Capítulo 9- La niña silencio.

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Antes que nada, gracias por las 100 visitas <3 

Suspiré llena de cansancio al dejar las bolsas de compra encima de la mesita del comedor. Channel, Dior, Gucchi... Por Dios. ¿Cómo se podía conseguir esa cantidad de dinero tan... Grande? Me exasperaba no saberlo. No parecía algo tan complicado, si hasta Rick podía hacerlo. Puede que yo también me pudiese conseguir algo de moneditas extra. Pero no quise preguntarle, hasta que, mucho más tarde, tuve que hacerlo.

Lo único que me apetecía era volvera la cama y pasarme durmiendo el resto de la tarde, sin embargo; tenía tareas que hacer. Aunque la cabeza me dolía, era imposible que dejase pasar de nuevo las tareas escolares. Me imaginé lo complicado que debía ser en un colegio que de verdad ejerciese presión en sus estudiantes. Pero, realmente, solo estudiaba porque quería irme lo antes posible de Nevada. Me quería mudar a cualquier otra parte; más allá de mi madre, y más allá de Rick. Más allá de todo. Si en algún momento tuviese la oportunidad de poder huir de ese pequeño barrio, y poder ir a cualquier otra parte; lo haría, sin ningún tipo de duda.

Podría empezar una nueva vida, siendo una nueva persona, quizá la persona que siempre había querido ser. Comenzar otra vez.

Sin embargo, ahora había otro factor que me retenía más fuertemente en mi asqueroso barrio de Nevada. Rick O'Wines sabía que yo existía. Sabía que existia, y, además, estaba viviendo en mi piso.

Mis sentimientos por él eran algo bastante complicado. Por una parte, sentía una especie de amor raro. Luego, sentía curiosidad. Y también, en cierto modo, lástima. Y miedo. Y...

Eran demasiadas cosas. ¿Por eso me estaba doliendo la cabeza? Cuando me paraba a pensarlo, nunca había tenido tanto que hacer, ni tanto que considerar. Siempre había sido la chica callada del asiento de atrás, la chica sin ninguna amiga. Y de repente, ¡pum! Ayer, sin ir más atrás, tenía a una chica, liándose con el amor de mi vida, en mi cama.

Así sin más.

Paré de pararme a pensarlo; no podía permitirme pararme a pensarlo. Tenía que continuar, continuar adelante y no reflexionarlo lo demasiado, porque tenía miedo de que, si lo pensaba, me atemorizaría, y perdería... No lo sé. ¿Mi oportunidad de ser joven por primera vez en la vida?

-Eh... Voy a ir a hacer los deberes.- le dije a Rick, que estaba de pie detrás mío.- Puedes ordenar tu ropa en...- ¿dónde podía ordenar su ropa? Ah, ya está.- En la habitación de mi madre. No creo que vuelva pronto, así que te puedes instalar allí mientras...

-¿Qué? No, que puto asco. No quiero dormir en el jodido cuarto de tu madre. La pondré en tu armario.- declaró, nuevamente, sin darme opción de elegir. Al menos no me hizo guardar su ropa. Aunque ni se molestó en regalarme una triste camiseta del H&M cuando fuimos de compras, pero eso tampoco me importaba demasiado.

-Como quieras...- murmuré, antes de dirigirme a mi dormitorio. Rick empezó a traer todas sus bolsas, que podríamos haber traído directamente a la habitación. Sí que era fuerte; pudo llevar como diez a la vez. La verdad es que se le notaba en los abdominales.

Me pregunté por qué no tenía ningún tatuaje. Quiero decir, en mi mente de chica inocente, todos los tíos malotes que imaginaba, tenían tatuajes por todas partes. Sin embargo, no le había visto ninguno a él.

Descarté la opción de que no tuviera dinero para hacérselo, porque estaba bastante claro que sí que lo tenía.

Nunca había visto una tienda de tatuajes, al menos en la zona cercana a mi casa y mi colegio, no obstante, tenía que haber alguna por alguna parte. Y sobre todo, tenía que haber alguna por la parte del bar al que fuimos. Ese parecía un sitio donde te encontrarías una tienda de tatuajes.

Pero me detuve. Puede que simplemente no le gustasen los tatuajes, o que quisiese hacerse uno que tuviese significado, o algo así. De todas formas; no era de mi incumbencia. Así que me puse con las matemáticas y sus odiosas ecuaciones de mil números y letras.

Por suerte, con una calculadora- que no se suponía que debía usar- el trabajo se me hizo mucho más sencillo. Rick acabó de transportar la compra, y luego se puso a leer un libro cualquiera que tenía en mi estante. Era mono cuando estaba concentrado.

Suspiré cansada, guardando mis libros en la mochila. ¿Por qué se me había ocurrido apuntarme a matemáticas avanzadas II? Ah, sí. Porque no tenía nada mejor que hacer. Por esa misma razón estaba en Ciencias III, y Cálculo, y...

Argh. El caso era que me serviría para irme a la universidad un año antes de lo normal, lo cual me serviría para irme antes de Nevada. Si seguía manteniendo unas buenas notas, hasta que acabase los estudios, quizá me podría ir a estudiar becada a otro país. Eso es lo que más anhelaba; el objetivo por el que luchaba.

-Voy a preparar la cena...- anuncié, porque ya eran las nueve y supuse que él también tendría hambre, como yo.

-Hmm.- murmuró él, a modo de respuesta. Dios, sí que parecía metido en la lectura. ¿Qué libro sería?

-¿Qué lees?- le pregunté, porque tenía bastante curiosidad, con la mano en el pomo.

-La niña silencio.- dijo, como toda respuesta, mostrándome la portada del libro, donde salía una chica con el pelo lacio y la mirada llena de melancolía.

-Ah.- salí de la habitación.

La verdad es que ni siquiera sabía que tenía ese libro. Puede que papá o mamá me lo hubiesen comprado cuando era pequeña, pero ni me acordaba. Definitivamente daba la sensación de que era un libro infantil, era demasiado fino. Pero también parecía muy sombrío.

Me apetecía leerlo, solo para saber por qué había captado de Rick de esa forma.

Hice unos espaguetis con tomate, que, no es por presumir, pero creo que me quedaron bastante bien. Satisfecha con el resultado, puse dos platos en la mesa de la cocina, que era bastante minúscula, y, al mismo tiempo, era la única que tenía.

Tembló un poco cuando coloqué el espagueti, porque tenía una pata más corta que las demás. Aun así, no se movió demasiado, y nada se cayó. Llamé a la puerta de mi habitación, y avisé a Rick de que era la hora de cenar. Nos sentamos juntos, y de frente. Estaba bastante nerviosa, no supe que decir.

-Están ricos, joder.- dijo, aparentemente sorprendido.- ¿Cocinas tú?

-Esto... Sí. Mi madre no suele estar en casa, así que...

-Pues están de puta madre. Yo no puedo ni calentar la comida de lata en el microondas.

-Gracias, supongo... ¿Qué sueles comer normalmente?

-¿María? ¿Eso cuenta?- se río amargamente.

Me quedé callada. No sabía qué más decirle, ante sus afirmaciones crudas. Estaba prácticamente segura de que era una persona que había sufrido lo suficiente, para ser tan... Joven. Me preguntó que pasó por su infancia. La respuesta que mi mente ingenió, era que no podía ser nada agradable. Decía que no tenía hogar, pero, ¿a qué se refería? ¿Realmente no tenía casa? ¿Vivía con algún amigo? ¿Con André? ¿Con Alexa?

¡Dios! Era demasiado misterioso. Me gustaba, pero no sabía nada de él.

Y no sabía si quería saberlo.

Bad Wolf. |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora