6. El uno para el otro.

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*Sí te gustó el capítulo, regalame una estrellita*

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Lía

Gire y vi cómo se acercaba.

Que no se acerque...

¡Por favor que no se acerque!

— ¿Qué hay? —pregunto dedicándome una sonrisa—. Hola Lía.

—Hola. —Eleve las comisuras de mis labios apenas.

—Qué linda te ves. —Sentía la mirada penetrante de Noah hacia Bruce.

—Muchas gracias, Bruce.

Se preguntarán, ¿esté de dónde salió? Bueno, él era mi compañero en algunas clases. Y estaba enamorado de mí. Era lindo, amable y muy atento conmigo. ¿Por qué diablos no intentaba nada con él? ¡Lo hice! Pero no funcionó, cada que salía con él pensaba en Noah y sería una perra si hubiese seguido con Bruce, pensando en otro. Razón por la que decidí que lo mejor y más sano sería seguir como amigos. Pero él no entendía lo mismo.

—Sí y estábamos hablando. —Noah habló interviniendo.

—Eso veo. Pero solo quería saludar. No los interrumpo más, adiós Lía... —Se despidió con la mano y se alejó.

—Aún le gustas. —Fruncí el entrecejo ante ese comentario repentino—. Se nota —dijo con indiferencia.

—Lo sé —respondí soltando un suspiro.

— ¿Te gusta? —Lo evalúe, no entendía a qué se debía su pregunta—. ¿A ti te gusta Bruce?

—Eh... No... —Noah asintió.

—Pues tú a él sí.

— ¿Qué tiene eso de malo?

—Qué no es un buen chico para ti.

— ¿Y quién si? —Se encogió de hombros.

—No me hagas caso, es solo que él nunca me ha agradado y solo intento protegerte. —Sonreí.

¿Sabes quién si sería bueno para mí?

Tú...

¿Por qué no lo ves? ¿Por qué no me ves de esa forma? ¿Sería todo más fácil si declarará mi amor? Sí, quizá sí. Pero el temor me paralizaba.

Terminamos nuestro helado y luego cuando era ya de noche regresamos a casa. Se quedó a cenar, amaba las tardes que pasaba junto a él. Éramos solo nosotros, sin nadie más, sin nadie que rompiera nuestra burbuja, pero lastimosamente el tiempo tiene pasar tan rápido, qué apenas lograba disfrutar lo suficiente.

Los siguientes días fueron por demás malos y extraños. La única clase que compartía con Noah era química, pero esa también la llevaba ella.

Y dolía ver cómo Noah siempre pasaba la hora mirándola, pendiente de cada movimiento que ella hacía, cada que algo así pasaba era como si una daga fuera implantada en mi corazón. ¿Por qué amar duele tanto? ¿Por qué tienes que enamorarte de alguien que no siente lo mismo?

Ni siquiera lo sabes Lía...

Iba caminando para mi taquilla, venía hablando con Samy, quién estaba contándome como era su vestido para la fiesta del viernes, y que además, su pareja era Luca. Me sorprendió mucho, pero intuía desde hace tiempo que ellos se gustaban, por lo que me alegraba mucho que ellos estuvieran intentando algo.

— ¿Ya compraste tu vestido? —Negué con la cabeza mientras organizaba mis libros—. ¿¡QUÉ!? ¡Te quedarás sin los mejores! —Me encogí de hombros, desde que me entere que doña dientes perfectos iría, mis ánimos se vieron pisoteados—. ¿Es por ella? —Volví a ver a Samy, no comprendía.

— ¿Qué? ¿Quién? —dije intentando verme desentendida.

—Amalía, sé que no somos muy unidas. Pero soy una chica y sé cuándo problemas como: amor, y celos. —Picó mi hombro con su dedo—, les pasa a alguien más.

—No... No... —Ella suspiro, cerró mi taquilla y me llevo por el pasillo mientras pasaba su mano por mis hombros.

—Tu secreto está a salvo conmigo. —Guiño un ojo, fruncí el ceño—. Por favor Lía. —Se acercó a mi oído—. Sé que te gusta Noah... —Mis vellos se erizaron.

— ¿A mí? ¡Pff! —Samy me fulminó con su mirada, suspire y asentí, ¿qué más daba?—. ¿Tanto se me nota? —Ladeo la cabeza.

—Sí, pero no tanto, para que él lo note. Debes de decirle. No dejes que esa rubia te lo quite. — ¿Quitármelo?, resople. Ni siquiera sabía si él sentía lo mismo.

—Pero...

—No digas nada chica. —Silencio mi boca con su dedo índice—. Mañana será el día en que le dirás todo. Se verían tan bien juntos. —Llevo una de sus manos a su pecho teatralmente.

— ¿Quiénes se verían bien? —pregunto Noah, apareciendo sin darnos cuenta.

Inmediatamente sentí como el blanco de mi rostro se diluía a un pálido, para luego dar paso a un rojo escarlata.

¿Qué debería hacer? ¿Correr? Sí, sí, me parecía una gran idea. ¡CORRE AMALÍA!

—El vestido qué comprará Lía, para la fiesta de mañana. —Noah me sonrió, y sentí mis piernas cambiar de composición a gelatina. Pero a la vez sentía un alivio.

—Seguro que sí. —Me sonrió.

—Tengo hambre ¿nos vamos? —dije, los tres caminamos al comedor.

El almuerzo fue muy, muy incómodo. Y no sólo hablo de comer en la misma mesa con Melody mientras miraba como Noah babeaba. Sino saber que Samy sabía "mi secreto", perturbaba mi ingesta. Pero a la vez, era tranquilizador tener a alguien con quien hablar sobre eso, ya no tendría que cargar con todo sola. Y aún más saber que contaba con su apoyo. Pero era Samy, eso podía ser bueno o muy malo.

Ese mismo día en la tarde, Samantha me llevo de compras. Recorrimos tiendan por tienda, departamento por departamento, de cada una de estas. Y ni hablar de la cantidad de vestidos que me probé, accesorios, zapatos, ¡Jesús!, estaba muerta de cansancio, pero ella no. Así, que siempre me seguía arrastrando por todo lado. Luego de terminar todas las tiendas, al fin había encontrado algo que me gustara, fuera muy yo y a ella también le gustara. Era de color azul cielo, ajustado y llegaba a media pierna. Era muy bonito. Junto a unos tacones crema y un bolso de mano del mismo color.

— ¡Estoy muerta! —exclamé tirándome sobre mi cama.

—Pero encontramos el vestido perfecto para ti. —Sonreí feliz—. No hay de que, no hay de qué. Soy la mejor lo sé. —Rodé los ojos.

—Muchas gracias. —Se sentó a mi lado—. ¿Crees que le guste a Noah?

—Mojara su bóxer, querida. —Ambas reímos—. Son el uno para el otro, que nada te haga pensar lo contrario. —Asentí—. Bueno debo irme, mañana en la noche pasare por ti ¿bien?

—Bien.

La tanda del instituto del día siguiente paso rápido, estaba ansiosa que llegará la fiesta. No dejaría qué nada arruinara mi ánimo.

Había pasado en el descanso hablando con Samy, quien me hizo ver que era tiempo de sacar todo aquello, de decir lo que mi corazón había sentido.

Convenciéndome que éramos el uno para el otro, que ambos teníamos un laso muy fuerte.

Y que seguro Noah, al verme ahora caería rendido. No podía negar que me deje llevar por la idea que algo así pasará, que por fin Noah, fuera mi Noah.

Ya bastaba de tanto callar.

Pero nada nunca es como lo planeamos... 

Numero de palabras: 1084

N/A: «Pero nada es nunca como lo planeamos...» </3 Preparen sus antorchas y tridentes para perseguirme >:D

Besos fugaces © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora