-¿Llévame a casa?- pidió Rick, con los ojos brillantes. Probablemente había tomado muchas de esas pastillas.
Habían pasado casi cinco horas desde que nos habíamos metido allí, y todavía no me había dicho de irnos. Sin embargo, ahora no quería moverme de ese taburete de bar, que, aunque no lo pareciese, era bastante cómodo.
-No sé dónde está tu casa.- respondí, intentando hablar alto, porque la música me estaba ensordeciendo los oídos. No veía a André por ninguna parte y él era el único al que me gustaría pedirle ayuda.
-¡A la tuya, entonces! Quieeero dormir.- gritó, con una inocente sonrisa en la cara.
Suspiré agotada. El aire allí dentro era pegajoso y vicioso; hacía que me costase respirar. Sí, podía ser cómodo, pero no dejaba de ser un sitio asqueroso. Por mi propia voluntad, no se me ocurriría meterme en un antro así jamás.
Era hora de salir de allí.
Me levanté, e hice que Rick también lo hiciese. Pasé mi brazo alrededor del suyo, para así asegurarme de que no se fuese a caer. Parecía otra persona completamente, con el pelo desordenado, y los ojos cristalinos. Definitivamente, no estaba preparada para estar con un sujeto así, pero me gustaba hacerme la valiente, y creerme que podía con todo. No podía con Rick O'Wines.
Fuera, hacía incluso más frío que por la mañana. El cielo se estaba oscureciendo, y me imaginé que no sería bueno andar por esas calles por la noche. Aunque, claro, no era bueno andar por esas calles en ningún momento del día.
Me planteé cómo demonios se suponía que iba a llevarlo a mi casa, porque caminar no era una opción, y menos teniendo que cargarle a él. André tampoco estaba por ninguna parte, a pesar de que tampoco estaba del todo segura de que pudiese confiar en alguien así.
Supuse que esperar a que un taxi pasase por allí, sería suficiente. Encontré el banco más cercano, y simplemente me senté. La corriente helada del viento estaba atravesando mi sudadera y haciendo que mi piel se estremeciese completamente. Ni siquiera me importaba más. Estaba paralizada, me costaba pensar correctamente, y lo odiaba. Yo deseaba ser alguien fuerte, alguien que pudiese aguantarse a sí misma, a los demás, y a lo que hiciese falta. Pero, vamos a enfrentar los hechos. Yo era una persona débil; apenas podía mantenerme con vida.
Ahora bien, aquel barrio, aquellas calles, simplemente, daban mala espina. No había ni un alma caminando, y sin embargo se oían ruidos de perros ladrando y personas hablando. Noté como mi nariz me empezaba a picar, lo que pasaba siempre que me daban ganas de llorar- que era frecuentemente. Apreté los dientes para aguantarme. Tenía que pensar correctamente, no desbocarme en mis malditas emociones.
-Rick, ¿sa-sa-sabes alguna manera de volver a casa?- pregunté, en vano, claro.
-¡Volaaaaaando!- cantó, con una amplia sonrisa. Muy útil.
Ni siquiera tenía móvil para llamar a alguien. Aunque tampoco es que pudiese llamar a muchas personas. Mi madre se había ido de casa, y hacía ya varios días que no había vuelto. De papá tampoco se sabía demasiado. Habían pasado tantos años, que una parte de mí ya lo consideraba muerto. Y seguro que a mi tío abuelo Billy no le apetecía demasiado venir a buscarme.
Cinco minutos después, pude suponer yo solita que ningún coche iba a pasar por allí, menos un taxi. El rumor de la noche me estaba haciendo tiritar quizá más de lo saludable. Resignada, acepté mi última opción. Caminar.
Me levanté del banco, donde Rick ya se había acomodado, y estaba tumbado en mi regazo. Su cabeza quedó entonces tocando la madera.
-No te vayas, Cally-Call.
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Bad Wolf. |Editando|
RomanceEsta no es una historia de amor de Disney. Al contrario. Esta es probablemente una de las peores historias de amor de la historia, si es que se le puede llamar así. Es es cuento de cómo Callie descubrió que sus cuentos de hadas no se harían realid...