Capítulo 15~ Capítulo Especial~ Dos minutos.

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Narra André Petchman:

Narra André Petchman:

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Dos minutos. Ni la mitad de la población es capaz de decir que puede aguantar la respiración durante dos minutos. No se puede hacer demasiado en dos minutos. Si una bomba fuese a explotar y solo tuviésemos dos minutos para salvarnos, probablemente pocos lo conseguiríamos.

Sin embargo, dos minutos fue todo lo que yo necesité. Todo lo que necesité para destrozar mi vida por completo.

Rick y yo nos conocimos en la casa común, cuando él apareció con un aspecto desastroso, una mirada perdida, y unos ojos vacíos. Iba acompañado de Chris, el jefe de la pandilla, que sonreía con emoción.

-Este es Rick O'Wines.- le presentó. El apellido O'Wines me sonaba por alguna razón.- Lo he encontrado tirado en la calle, así que espero que os llevéis bien con él.- Chris era siempre de esa forma. Franco, y sin ningún tipo de tapujos.- Sobretodo tú, André. Creo que debéis tener la misma edad.

Asentí con la cabeza, también con una sonrisa emocionada. Pero, a pesar de que estaba contento de tener un amigo que no fuese la pesada de mi hermana Alexa, su expresión me atemorizaba un poco. Parecía... Tan frívolo.

Chris salió del patio, y nos dejó a todos mirando cara a cara a Rick, que no se movió ni un milímetro. Después de unos segundos de incómodo silencio, me acerqué a él para presentarme.

Extendí mi mano frente a la suya, y la sacudí.

-¡Hola! Me llamo André. André Petchman. ¿Qué tal?- dije, animado.

-Bien...- murmuró él, claramente no tan animado como yo.

-Eh... ¿Y, cuántos años tienes?- pregunté, después de apartar su mano de la mía. Miré hacia atrás delicadamente. La mayoría de personas habían vuelto a sus quehaceres, que, solían ser, ponerse hasta el culo de la primera droga que encontrasen.

Mi palma ya manchada por el suelo húmedo, ahora estaba también manchada con la tierra que tenía la mano de Rick. Pero no me importó, porque, sin tener en cuenta su actitud, me había caído bien. No mucha gente era capaz de decir que estaba "bien", y menos con la apariencia tan terrible que tenía Rick.

-Nueve. Creo.- volvió a hablar en un tono de voz demasiado bajo, pero, aun así pude entenderle.

-¡Qué guay! ¡Yo también! ¿Quieres dormir en una cama cerca de la mía?- pregunté, rebosante de felicidad. 30 personas vivíamos juntas en dos largas chozas con 15 camas apretujadas en cada una, y, ni un solo niño, aparte de mí.

-Supongo... ¿Hay qué pagar?

-¿Por qué habría que pagar? Esto es gratis.- le dije, como una obviedad.

-Ah... Papá y mamá tenían que pagar por nuestra casa... Es que tengo mucho dinero.- añadió, rebuscando en el bolsillo de una chaqueta gorda, que le quedaba varias tallas grande.

Bad Wolf. |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora