Capítulo 12~ Recuerdos enfermos

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-¡Papáaaa! ¡Papá, papá, papá! Quiero la nueva muñeca... ¡La rubia!- supliqué, mientras papá me sonreía. Por alguna razón, realmente quería esa muñeca.

-Sí, cariño. Claro.

Mamá lo miró con una cara de desaprobación, pero luego se mordió el labio. Iba muy guapa, con el pelo recogido y un maquillaje discreto. Pero, por alguna razón, su expresión se veía realmente melancólica. Aunque yo solo era una niña pequeña, así que no me di cuenta.

-Eddie, creo que mejor nos vamos ya a casa, ¿vale...?- preguntó mamá, con un hilo de voz.

-Cállate.

Desperté entre sudores fríos. Me temblaban las manos. ¿Otra vez con aquellos sueños? No eran pesadillas, y, aun así, eran insoportables para mi cuerpo. Un martillo empezó a dar golpes contra el interior de mi cabeza; insistentemente, sin parar.

Sentía tantas ganas de vomitar...

-Eh, ¿por qué coño haces tanto ruido?- farfulló Rick. Me giré para mirarle, en el incómodo sofá en el que estaba durmiendo. Dios, me dolía hasta moverme. Odiaba tener ese efecto en mí.

Se estaba frotando los ojos con los dedos, con una expresión cansada y molesta. ¿Qué había hecho? ¿Gritar? Mierda. No pasaba nada cuando tenía esa clase de... no-sé-cómo-llamarlos cuando estaba sola en casa, o con mamá, que no se daba cuenta de nada. Sin embargo, ahora era muy distinto. Y Rick tenía muy mal humor.

-¡P-Perdón!- cada vez que hablaba, veinte martillos más se unían a la misión de destrozar mi mente.- He tenido un mal sueño, así que... Eh...

-¿Y cómo no vas a tenerlo, durmiendo en esa puta mierda? Tienes una jodida cama de dos plazas. Ven conmigo.- dijo, y me recogió en brazos, como si fuese una doncella.

Todo el frío que sentía por lo poco que me abrigaba la manta, se pasó al instante cuando sentí sus manos agarrándome con fuerza. Pude ignorar lo débil que estaba, y formar una pusilánime sonrisita.

¿Qué estaba pasando? Cerré los ojos con fuerza y los volví a abrir, pero, todas las sensaciones que recorrían cada pequeña molécula de mí, me indicaban que estaba en el mundo real, a pesar de estar medio dormida.

-¿Tienes fiebre? Estás ardiendo... Joder.

-E-E-Estoy bien... Puedes soltarme... Quiero dormir en... En el sofá...

-Y una mierda.- su voz, por alguna razón, parecía realmente preocupada. Tampoco es que fuese a morirme-A André le había dado algo así una vez, ¿verdad? Sí, ¿no? Pero no teníamos medicina...

-No pasa nada...- murmuré, metida en mi ensueño.- En la cocina hay...

-Vale. Vale, vale.

Me dejó en mi cama, tapada hasta el cuello, y salió corriendo, aunque probablemente no era necesario. Ya no tenía frío, pero la cabeza me dolía incluso más que antes y cuando intenté levantar el brazo, mi cuerpo me lo impidió. Siempre me pasaba lo mismo cuando soñaba con papá. Y no tenía ni la menor idea de por qué, pero era realmente molesto. Además, estaba adormecida, pero eso no evitaba que sintiese una enorme vergüenza de que Rick se estuviese preocupando tanto por mí. ¿Por qué lo hacía? Supongo que sería incómodo tener que tratar con un cadáver en una casa ajena.

Cuando estaba a punto de volver a amodorrarme, ignorando la tortura que recorría todo mi cuerpo, los pasos acelerados de Rick me despertaron de nuevo.

-¿No estás muerta?- cogió mis dos mejillas con la mano, y observó mis ojos.

-¿Pero qué dices...?

No entendía el motivo de que se lo tomase tan a pecho, pero mi corazón empezó a latir más rápido por su ansiedad.

-Toma, va. Joder, que problemática eres...- murmuró.

Hizo que me incorporase levemente en la cama, y me dio un vaso de agua que tenía dos pastillas blancas en él. Durante un segundo pensé en la posibilidad de que se hubiese confundido, y me hubiese dado de comer la droga que le sobró de la última vez, pero descarté esa opción con una risita débil.

-No te rías, tonta... Mira que ponerte así por nada... Hazme sitio, anda.

Me aparté a un lado de la cama. Rick se metió también, porque cabíamos los dos perfectamente. Él me acogió en su abrazo.

-Cómo te vuelvas a poner mala sin avisar, te mato...- me susurró.- Hay que ser estúpida para dejarle tu cama a un extraño e irte a dormir al sofá. Si no fueses tan amable todo sería más fácil...

-¿Eh?

-Nada. Duérmete.

Y le hice caso, porque estaba exhausta.

<<Si no fueses tan amable, todo sería más fácil...>>

Y cómo recordaría esas palabras; mucho más tarde.

"..."

Al día siguiente, seguía sin encontrarme mejor, pero no me podía permitir faltar a clases. Hice acopio de todas mis fuerzas y me levanté de la cama, con cuidado, para no despertar a Rick también. Mis brazos seguían flaqueando, y con solo tocar mi frente pude saber que probablemente mi temperatura rondaría los 38 grados. Aunque era mejor que por la noche, no era una gran progreso.

No tenía estómago como para desayunar, y me había despertado demasiado tarde, así que simplemente, decidí salir de casa. Esta vez no le dejé una nota a mi compañero de piso, si se le podía llamar así, porque no lo creí necesario. ¿Cada cuánto tiempo se dignaba Rick a ir a la escuela? Probablemente él no tenía ambiciones tan grandes como las mías, quizá a él le daba igual salir de este horrible barrio de Nevada, sin embargo...

Me puse unas botas negras, que eran permitidas dentro del reglamento del uniforme, pero la capa de nieve que cubría ayer las calles, ya había desaparecido. Ahora solo quedaban unas manchas sueltas. Eso me alegró, porque a pesar de que la nieve me gustaba bastante, el frío no tanto.

Caminar hasta el colegio se me hizo complicado, cada paso era como un maldito infierno con esa enfermedad rara que tenía. Qué raro. Nunca había durado tanto tiempo, aunque mi sueño había sido más longevo esta vez.

¿Qué querrían decir esas "pesadillas"? Siempre me despertaban con mal sabor de boca, pero las escenas que pasaban en ellas no eran en absoluto nada pesadillenses. Y, sí, sé que esa palabra no existe, pero no sé de qué otra forma expresarlo. Eso sí, siempre tenían que ver con papá. Aunque en mi mente ni me acordaba de su cara, no paraba de aparecer. Y ahora la psicóloga esa me decía que él era un asesino. ¡De ninguna forma! Era imposible.

¿Verdad?

No. Nada era imposible en la locura en la que estaba envuelta.

Una voz, que me sonaba de algo, interrumpió mis pensamientos.

-¡Callieeee~!

d|0.

Bad Wolf. |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora