y nos sacó la lengua - ¿qué tal? Sí, estoy usando el teléfono nuevo... - nos hizo señas para que nos marchásemos.

- ¡Ala! Encima nos echa - dije.

- ¿No querías tener el teléfono en un mismo sitio? ¡Pues apechuga! - dijo, tapando el micrófono del teléfono, y siguió hablando con él después.

No había pensado en esa parte al comprarlo. Pues vaya.

Irina y yo fuimos a la cocina a preparar la cena mientras la tórtola hablaba con el tórtolo con esa vocecilla de niña buena enamorada.

El jueves pasó muy, muy, MUY lento, y las tres nos moríamos por que llegara el día siguiente. Nos pasamos toda la mañana del viernes preparando las cosas para el viajecito. Yo hice y deshice la bolsa como tres veces, y puse muchas más cosas de las que necesitaba, como siempre. Elegí el pijama menos cursi que tenía (una camiseta de los Beatles y unos pantalones rosas de cuadros) y la ropa interior más "sexy" que encontré. O sea, negra básica. No es que esperara que pasara nada, pero si teníamos que convivir 8 personas en una furgoneta, en algun lugar nos tendríamos que cambiar, digo yo. Y quién sabe. No quería que me pillaran con unas braguitas de ositos. No era plan.

A más a más, pusimos varias cosas de comida y bebida en una bolsa de ropa grande de esas que se hicieron populares cuando la gente decidió darse cuenta de que las bolsas de plástico del super no eran buenas para el medio ambiente y se pusieron a 5 céntimos cada una. Como buenas amantes del medio ambiente (agarradas) que éramos, teníamos 4 bolsas de las de ropa para no tener que comprar las otras.

Hice bocadillos para alimentar a un regimiento entero y los puse en la bolsa, que acabó siendo dos bolsas por lo cargada que estaba.

Lo dejamos todo en la entrada y nos fuimos a la universidad para pasar las que seguro iban a ser las horas de clase más largas de nuestras vidas. Y lo fueron. Al salir cogimos el metro rapidísimo hacia casa e hicimos un último chequeo de que no faltara nada. Volveríamos el domingo por la noche, y la playa no estaba precisamente cerca de Londres, así que no podíamos volver a por nada.

En nada picaron al timbre y estaban los cinco sonrientes delante de la puerta. Me reí sola porque parecía uno de esos programas que se te presenta un famoso en casa de sorpresa. "One Direction visitan a unas fans". Les abrimos y después de los cinco pares de dos besos que dimos empezamos a sacar las bolsas, yo arrastrándola de lo que pesaba. Liam lo vio y como un buen caballero que es vino a socorrerme.

London Adventures - Fanfic Harry Styles (& One Direction) Versión en CastellanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora