Capítulo - 25

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Treinta minutos más tarde, después de haber llorado hasta sentir que todo mi cuerpo ya no tenía ni una sola gota de líquido, tome el valor suficiente para tomar mi celular y salir de mi casa.

El cielo grisáceo anunciaba lluvia, al parecer el clima también sentía mi dolor, ese dolor punzante y agresivo, definitivamente no tenía compasión de mi, nadie la tenía y por alguna razón, a pesar de no quisiera sentirme de esa forma, lo hacía. Me sentía sucia, usada, lastimada, como una cualquiera.

El problema aquí era que, yo no era una cualquier, en toda mi vida, solo me había entregado a alguien y ese alguien me había dejado como un desecho, como algo insignificante.

Dolía, de la peor manera, era el peor dolor que alguna vez hubiese sentido, quemaba más que el fuego, y me sentía sola, incluso más que la misma soledad en su estado vegetativo.

Respire hondo, escuchando como mi subconsciente me repetía la frase "no te detengas ahora" mientras observaba el paisaje tenebroso frente a mí.
Su territorio.

El bosque era aun más macabro cuando el cielo estaba nublado, la briza era fuerte, mi cabello fue alejado de mi rostro por la velocidad del aire. Mi piel se erizo, pero me dije que ya no había tiempo para retractarse, ya no era el momento y aunque hubiese querido alejarme, ya estaba adentrándome al bosque.

La briza moviendo las ramas de los arboles era lo más siniestro, por un momento, si no estuviese en mi sano juicio, habría pensado que eran murmullos, murmullos enloquecedores.

De cualquier forma, dudaba que eso pudiese asustarme, estaba tan ida, tan afectada y alejada de la realidad en ese momento, que no me importo lo que pasara a mi alrededor. Simplemente me enfoque en encontrar la cabaña.

Mi corazón se aceleraba con cada paso recorrido, mientras que mi sentido alerta crecía. Faltaba poco, muy poco y mientras la idea de que estaba cerca se adentraba a mi cerebro, me prepare mentalmente para lo que venía.

Estaba tan confundida, que realmente esperaba que él estuviese arrepentido, esperaba que me pidiera una disculpa y me dijera que estaba equivocado respecto a todo lo que dijo. Tenía esperanza y por más estúpido y sadomasoquista que sonara, lo quería a mi lado de cualquier forma en que él quisiese estar conmigo.

La simple idea de imaginarlo con alguien más, abrazando a alguien más, protegiendo a alguien más que no fuera yo o su futuro hijo, me provocaba nauseas moribundas. Sabía que sonaba egoísta y si, en efecto, lo era. Lo era porque Justin era lo único bueno en mi vida a pesar de que fuera un peligro, me importaba una mierda que su padre no nos quiera juntos, no me importaba el hecho de morir a los treinta días después de haberlo aceptado, no me importaba dejar mi vida en el intento por luchar por un futuro juntos. Porque si era necesario, dejar esta vida y la siguiente, no me importaría, definitivamente lo haría.

Sin embargo, el temor se convirtió en mi mantra, en un aura que estaba a mí alrededor irradiando.
Las luces tenues de su cabaña estaban encendidas y en ese momento, a pesar de estar considerando la idea de regresar por donde vine, sabía a la perfección que ya no era tiempo de arrepentirse, sabía que si había llegado aquí con un motivo, me iría con el mismo motivo siendo liberado.

No me tome la molestia de tocar, simplemente entre, lentamente.

La puerta rechino y tape mi boca para que mi respiración errónea fuera casi imperceptible. Sabía que el simple sonido de mi respiración sería motivo para que Justin se diese cuenta de que estaba aquí, en su hogar.

Sin embargo, no había nadie en aquel lugar, todo estaba solo, abandonado.

Él no estaba en casa.

Inhumano (Justin Bieber y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora