Narra André.
31 días antes (todavía)
Rick había venido a por la mercancía, como habíamos acordado ayer, y yo le había esperado en el lugar que habíamos acordado ayer. Me esperé una sonrisa, por lo menos, por su parte, pero nada. Su expresión seguía siendo tan sombría, confusa y calmada como siempre.
De todas formas, eso ya me lo esperaba. Rick era así, y esa era una de las razones por las que me gustaba. Sin embargo, lo que de verdad me había sorprendido era la chica. Tuve que preguntar si se la iba a tirar. Quiero decir, estaba acostumbrado a las mujeres de Rick. Tallas perfectas, cara perfecta y cuerpo perfecto.
Pero ella no era como todo el resto. No por su personalidad, no en plan de una de esas frases clichés. En absoluto. Su cuerpo, simplemente. Era bajita, con el pelo rubio y corto hasta la barbilla. Sus ojos no eran grandes, pero tampoco eran pequeños. No tenían nada de especial, nada que pudiese cautivar a Rick, como lo hacían los ojos de otras chicas. Tampoco tenía curvas, ni culo, ni apenas tetas. No tenía nada especial.
Entonces, ¿qué coño hacía Rick con ella? Podía ver la manera en la que la rubia miraba a mi mejor amigo, con la cabeza alta y la mirada brillante. Reconocía esa mirada; a ella le gustaba él. No hacía falta más de dos segundos para darse cuenta. Mi corazón se apretó un poco. ¿Es que ahora iba a salir con esa chica? ¿Es que, joder, ahora Rick había cambiado completamente y se había enamorado?
Imposible. Lo conocía desde los seis años y no era el tipo de persona que cambia rápidamente.
Así que, mientras mi querido mejor amigo, como era obvio, iba a colocarse en alguna esquina del bar donde no se le pudiese ver, yo me quedé con la chica.
La chica se llamaba Callie.
Le presenté a los colegas en el bar. Había llamado a unos cuantos para que viniesen a acompañarme en el triste miércoles, tan triste como todos los demás días de la jodida semana.
Sey estaba sentado en una de las mesas, con un cigarro en la mano a medio fumar, y nos sonrió moviendo la mano cuando se dio cuenta de que le estábamos mirando. Sey llevaba un parche en el ojo.
-Se lo hizo porque le dijimos, "no hay huevos a quitarse el ojo derecho con la cuchara." y eso hizo. Gritó como una putita.- dije, con una risa al final. Sabía que no debía reírme de mis propios comentarios antes de que alguien lo hiciese, manual del buen comediante, pero es que tenía que hacerlo.
Callie me miró aterrorizada, y luego miró de reojo a Sey, probablemente pensando que estaba loco por hacer hecho eso. Deduje que la chica no estaba acostumbrada a como se hacían las cosas por aquí. Oh, todos habíamos visto cosas bastante peores que sacarse un ojo con un cubierto.
Pero, de todas formas, me dio un poco de penilla la rubia, casi temblando del miedo al mirar la sonrisa ladeada de mi amigo.
Luego le señalé a mi hermana. Alexa estaba bailando pegada a un chico de pelo negro, con su camisa ajustada y su pelo rojo ondeando. Me la había tenido que llevar conmigo mi hermanita pequeña porque me daba miedo dejarla sola en "casa". Sabía que Carl iba detrás de ella, y prefería que estuviese bailando con un tío en una discoteca, a que estuviese con ese asqueroso.
-Ella no se ha quitado ningún ojo, por lo menos.- murmuró, y yo solté una risita.
-¿Tienes miedo?- pregunté, de repente, aunque era obvio que sí. Solo faltaba que se pudiese a temblar. Y el gillipollas de Rick la había dejado sola.
-No.- respondió ella, para mi sorpresa. Aunque su voz sonaba demasiado baja, por encima de todo el ruido del antro. Giré en mi silla de bar, un giro de trescientos sesenta. Ella me miró fijamente, pero luego bajó la mirada, como avergonzada.
-Deberías tenerlo. Una sola noche por aquí es como una jodida pesadilla viviente. Tú no sobrevivirías ni quince minutos ahí fuera.
Ella se sonrojó, probablemente sin saber qué decir. No quería tratarla mal ni menospreciarla, pero necesitaba un poco de realidad. Estaba pillada de Rick, claro, pero, ¿por un amor merece la pena arriesgar la vida?
Aunque yo no era quién para hablar.
Miré a Rick a través del bar; estaba puestísimo, pegándose a mi hermana Alexa y acariciándole el pelo. Mi corazón se apretó un poco.
-Tampoco es que sea una de esas niñas ricas.- respondió, aunque yo estaba demasiado ocupado mirando como mi mejor amigo se ligaba a mi hermana. Y eso ya había pasado muchas veces antes.
-Ajam.- farfullé.
-¿Por qué las pulseras en el brazo?- se había puesto preguntona, por alguna razón. No podía contarle la razón de las pulseras, obviamente. No podía contársela a nadie.
-Me gustan. Y me quedan bien, soy fabuloso.- contesté, simplemente, con una sonrisa. Me coloqué bien las pulseras, para que no se notase lo que había debajo. Hacía demasiado calor como para llevar camiseta larga, así que las pulseras eran mi única opción.
Suspiré un tanto cansado. No quería tener que quedarme allí demasiado tiempo; no tenía motivo. Ya había vendido todos los gramos que tenía que vender, y no necesitaba pagarme nada más.
Sentía el sudor en mis palmas y mi pelo húmedo por el ambiente cochambroso del bar. Miré a la barra a mi lado, vacía, porque no podía permitirme comprar una coca-cola. Sentía como si pudiese irme en cualquier momento, desaparecer del mundo y correr huyendo a mi mente.
Me estaba sintiendo como no debía sentirme, como cuando el filo tocaba la piel y despertaba el rojo, y eso estaba mal.
Sacudí la cabeza para despertarme, porque no podía permitirme perder el control delante de la rubia bajita. No quería que tuviese que ver algo como eso, porque sería más desagradable que lo del ojo con la cuchara.
Sonreí, como siempre.
-Bueno, Call. ¿Te importa que te deje sola? Tengo que ocuparme de unos asuntos.- mentí.- Como has dicho que no tenías miedo...
-No pasa nada.- dijo ella, pero claramente sí que estaba asustada. Al menos intentaba aparentarlo.
Realmente deseé quedarme con ella, porque parecía una oveja perdida en un lugar lleno de lobos hambrientos, pero tenía que salir de allí antes de sofocarme. Podía soportar lo de Rick. No lo de Rick con otra persona. Quiero decir, ¿quién se había sacrificado más por él que yo?
Anoté mi número en la palma de su mano, con el boli azul que siempre llevaba conmigo. Le di un beso rápido en la mejilla, y, con un último sonrojo por su parte, cogí mi chaqueta para irme del bar.
Tenía miedo, porque últimamente me había metido en muchos líos debido a Rick y a sus putas mierdas. Sabía que estaba ocultando algo, y aun no sabía el qué. Pero la rubia de pelo corto tenía que tener algo que ver. Y sentía como poco a poco me estaba moviendo aparte en todo aquello.
La que me esperaba.
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Segundo capítulo editado '' me siento especial. Amo a André que puedo decir ''<3
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Bad Wolf. |Editando|
RomanceEsta no es una historia de amor de Disney. Al contrario. Esta es probablemente una de las peores historias de amor de la historia, si es que se le puede llamar así. Es es cuento de cómo Callie descubrió que sus cuentos de hadas no se harían realid...