23. Lazos quebrantables [Prt. II]

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—¡Espera! —exclamó alguien. Ambos volvieron a ver.

Con la cara sucia de hollín y una sonrisa opacada por la fatiga, Igor corría hacia ellos. Dejando los formalismos fue ante André, mirándola de pies a cabeza, cerciorándose de que estuviera bien. Luego, su semblante cambió al dirigirse a Drek quien dio media vuelta para seguir combatiendo, huyendo del sermón que tal vez le daría.

—Estuviste magnifica, pero no deberías arriesgarte tanto —comentó, sin perder de vista al príncipe que se alejaba.

—Y tú deberías estar fuera de esto —indicó la Intérprete, denotándolo con severidad.

Igor arqueó la ceja apenas se volvió a verla; ¿quién se creía para decirle eso? Rio para luego suspirar con desgana. La verdad no era nadie para reclamarle. ¡Era la Intérprete! Tenía derecho a reprenderlo si quería, estaba muy viejo para estar en esa guerra.

—Necesito que me ayudes con Cornelius y mantengas a salvo a Renart —le pidió su discípula, sacándolo de sus pensamientos.

André se centró en el cobarde que a la distancia, retrocedía paso tras paso sin perderle de vista. Igor se dio cuenta, siendo automático su cambio de ánimo. Ambos buscaban al mismo traidor que con cólera los advertía, no debían dejar pasar la oportunidad.

—Necesito que lo retengas lo que más puedas mientras voy por Artemius para quitarle algo que me pertenece —informó, André—. ¿Podrás?

—Será un gusto —contestó su tutor, tronándose los dedos, aceptando el desafío que la Intérprete le impuso.

Su discípula lo miró de reojo por un segundo; confiaba en él más que a cualquiera en el mundo, le confiaría hasta la vida de ser necesario. Deseaba que sacara todo su potencial, que le demostrara a Cornelius de lo que era capaz. Igor fue en dirección a su adversario que burlón, lo miró con desdén, creyendo una broma su osadía al enfrentarlo otra vez, sabiendo que saldría mal librado.

André dejó ir a su mentor, fijándose en su próximo objetivo. Sus pasos se precipitaron en el terreno destrozado por su intervención. Buscó entre tanto soldado al general que encabezaba al ejército rival, sabía que poseía el Orbe de la Vida que le arrebató a Renart; a como dé lugar debía recuperarlo. Atravesando las trincheras, en sus manos, el Orbe de la Muerte se transformó en una catana. Se adentró a la batalla, no se preocupó por el enemigo, estaban más que aniquilados, su interés era otro y debía apresurarse para no perderlo.

Buscó al más fuerte, al más destacado de los enemigos, el cual encontró batallando junto con su escolta personal, parados en medio de la plazoleta central de la ciudad donde antes estaban cautivos los únicos prisioneros de guerra; Vladdar y Renart. Le hirvió de la sangre cuando Artemius, enloquecido, usando el orbe convertido en una lanza blanca, mataba a todo aquel que se le aproximaba. Corrió hacia él, evadiendo a todo el que le estorbase, empujándolo a un lado.

Un grupo de unos cincuenta hombres formaban la guardia del general quien imponente, se paró frente a ellos para matar a los murder. Usaba la lanza para asesinar de un sólo estoque; con enterrarles la punta la magia de ésta se encargaba de arrebatarles la vida sin la menor lucha. Cada vez más murders llegaron a detener a ese puñado de dragos que como gallardos guerreros no dejaban pasar a nadie desde ese punto, ya que allí era donde desembocaban los senderos importantes de la ciudad, así como el camino principal que llevaba hacia la entrada Voreskay.

Cuando llegó la Intérprete, los soldados bajo su mando ante presencia, detuvieron todo intento de asechar al enemigo. Retrocedieron, dándole cabida para que actuara. André mermó los pasos, no perdió de vista al corpulento hombre cuyos ojos de un verde intenso, manifestaron total desquicio al revolver con una mano las entrañas de un murder que osó atacarlo; dio un vistazo alrededor cuando la contienda cesó. Nadie más fue a enfrentarlo, los murders solo rodearon esa trinchera de hombres que, valiéndose de arcos, lanzaban flechas que eran bloqueadas por fuertes escudos.

El mensaje de los Siete [IyG II] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora