Al acercarme pude notar que era una señora mayor y me senté a tu lado.
Ella se veía feliz, y tenía la curiosidad de preguntarle el porqué.
-Disculpe señora, ¿qué hace acá?
-Soy Mildred, puedes llamarme así- Me dirigió una mirada demasiado dulce.
-Pues Mildred, ¿qué haces aquí?- y me lancé una sonrisa dulce.
-He venido a despedirme de Arturo- dijo entre suspiros.
-¿Quién es Arturo?
-Mi esposo- en ese momento dejó ir su mirada al mar.
Estaba confundida, como podía despedirse si no había nadie ahí.
-Pero que tarde ha de llegar- dije sin más.
-Él esta aquí- sonrió.
Me quedé en chock. Como era posible eso, el no estaba aquí, en realidad nadie estaba aquí, debía de preguntarle.
-Señora Mildred, nadie está aquí- dije un poco confundida.
-¿Quieres saber una historia?- me pregunto dulcemente.
-Claro- dije cariñosa.
Me acomodé en la banca y me cruze de brazos esperando a que hablará.
-Mira, yo venía aquí desde muy joven, como a tu edad; caminando un día por la playa me encontré con un chico bastante apuesto que llamo mi atención por completo, el venía s buscarme a diario, Já éramos dos jóvenes enamorados, con el paso del tiempo nuestro amor fue creciendo, estudiamos la Universidad los dos juntos y jamás dejamos de amarnos. Pasaron los años y cada vez nos amábamos con más intensidad. Un día caminando por esta orilla del mar vimos esta banca sola y decidimos ponerle "Nuestro lugar" desde entonces aquí eran nuestras citas, aquí me pidió matrimonio, y aquí inicio mi vida junto a él, aún siento su presencia. Su mirada, sus latidos de corazón en mi oído, su pecho en mi rostro, su olor.
-¿Y que paso con él?- Dije entusiasmada.
-Al cumplir los 50 años de casados, ya con 3 hijos, le diagnosticaron cáncer pulmonar, necesitaba un trasplante urgente, uno de mis hijos, el mayor; se lo donó. Duramos 3 años más juntos, hasta que debió tomar un descanso y se marchó.- Dijo con una sonrisa triste en su rostro, aún mirando el mar.
Me quedé sorprendida, como era posible que ella estaba tan feliz después de eso.
-¿Y porqué está feliz?- dije aturdida.
-Porque el me dio todo lo que siempre deseé, amor, una familia. Y se que aún sigue aquí y es por eso que vengo a despedirme, o bueno a decirle hasta luego.
-Que fuerte eres- Dije con una lágrima en mi mejilla.
-Algún día aquí mismo estarás con el amor de tu vida y serán nuestro reflejo.
-Me gustaría serlo- sonreí.
Me sonrió y levanto con esfuerzo. Ella era como el mar, pasiva, pero fuerte.
-Ah y jovencita, nunca lo dejes ir.
No respondí, sólo le sonreí y dirigí mi vista al mar.
Ya era noche, y yo seguía aquí, estaba escuchando música con los audífonos, cuando veo una silueta a lo lejos acercándose hacia acá. Era hombre de eso estaba segura.
Llegó y se sentó.
-Hola, ¿te pasa algo?
No sabía que decir, era guapo y extraño a la vez.
-Hola, en realidad no, estoy sola, viendo al mar, con 25 dólares en mi bolsillo, pensando en que hacer con mi vida- dije un poco confiada.
-Oh eso suena terrible. -dijo con un gesto de ironía.
-En realidad no te importa, o si?
-No, en realidad vine a pedirte 25 dólares para unos cigarrillos.
-Y tu crees que yo te los daré, por favor. ¡Oh espera, como sabes que tengo 25 dólares justamente!
-Soy adivino- Empezó a reír a carcajadas.
-¡Eres un psicópata! ¡¿me quieres asaltar?!
-Oye tranquila, no te asaltaré, sólo te estoy pidiendo prestado 25 dólares.
-Esta bien- revise mi bolsillo y no había nada.- Que mierda.
-Ya los tome señorita paranoica.
-Oye yo no soy paranoica y me acabas de robar, ¿sabes que es un delito?- digo un poco molesta.
-Un delito sería que no me pasarás tu número nena- dijo coqueto.
-No soy tu nena, y regresa me mis 25 dólares.
-Ya es tarde -dijo y sin más se fue corriendo en la dirección en la que vino.
-Lo odio- digo entre dientes.
Como era posible algo así, primero me molesta y después me roba, que cliché de un chico guapo.
Regresé a casa y me acosté a dormir. Horrible día.
Holaa, espero le haya gustado este capítulo, voten y comenten se los agradecería muchísimo<3.
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Bajo La Luna.
Teen FictionPor la orilla de la playa se encontraba sola, con 25 dólares en el monedero y sin ilusión alguna, lastimada una vez más. Cuando de pronto llega aquél chico que te pone los pelos de punta y te hace quererlo aunque no lo desees. Ese chico que llega a...