Capítulo 6- Monster.

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"A veces desearía volver a los tiempos donde los monstruos estaban solo debajo de mi cama."

Las clases acabaron sin que nada más interesante pasase. Para cuando salí, André ya no estaba por ninguna parte. Recogí lo que necesitaba. Llevaba un montón de trabajos atrasados, así que esa tarde me tendría que poner a trabajar bastante. Y también tenía que recuperar lo que habían dado ayer. 

Me apresuré a volver a casa, aunque la nieve me llegaba hasta por encima de las botas, y eso dificultó bastante mi camino. Por suerte, el piso seguía como siempre. Incluso la cocina estaba impecable, señal de que, seguramente, Rick no había desayunado. Quizá ni se había molestado en leer la nota que le dejé. 

De todas formas, me metí en la habitación lo antes posible, para poder descargar el peso de la mochila de mis hombros. 

Y lo que vi, me hizo abrir mi boca en forma de O. Mi mandíbula llegó hasta el suelo, como en los dibujos de las series animadas para niños. 

El chico al que había dejado en mi casa, estaba besando a una chica, que yo no conocía de nada, encima de mi cama. Y ella no llevaba la camisa puesta. ¿Quién se creía que era para hacer eso en mi piso? Sentí una mezcla de confusión e irritación. Rick pareció ni inmutarse, pero la chica le apartó la cara, percatándose de que yo estaba allí. 

-Ah, ¿ya has vuelto, Call?- me dijo, con una especie de tono amistoso que me enfadó aún más. Quise pegarle ahí mismo. 

-Sí. Ya he vuelto.- murmuré. No sabía qué hacer. Me quedé ahí parada, como una tonta, aguantando las ganas de llorar.- Si queréis acabar, me marcho o algo, pero en mi cama...

-¡No, tía,  no hace falta! Aun mejor; así me quito a este pesado de encima.- ella se levantó y dejó a Rick sentado con su sonrisa burlona que no se apartaba de él en ningún momento. 

La miré bien, mientras se ponía una camiseta negra de tirantes que estaba tirada en el suelo. Reconocí al instante que no era mía; yo no llevaba ese tipo de ropa. 

Tenía los ojos azules, mucho más bonitos que los míos. Y el pelo lo llevaba súper largo, hasta la cadera, de un color rojo que parecía brillar con la luz tenue que entraba por la ventana. Tenía algunas pecas sueltas que le salpicaban la pálida tez, y su cuerpo era completamente perfecto. Era más alta que yo (aunque eso no era complicado)  y tenía las curvas bastante más definidas. 

Parecía una tía guay, de esas que ves en las revistas de modelo y te da una envidia tremenda por no poder ser como ella. 

-Eh, ¿qué tal? Perdona por la situación incómoda. No sabía que era tu casa. O que ibas a venir. Ricky simplemente me llamó para que viniera. Uy, ya estoy divagando. ¡Me llamo Alexa! Encantada.

Tendió su mano ante mí, esperando que yo la sacudiese. Tímidamente, lo hice. Su personalidad me recordaba un poco a la de André, pero él tenía esa aura melancolica que era complicada de abandonar, por muchos chistes que hiciese. De eso me había dado cuenta desde el principio. Alexa simplemente, parecía irriadiar felicidad. Ese tipo de felicidad contagiosa. 

-Esto... Yo soy Callie. Disculpa que haya interrumpido...

-¡Pero qué dices! Es tu casa, ¿no? Puedes hacer lo que te salga del... Perdón, perdón, estoy en una campaña contra groserías. Me iré ahora. ¡Un placer conocerte! ¡Nos vemos luego, Callie! ¡Fóllate a otra, Ricky! 

Salió de la habitación con una chaqueta negra en la mano, y una mueca alegre en la cara. Pocos segundos después, oí la puerta principal cerrarse. No sabía qué primera impresión había tenido de ella, aparte de que estaba bastante más buena que yo.

-Hostia puta, ¿por qué coño has llegado tan pronto? Me has jodido el polvo.

¿Y qué se suponía que tenía que responder yo a eso? 

-Lo siento... Es la hora a la que salgo de clase...

-¿Y no vas con alguna amiga a...? Y yo qué sé, coño, ¿a comprar, o algo?- refunfuño. 

-N-No. Tengo que estudiar, por eso... 

-Estúpida cerebrito. Oye, ¿y las pastillas que sobraron de ayer? 

-En... En la mesa del salón. Las dejé ahí.- musité. 

-¿Cuántas quedan? 

-¿Dos? Creo... O-Oye, ¿no vas a volver a tu casa?

Por fin, me atreví a preguntarlo. Aunque prácticamente tuve que obligar a mis palabras para que salieran de mi boca. Lo único que realmente quería salir en ese momento, era lágrimas, y muchas. Me sentía tan malditamente inferior, y Rick ni siquiera había dicho nada. Era simplemente... No poder atreverme a sacar a aquel chico de mi casa, y estar tan atraída hacia él, me molestaba, de algún modo. 

-Mi casa es esta.- dijo, señálando el suelo. Se levantó de la cama, y se acercó peligrosamente a mí. ¿Qué estaba haciendo?- Mi casa es dónde estés tú, acostumbráte. 

-Pero.... Quiero decir, mi... Madre. Mi madre podría llegar en cualquier momento, y no me apetece que...

-¿Crees que tu madre me importa una mierda? No, ¿verdad? Pues eso. Si viene le dices que estás acostándote conmigo, y ya. 

En realidad, mamá ni se daría cuenta de que había un chico en casa, y menos si me proponía ocultarlo. Además, cada vez me convencía más y más de que no volvería a casa, o al menos no próximamente. Me imaginé que estaba perdida en un hotel de Berlín, a tope de Whiskey, esperando a papá. 

La cosa era que, no quería que Rick se quedase en mi casa. Y menos si se iba a poner a besuquearse con una chica en mi cama. No podía dejarle. El simple pensamiento de que yo estaba en el colegio, mientas él podía estar montando una mega fiesta en el piso, me aterrorizaba.

Pero qué iba a decirle, ¿cuando estaba a centimetros de mí? No podía ni respirar correctamente. Tenía miedo de respirarle demasiado fuerte en la cara, o algo por el estilo. No podía ni mirarle correctamente, su cara se desenfocaba. Estaba demasiado nerviosa. Formar un pensamiento claro, se me estaba haciendo demasiado difícil. 

-Estás demasiado cerca.- dije, a pesar de que ni se me entendía. 

-¿Más cerca, dices? 

Se inclinó un poco, y sujetó mi cara, para besarme. Aquel segundo, aquel instante, fue sin ningún tipo de duda el más largo de mi vida. No me metió la lengua, y eso era definitivamente extraño. Fue un tan efímero, pero mi corazón latió tan rápido que sentía que me iba  morir ahí mismo. 

Y, durante un momento tan corto como el beso, me pregunté el porqué de ese beso, y el porqué de todo. 

Pero ese pequeño pensamiento, se fue tan rápido como había venido. 

Probablemente debería haberlo retenido, aunque fuese, un rato más. 

Bad Wolf. |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora