Capítulo 19

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Era miércoles, aun estábamos allí mitad de semana, y yo estaba que me moría de los nervios, no podía pensar en nada más que en la reunión que ya había planificado el sábado por la noche, por fin parecían que las cosas me iban bien, por una vez parecía que salía el sol en mi nublada vida, estaba al punto de conseguir lo que llevaba buscando desde que la vi por la ventana de mi habitación el primer día que llegue, o desde que nos chocamos en el pasillo y le ayude a recoger sus libros, mientras me perdía en sus ojos azules. Salía de clase de políticas, e iba más empanado que de costumbre, aque señor mayo que nos trataba como si no estuviésemos, y se marcaba unos monólogos de dos horas, era capaz de freírme el cerebro, pero me encontré con Ben y Carmelo y empezamos una de nuestra más que habituales, charlas sin sentido.
-!Buenas!- dijeron ambos al unísono.
-¡Hola!- respondí.
-¿Qué tal la clase con el zombi?- pregunto Carmelo con algo de maldad.
-En serio te tengo que responder...- dije con algo de sarcasmo.
-Buah, el año pasado me pegaba yo unas siestas en sus clases... Que recuerdos...- añadió Ben.
-Sí es que es un muerto...- alegó Carmelo.
-Claro... de hay su mote imbécil.- le dijo Ben.
-No empiezas enana...- respondió Carmelo.
-Venga calmaros chicos...- dije ya algo aburrido.
-Sí es que me enciende...- dijo Carmelo.
-Pues no te enciendas tanto.- añadió Ben.
-Buah, porque tengo sueño que si no...- dijo Carmelo.
-Haya paz...- dije con el mismo tono cansado.
-Vaaaale.- respondieron al unísono.
-Y a vosotros ¿Qué tal la clase?- pregunte.
-Buah, genial, a Kim, se le ha visto el tanga.- dijo Carmelo.
-Yo no me he fijado en su tanga rojo... Soy un hombre cazado.- alegó Ben.
¿En serio?¿Cómo sabias que era rojo?- pregunte mientras alzaba mi ceja derecha.
-Mierda... me han pillado...- dijo entre dientes.
-Te conocemos demasiado...- añadió Carmelo.
-Bueno chicos, me voy que me toca clase con el búho.- dije a modo de despedida.
-A nosotros con la maquinista.- respondió Ben.
¿La maquinista?- pregunté algo extrañado.
-Sí, porque esta como un tren.- respondió Carmelo mientras guiñaba un ojo.
-Sí es que no pensáis en otra cosa... ¡Adiós!- dije mientras ya ponía rumbo a la clase.
--¡Adiós!- respondieron mientras también tomaban camino a la suya.

Iba paseando tranquilamente por el campus, de camino al la sala 2.3, donde nos esperaría una aburrida hora de historia, hasta que de repente note una mano fría que enganchaba mi hombro derecho, y no me dejaba seguir avanzando.
-Novato, espera.- dijo una voz imponente, me gire, y el rostro se me quedo pálido.
-¡Ryan!-dije sorprendido.
-¿Qué?¿Estarás contento? - pregunto Ryan algo sarcástico.
-¿Cómo?-pregunte aún algo desconcertado.
-No te hagas el tonto... lo has conseguido, Sophie y yo hemos cortado...- dijo mientras su voz se apagaba poco a poco.
-¿Por qué sabes que he sido yo?- le pregunté.
-Es obvio, llevas dándome problemas desde que llegaste, y ahora... ahora a Sophie.- dijo mientras apretaba el puño con rabia.
-Sí no querías que sucediera, le tendrías que haber dejado que se relacionará, que viviera...- dije respondiendole cada vez con algo más de agallas.
-¿No lo entiendes?¡La protegía! La protegía de chicos como...- dijo sin ser capaz de terminar la frase porque se atragantaba con su propia saliba.
-¿De chicos como que!- pregunte intentando hacerme más grande en la discusión.
-De chicos como... como... mi padre.- respondió mientras una lágrima recorría su rostro.
-¿Cómo que tu padre?- respondí en estado de shock.
-Sí joder... Mi madre era una chica dulce, como Sophie, y mi padre... mi padre le pegaba, la maltrataba... Yo quería protegerla de gentuza como él... ¿No me entiendes?- preguntó mientras otra lágrima se las apañaba para escaparse de su pupila.
- Claro que te entiendo. Pero... no puedes aislar a una persona por miedo a que le ocurra algo, somos seres libres, con sus ventajas y sus inconvenientes, no puedes cortarle las alas a un pájaro, por miedo a que vuele y se estrelle contra un muro, hay que dejar que la gente experimente los buenos momentos... y aprenda de los malos.- respondí muy comprensivo, y sin siquiera mirarme a los ojos, Ryan comenzó a andar, y desapareció en pocos segundos.

Aquella conversación me había dado que pensar... A lo mejor Ryan era un buen chico, con una infancia dura, y sus motivos eran nobles, pero poco ortodoxos.
A fin de cuentas, somos quien somos, gracias a las experiencias que hemos vivido, tanto buenas, como malas, y todo el mundo tiene un motivo por el que hace las cosas. A lo mejor Ryan no era aquel demonio que tenia en mente durante todo este tiempo, va a ser verdad que no se puede juzgar un libro por su portada...

Nacido para triunfarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora