Capítulo 4- En casa.

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-Así que, ¿por qué el nombre de André Petchman hizo que todos esos matones huyesen?- pregunté. Me daba mucha curiosidad.

-No has parado de hacerme preguntas desde que nos metimos en el coche. ¿Giro por aquí, o no? 

-Sí. Es que... Tengo curiosidad. Todo esto es un mundo nuevo para mí.

-Y espero que sea uno que solo visites hoy. A ver... ¿Cómo te lo explico? Yo tengo renombre porque... Me lo he ganado. Soy un tío chungo. Como Rick. No sabes la cantidad de gente que quiere ver su cabeza en bandeja de plata. Pero no pueden ni acercarsele, del miedo que le tienen. Por eso, la toman con la gente de su alrededor. Cuando lo hicieron conmigo, me supe defender, ¿pero tú? Te masacrarán. 

-Masacre sólo se usa cuando es un grupo de personas. 

-Ya, bueno, lo que sea. No me des clases de ortografía. 

-Tampoco es ortografía...- murmuré, dandome cuenta del probable pésimo nivel de educación que habia tenido André. 

-Que me la suda. La cosa es que, olvídate de él. No es el único tío bueno que te encontrarás en tu vida. Me tienes a mí, por ejemplo. 

¿Me estaba tirando fichas indiscretamente o...? No, probablemente era su forma de ser. Le sonreí tímidamente. 

-La cosa es que, Rick me lleva gustando desde que era una cría y...

-Pues aún peor. No vas a tener una historia de amor de Disney, ¿sabes? 

-Que sí... Ya me lo has dicho muchas veces.- musité.- Me las arreglaré. Y si no, me alejaré de él. Es tan sencillo como eso. 

-Oh, créeme que no lo es, enanina. Pero bueno, te dejaré de molestar con eso. ¡Ah! ¡Es un buen momento para hacer publicidad! Tengo... LSD, Heroína, y creo que me queda un poco de maría...

-¿Estás intentando venderme droga? 

-La necesitarás.- dijo, riendo. Sabía que prácticamente me acababa de salvar la vida, pero aún así no podía evitar dejar de sentir que era un imbécil, con todas las letras de la palabra. 

-No te voy a comprar de eso, ahorrate la palabrería. 

Parecía uno de esos chicos que nunca sabían cuando parar de insistir. De esos que nunca aceptaban un "no" por respuesta. Me pregunté si Rick también sería de ese tipo de personas. Esperaba que no, pero todo lo que había oído sobre él hasta el momento, era negativo. Y, siendo yo como era, eso solo me daba más y más curiosidad. 

-Oh, es esta calle. Sí... Para aquí.- dije, cuando llegamos al piso dónde vivíamos. Recé porque mamá no estuviese en casa. Aunque si lo estaba, probablemente estaría hasta las cejas de whiskey.- Muchísimas gracias André... Te debo una grande. 

-No es nada. Ah, toma mi número. Llámame si ese gilipollas (con amor) te hace algo, o te deja tirada en alguna parte. Bueno, ¡el chófer se retira!- dijo, y cerró la puerta del coche, cuando yo ya estaba fuera. 

Seguía lloviendo, así que me apresuré a sacar a Rick del asiento trasero y a subirlo como pude por las escaleras. El ascensor estaba averiado. Por suerte, no pesaba demasiado. Ni tampoco se inmutaba cuando su cabeza golpeaba- con bastante fuerza- a los peldaños de la escalera. 

Nuestro piso estaba en el 4. Tardé media hora en subirle. Necesitaba tomarme un ibuprofeno o algo. Estaba malditamente agotada. Y quería dormir...

Él estaba drogado, así que supuse que daba lo mismo que entrara a mi habitación. Pero antes de eso, saqué las cuchillas, pósters, y la foto que tenía de él, y las escondí donde nunca pudiese encontrarlas. Ni nadie pudiese encontrarlas. 

Y lo metí en mi cama, bien tapadito con las sábamas. Él murmuró algo que no pude llegar a entender. 

-Buenas noches, Rick.- le dije. Yo decidí que dormiría en el sofá, porque me daba demasiada verguenza compartir cama con él. Y no pensaba hacerlo. 

-¡¿Ehh?!- dijo, con voz medio dormida.- ¿No nos vamos a acostar? Siempre me acuesto con todas las chicas...

Me reí amargamente. 

-Pues conmigo no. De momento, supongo... A dormir.

Sin decir ni una palabra más, salí de mi cuarto. No me iba a quedar de ninguna de las maneras, aunque me lo suplicase. Preferiría enterrarme enterrarme bajo tierra. 

Pum, pum, pum. 

De repentei, mi corazón sonaba más fuerte. De repente, mi mente se dio cuenta de todo lo que acababa de pasar. Tenía a un chico en casa. AL chico. Había pasado- más o menos- todo el día con Rick O'Wines. El amor de mi vida. Y ahora estaba durmiendo en mi cama. 

Sabía que todo lo que estaba haciendo era una completa irracionalidad, pero no podía evitarlo. Había sido la niña buena durante 16 años. Quería hacer algo diferente, y más si involucraba a Rick. Estaba segura de que no me podía hacer nada tan malo. 

Qué equivocada estaba, ¿eh? 

Me dirigí a la cocina a por mi vaso de agua y mi ibuprofeno. Mamá no estaba en casa, y tampoco creía que fuese a aparecer en algún momento ese día. Mi corazón se apretó un poco. ¿Y si le había pasado algo malo fuera? ¿Y si estaba muerta? No quería preocuparme más de la cuenta, pero aquella era la primera vez en la que tardaba tanto en volver a casa. Muchas veces había amenazado con irse, coger un avión hasta Alemania, e ir a buscar a papá, aunque nunca lo había hecho realmente. 

Tenía miedo, si, aunque también me sentía un poco liberada. No quería volver a vivir aquellos momentos en los que mi madre volvía a casa más borracha que una cuba. No era agradable verla así, no era agradable que me hablase cuando estaba en ese estado. Sentía tanta pena por ella, por el abandono que le había hecho papá... Pero eso no me quitaba el miedo, en absoluto. Así que, tampoco estaba del todo bien. De hecho, no estaba bien. 

Pero, supuse que la solución era irme a dormir. Todo mejoraría un poco al día siguiente, así que me tumbé en el sofá, me acabé el vaso con las pastillas, me tapé con una manta roída, y me quedé roque al instante. 

Sí, mañana sería otro día. 

Bad Wolf. |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora