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Kyungsoo corría exaltado por la calle, empujaba a varias personas a su paso sin tener tiempo a disculparse. Sabía que ese día cortarían inevitablemente la electricidad en su hogar.

La lluvia seguía cayendo, sus pasos se aceleraban y cuando por fin llegó, pudo comprobar a través de la ventana que había llegado tarde.

-¡Oh! ¡Lo siento por tardar tanto! -Se disculpó casi arrodillándose ante su madre que trataba de encender una vela. -Es mi culpa que estemos ahora a oscuras.

-No te preocupes, cariño. -Su madre se acercó a la ventana y la cerró, pues el frío invernal de la noche se comenzaba a notar exageradamente. -El señor de la electricidad dijo que aunque llegaras, el dinero no sería suficiente. Parece que tendremos que acostumbrarnos a la penumbra.

Kyungsoo suspiró pesadamente, sacó las pocas monedas que había conseguido vendiendo uno de sus mejores libros y se las mostró a su madre.

-Sólo he conseguido esto.

-¡No importa, no importa! ¡Quédatelo para ti!

Otro suspiró llenó la oscura habitación. Kyungsoo se sentía horrible, en ningún momento pensó que le pagarían tan poco por tan grandeza, para su opinión.

Tampoco pensaba quedarse con el dinero, con toda su buena voluntad se lo daría a su madre, pues ella lo necesitaba más que él.

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A la mañana siguiente la hermana pequeña de Kyungsoo había enfermado, pues por el poco abrigo en aquella noche, mas las brisas exageradamente frías, quién no lo hubiera esperado.

Su madre trató de buscar cualquier rastro de dinero por toda la casa, necesitaba medicamentos, pero desgraciadamente sabía que era inútil buscar, pues nada aparecería.

Kyungsoo sentado al lado de la cama de su pobre hermanita, le ponía trapos con agua sobre la frente tratando de bajar la fiebre. Su madre entró en el cuarto con una expresión preocupada y anunció que saldría a la calle para tratar de conseguir medicamentos, Kyungsoo solo pudo asentir y rezar por el bien de su hermanita.

-Kyungie, ¿cómo conseguirá mamá las medicinas?

-Oh, pues como hacíamos antes, pedirle a la gente afortunada lo que a ellos les sobra y a nosotros nos falta.

La pequeña niña sonrió alegre ante la sonrisa de su hermano, y al instante quedó dormida.

Kyungsoo pensó en preparar algo caliente, como una sopa, pero actualmente sólo tenían arroz y unos trozos de pan.

Se acostó en la cama de su habitación, sacó una de sus novelas favoritas y comenzó a leer sus estrofas favoritas en alto, pues le hacía sentirse mejor.

Después de unas horas tratando de pensar positivamente sobre el futuro, y sobre todo, tratando de no morirse de frío, la puerta de su habitación se abrió; su madre con una sonrisa saltó a los brazos de Kyungsoo. Éste, contagiado por la felicidad con la que su madre había llegado, le devolvió una enorme sonrisa.

-Mamá, ¿ha pasado algo especial?

-¡Hijo! ¡Nuestro futuro! ¡Está salvado! -La madre miraba a Kyungsoo a los ojos, quien de un momento a otro comenzó a confundirse. -Hoy me he encontrado con un amigo de mi infancia, al que no veía hace años. ¿Sabes lo que me dijo?

Kyungsoo negó con la cabeza.

-Que necesita a alguien de tu edad para realizar un trabajo en el que paga muy bien. ¡Dice que tu eres perfecto!

Entonces ambos sonrieron, Kyungsoo entre confundido y alegre, sin saber cuándo lo había conocido aquel hombre para saber que "era perfecto".

Codicia&Altruismo |  KaiSoo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora