*Capítulo 4: ¿Un beso?

1.1K 50 4
                                    

Me desperté sobre las siete de la tarde, había dormido desde que llegué del instituto y ahora lo único que ocupaba mi mente eran unas ganas de comer inmensas, no había comido nada desde el recreo.
Baje a la cocina aun con los auriculares puestos, me encontré con mi padre tumbado en el sillón viendo un partido de fútbol, deporte que a mí no me interesaba para nada, no entendía como 22 hombres corriendo detrás de una pelota pueden cobrar más que un hombre que salva vidas, en fin esta es nuestra querida sociedad.

(...)

Ya en la cocina abrí la nevera y saque un zumo de mango, me serví un vaso y de la despensa saque un paquete de galletas de chocolate.
Agarre el vaso y las galletas y me volví a mi habitación. Me senté en la cama y encendí la televisión, me puse a ver uno de esos programas donde lo único que hacen es salir de fiesta y acostarse con gente. No pasaron ni cinco minutos y recibí un mensaje de un número desconocido.

mensaje: oye crees que podrías ir al parque que está enfrente del instituto Pd: soy Erick.

Le respondí que tardaba unos minutos. Me vestí rápidamente, me puse un pantalón y una sudadera y
baje rápido la escalera pase por la cocina y avise a mi padre de que saldría, a lo que no puso pegas porque siempre ha confiado en mí.

(...)

Entre en el parque buscando bajo las luces de las farolas a Erick. Lo encontré en la mitad del parque sentado en un banco con una chaqueta de cuero negra de las que usan los moteros, con la cabeza agachada mirando fijamente al suelo. Me acerque y no me atreví a soltar una sola palabra.

—¿Erick qué te ha pasado, estás bien? —pregunte torpemente, ya que fue lo único que pude decir.
El me miro, pero en su cara no estaba la misma sonrisa que había puesto esta mañana, la misma que se había quedado grabada en mi mente, tenía los ojos acuosos y muy rojos, estaba llorando.
—Erick qué te ocurre —repetí mientras me sentaba a su lado poniendo mi mano en su hombro.
—Perdón por las horas pero no sabía a quién llamar y necesitaba hablar con alguien y pensé en llamarte a ti —dijo entre sollozos el chico de sonrisa perfecta.
Me quedé impactado, porque había pensado en llamarme a mí, si apenas hacía horas que nos acabamos de conocer. Deje mis pensamientos a parte y con una voz calmada le dije que se relajara y que me contara lo que le había pasado.

Erick me miró fijamente y abrió la boca mientras las lágrimas brotaban de sus ojos. Aspiro un poco de aire y empezó a contarme:
—hoy hacía un año con mi novia fui a darle una sorpresa, pero antes de llegar pasé al lado de la cafetería que queda cerca de su casa y vi cómo se besaba con un chico, no podía creerme la escena, acelere la moto y me fui de ese lugar. Y fue cuando llegué a mi casa cuando me di cuenta de que no podía quedarme ahí, estaba furioso y lleno de ira y fue cuando decidí llamarte —dijo intentando calmarse.

No sabía lo que decir ante lo que me estaba contando Erick, solo pude decirle que lo sentía muchísimo a lo que él respondió abrazándome. Me quede helado, no podía creer que me estuviese abrazando, obviamente sabia que era simplemente porque estaba buscando consuelo

(...)

—tienes prisa por irte —me pregunto aun mirando al suelo, se le notaba un poco mas calmado
—No, no tengo prisa —dije quitándole importancia dedicándole una sonrisa torcida, queriendo decirle que no me importa apoyarle.
—quiero que vengas conmigo a un sitio —dijo levantándose del banco.

nos dirigimos a la salida del parque sin decir una sola palabra. Nos montamos en su moto y tuve que abrazarme a él. Realmente me gusto estar abrazado a él, aunque fuese solo por no caerme de la moto, arrancó y nos dirigimos hacia donde aquel chico que conocía hacía menos de un día dijo que quería llevarme. Antes pasamos por una tienda 24 horas donde compre una caja de cigarros, unas galletas y unas chuches ya que él me dijo que no había comido nada en todo el día y también un refresco grande para los dos.
Volví a la moto donde me estaba esperando Erick me monte detrás de él, volví a abrazarme a él, dejando que su colonia inundara mis fosas nasales, definitivamente su colonia era capaz de hipnotizarte, volvimos a poner rumbo a nuestro destino.

(...)

Tardamos cerca de una hora en llegar a un mirador en un acantilado. Las vistas eran preciosas, aparco la moto y nos sentamos en un banco, le di las galletas para que comiera y yo mientras me encendí un cigarrillo
—¿Puedes dejarme uno, por favor? —Pregunto mirándome con sus intensos ojos verdes. Vaya el también fuma pensé, aunque no me extrañaba, ya que él es un repetidor tiene un año más que yo y tiene ese aire de chico malo de película.

Y aquí estábamos, en un mirador alejado de toda vida humana posible, fumando un cigarrillo en silencio, mientras admiramos las vistas tan hermosas que teníamos ante nuestros ojos, hasta que el rompió el silencio:
—¿Porque viniste al parque casi no nos conocemos? —dijo jugando con sus dedos.
yo no supe cómo responder y me notó algo nervioso. Pero pude llegar a decirle, que aunque me extraño su mensaje, no me importo ya que le debía un favor por dar la cara por mí delante de los gilipollas de clase.

(...)

Pasamos un buen rato hablando y conseguí sacarle una que otra sonrisa, estaba guapísimo cuando sonreía, esa sonrisa que no había salido de mi cabeza en toda la tarde.
Erick se quedó mirándome fijamente a los ojos y yo empecé a sonrojarme ya que soy muy tímido poco a poco se fue acercando a mí y puso sus labios contra los míos. Me aparté rápidamente, estaba en shock, realmente él me había besado. Estaba muy nervioso:
—deberíamos irnos ya es muy tarde —me excuse por apartarme bruscamente de él.

Me dio muchísima vergüenza tener que abrazarlo después de lo que había pasado minutos antes, pero tampoco quería caerme de la moto así que me abrace a él, pero mentiría diciendo que no disfrute del camino a casa abrazado a él después de que me besara.

La vida de un adolescente gay. (1er libro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora