Epílogo.

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Había configurado la alarma de mi celular, y a pesar de que el reloj era digital, podía sentir el tic tac de cada segundo que pasaba, claramente en mi cabeza. Me había duchado y mi cabello caía mojado en mi espalda y mis hombros mientras yo permanecía sentada en la cama solo envuelta en una toalla. No paraba de juguetear con mis pies en el suelo y los dedos de mis manos se enredaban y desenrdaban casi imposiblemente del puro nerviosismo.

Hoy era un día más que importante, porque Taemin se graduaría de la Escuela de Leyes luego de cinco años de estudiar en la Universidad de Minnesota. Iba a titularse con honores e incluso tenía la tarea de hacer el discurso final de despedida ante las familias de todos los graduados. Había logrado llegar lejos tal cual se lo había propuesto y no había nada que me hiciera más feliz que ello, porque se esfrozó de las maneras más convencionales y tediosas con el solo fin de hacer las cosas bien por él, por mí, por nosotros. Yo por mi parte estaba en mi penúltimo año de enfermería; no sabía cómo, ni porqué, pero creo que aquella sutura que tuve que realizar a Taemin hace cinco años, bajo toda esa presión, me hizo sentir de forma diferente. Quería ayudar a las personas, y supuse que tal vez la forma de lograrlo más directamente era intentando salvarles la vida.

Con papá buscamos durante la semana el mejor restaurante de la ciudad, porque quería de cierta forma mostrarle sus felicitaciones a Taemin. De cierta manera el odio de mi ahora novio hacia mi padre se había diluído con el tiempo, así que el ambiente familiar resultaba tan normal como en cualquier otro lugar; excepto por el hecho de que papá nos obligaba a cada uno a dormir en nuestras respectivas habitaciones, y confiaba tanto en nuestra palabra que nunca se dio el trabajo de entrar a mi cuarto y descubrir que ninguna mañana desperté allí desde que Taemin se había vuelto a mudar con nosotros.

Miré la hora en mi celular pero aún faltaban tres minutos, y sin esperarlo sentí un gélido escalofrío entumeciéndome el estómago y el pecho.

- Por favor, por favor, por favor no... por favor ahora no, todavía no – susurraba en voz alta mientras cerraba los ojos con fuerza.

Taemin se había levantado esa mañana para ir a su último día de trabajo como barista en la cafetería en la que nos habíamos (re)encontrado. Ahora que tendría su título de abogado me dijo que se dedicaría cien por ciento a buscar trabajo en una buena firma lo antes posible. Todo el dinero que había juntado durante todos estos años, además de invertirlo en sus estudios y un sinfín de regalos innecesarios que me negaba a aceptar pero que de todas formas terminaba agradeciendo, lo había guardado porque quería que hiciéramos un viaje que para él resultaba más que necesario.

- Cuando obtenga mi título y todo esto haya acabado, quiero que me acompañes a Corea a conocer a mamá – dijo un día sosteniendo mi cara entre sus manos – nadie más que ella soñaba con verme graduado de leyes y con una linda chica, así que necesito ir con ella para que vea que al final todo me resultó bien.

Se levantó de la cama esta mañana mientras intentaba que mis brazos dejaran de sostenerlo con fuerza. Estaba animado y ansioso, tenía un par de cosas que hacer antes de volver a casa para ir a la ceremonia, así que podía entender que fuera esta vez solamente yo la que quisiera dormir un par de minutos más. Me besó en los labios dulcemente y salió de la habitación con una gran sonrisa. Alargué mi cuerpo estirando los brazos para luego volver a encogerme en la cama. La luz del sol que entraba por la ventana calentaba mi rostro de una manera demasiado agradable, y estaba segura de que podría haber seguido durmiendo mucho más tiempo si no fuera por las náuseas, las malditas náuseas que había sentido toda esta última semana y que le había escondido a todos por el obvio miedo de lo que podían significar.

El teléfono comenzó a sonar y vibrar junto a mí, despertándome de un sobresalto de aquella línea de vida que estaba trazando en mi mente como si esta estuviera a punto de acabar, o por lo menos eso es lo que sentía. Apagué la molesta alarma y desvié mis ojos hasta la mesita de luz junto a la cama de Taemin donde permanecía aquel dispositivo que me daría una u otra opción: una para calmarme, la otra para volverme loca y arrancarme el cabello con mis propias manos.

Not forget, Not forgive ~ Lee Taemin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora