Pisar el cielo y no poder quedarse

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Pisar el cielo y no poder quedarse

Salón de los mejores vinos de España, Guía Peñín 2012

Palacio de Congresos, Madrid 13/10/11

Introducción

En algún lugar leí una vez que la mujer tiene severas dificultades a la hora de aceptar órdenes de un hombre. Dicen que el hombre lo lleva mejor, porque está genéticamente programado para acatar órdenes y obedecer al Macho Dominante de su tribu o grupo social. Por eso dicen que las mujeres son malas subordinadas, porque no están diseñadas para obedecer a un macho, sino para elegirlo.

No sé si estoy de acuerdo con esa teoría evolutiva, no me pongas esa cara, ya sabes que creo que hoy en día machos y hembras estamos igualados por la sociedad en la que vivimos y en la que somos educados, por lo que esta afirmación puede ser válida para unos y otras. Creo que en general las personas tenemos bien aprendida la obediencia a la jerarquía, lo que nos lleva a aceptar las opiniones de un individuo superior como si fueran ley. En el mundillo del vino pasa sobre todo con Robert Parker, y aquí, en España, en menor medida pero también poderosamente, con José Peñín. Si ellos dicen que sí, el vino es “de los grandes”, si no dicen nada, no lo es, o no se sabe, lo que es casi lo mismo.

Seguro que ya habías oído que estos días se presentaban los 100 vinos seleccionados por el Sr. Peñín y su equipo para su Guía anual, entre todas las muestras recibidas, de los mejores vinos de España. No sé si lo son todos los que están, pero que no están todos los que son es seguro, aunque eso no es importante, porque cuando se habla de gustos, enseguida aparece lo de “los colores” y el asunto queda zanjado. Para mí, las opiniones de alguien son, más que garantía de calidad, una demostración de un gusto personal, aunque en este caso se trate de un muy buen gusto cimentado con una sólida formación y aún más sólida experiencia, lo que nos permite pensar que este gusto personal es mucho más que un gusto personal y que, como la belleza clásica, puede ser generalizado al gusto de la mayoría de las personas. Un consejo siempre es algo muy útil, pero en nosotros está el cómo usar esta Guía una vez que la han puesto en nuestras manos, y nuestra es la libertad de aceptar o rechazar sus sugerencias en función de nuestros propios gustos.

Eran 100 vinos galardonados con las mas altas puntuaciones los que hubieras podido catar, más dos o tres más acompañando a cada uno de ellos, miembros de la misma familia (bodega) y que en algún caso a mí, humildemente, me gustaron más que el seleccionado. Por supuesto yo no caté 300 vinos, tú tampoco hubieras podido ni empeñándote, ni siquiera caté los 100 de la Guía. En realidad caté muy pocos, quince en total. Una razón fue el tiempo de que disponía (solamente un par de horas), pero no fue esa la Razón. Te la contaré más tarde, aunque estoy seguro de que, como me conoces bien, ya te la habrás imaginado.

El Salón

Me dan la copa al entrar, una, no necesito más. Me sonríen y me indican “Por ahí”, entro por ahí y me detengo, clavado al suelo de la entrada. El salón está LLENO, a pesar de ser muy grande. Y este “lleno” no es metafórico. Calculo mal, no sé, ¿10 por mesa? ¿1000 personas? ¿Más? Mucha, mucha gente. Analizo la situación intentando planificar mi recorrido, por dónde voy a abrirme camino. De haber estado allí te habrías aturdido sin duda. Mucha gente, mucho ruido, techos bajos, y mucho, muchísimo calor. Agarro mi copa con fuerza, no como si me la fueran a quitar, sino como para sujetarme a ella para no caerme desmayado, o para no salir corriendo presa del miedo. La abrazo contra mi pecho, atemorizado, y me pongo en marcha, sumergiéndome en la multitud. Tengo suerte, soy más alto que la mayoría y desde arriba echo un vistazo general, comenzando un recorrido alrededor del salón, sin detenerme en ningún lugar, solamente observando.

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