"Secuestrada"
Mi cuerpo se sentía pesado, me dolían los brazos y las manos comenzaban arder. Mis piernas no respondían a mis movimientos y a penas y podía mantener mi cabeza a flote. Los parpados ni siquiera quieran abrirse y la boca se me encontraba seca, tenía unas intensas ganas de beber agua.
Cuando pude abrir los ojos, la imagen de una habitación obscura y distorsionada apareció, mis ojos apenas y podían mantenerse abiertos, la visión aun no se adaptaba a la poca luz que había en el cuarto; cuando esta por fin se arreglo después de unos cuantos movimientos de mi cabeza y varios parpadeos, pude ver que me encontraba en una cabaña, por la madera que había en lugar de paredes y por el piso que era del mismo material. Había una pequeña cama con cobijas azules con blanco. Una gran mesa de madera que tenía una jarra de agua con hielo, al parecer alguien la acaba de dejar ahí junto con un vaso. Quise moverme y llegar hasta ella, pero fue cuando me di cuenta que estaba atada a una silla y que por eso mis extremidades me dolían tanto, intente gritar pero el trapo que mantenía mi boca no me dejaba llamar por ayuda.
Moví la silla, pero fue inútil y caí de lado, dándome un gran golpe en el brazo y provocando un fuerte sonido que sin duda llamaría la atención de la gente que me mantiene cautiva. Dos hombres uno alto de piel clara, ojos negros, de cabello castaño y facciones muy masculinas, de unos treinta años como mucho entro junto con un hombre de unos cuarenta y tantos, calvo, con un cuerpo bien definido para su edad y de piel más ceniza. Ambos llegaron hasta mí y me ayudaron a sentarme otra vez. Los mire con desconfianza mientras ambos sonreían.
Uno de ellos me quito el trapo de la boca, dándome la oportunidad de gritar con toda mi fuerza para que alguien me ayudara, al segundo grito, el chico coloco su mano sobre mi boca, esta olía a cigarrillo así que puse una mala cara enseguida.
––No grites––Dijo el calvo––Nadie va a escucharte, así que por favor no lo hagas
Aparto su mano con cuidado, no volví a gritar esta vez, porque sé que nadie vendría a mi rescate.
–– ¿Tienes sed? ––Pregunto el de los ojos negros
No respondí.
––Debes tenerla––Camino hasta la mesa y sirvió un vaso de agua que con solo verlo provocaba que babeara
La extendió a mí, aparte la mirada para así no tener como distraerme y dejar que el chico me la diese en la boca.
––Prefiero no beberla––Dije con el mayor orgullo del mundo
Ambos arrastraron unas sillas y se sentaron justo en frente de mí, causándome cierta incomodidad. De verdad y por lo menos deseaba que tuviesen compasión y me soltaran las manos o más bien que me soltaran de esta incomoda silla que me aplasta el trasero y me hace doler los músculos.
–– ¿De verdad no la quieres? ––Pregunto el calvo
Mis ojos se desviaron al vaso frio de agua y las gotas que caían de él. Estaba tan sedienta que la verdad no me importaba si ellos me la daban en la boca, solo quería beberla... pero mi orgullo pude más que mis ganas, solo mordí mis labios y me mantuve firme en la decisión.
–– ¿Te duelen las manos? ––Pregunto el de los ojos oscuros
–– ¿Tu qué crees? ––Dije sarcásticamente
El calvo saco de su pantalón una pequeña pistola, al verla lo único que pude hacer fue pegarme a la silla y mantener mi respiración normal, para que no se dieran cuenta de los nervios que me daba esa cosa.
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Jugando a Casarme
RomanceTodo se remota a la antigua Grecia.... Okey... eso no sonó como esperaba, mejor dejemos los rodeos, Mi nombre es Angela Christina Villa Real Deluque (Ya se que mis apellidos son extraños, pero yo creo que mi vida es mucho mas extraña), pero todos me...