Capítulo - 35

1.7K 101 1
                                    

 

|6º mes de embarazo.|

Parece que ha pasado una eternidad, no sé exactamente a que se deba el repentino cambio de mi actitud e inconscientemente, una parte de mi sabe que las inmensas ganas de tener a mi bebé conmigo están carcomiéndome la piel.

Resulta menos difícil tener que ver a Justin en la Universidad, pero si hay algo más extraño que aceptar el hecho, es que desde hace menos de un mes, el ha comenzado a acercarse. Su expresión y la despreciable forma en la que me hacía sentir desde la mayor parte de mi embarazo han desaparecido.
Incluso parece como si estuviese intentando acercarse a mí e incluso, como si estuviese arrepentido, pero la herida se niega a tomar el riesgo de tener que hablar con él.

He tenido que lidiar con el hecho de tener que ver a Alex en la mayor parte de mis clases y no resulta nada fácil el tener que ver su cara de pocos amigos cada vez que nos cruzamos, evidentemente hemos llegado de pasar de la indiferencia al rechazo y odio total. En mi caso, no la odiaba como quisiera hacerlo en realidad, pero es algo que he olvidado, sus palabras hirieron la parte más débil de mi cuerpo, al menos lo que quedaba de él.

Pero había algo bueno en todo esto, las clases estaba por terminar, las vacaciones de navidad estaban por llegar, lo cual era gratificante en muchos sentidos.
La escuela no tiene muchas novedades o al menos debido a mi poca sociabilidad he decidido mantenerme indiferente a todo lo que esté ligado a ella.

Sería una completa mentira si dijera en estos momentos que mientras camino hacia el laboratorio de ciencias y observo el andar solitario de Dalí, no me duele.

He hecho una lista mental de todo lo que he perdido:
Dali es probablemente lo que más me duele. Hemos estado juntas desde el inicio de la escuela secundaría y nunca nos habíamos peleado ni una sola vez y si es que realmente lo hubiésemos hecho, en estos momentos aquel acontecimiento era tan insignificante que lo había olvidado. Había muchos recuerdos, los cuales me servían como único consuelo en este mundo en donde mi destino era la soledad.

Mi dignidad, una de las pocas cosas que me clasificaban como un estereotipo de mujer ejemplar, todo eso se había ido a la mierda en cualquiera de sus ángulos.

Perdí tiempo, tiempo en el cual probablemente pude haber hecho cosas diferentes, que me llevaran a un camino diferente a este, algo completamente opuesto y paralelo.

Diría que perdí al amor de mi vida, pero la realidad es... que nunca lo tuve, nunca tuve el amor de Justin y a pesar de que yo estuviera enamorada de él con locura, sabía que no se merecía que permaneciera de luto para él y eso recién lo entendí hace poco.

Aunque después de ver la forma que había tomado mi vientre en este tiempo, sabía que no era del todo una perdida. Había ganado algo de todo esto y en tan solo tres meces estaría aquí y lo vería crecer.

Dalí levanta el rostro y me sorprende viéndola, me estremezco y de pronto estoy perdiéndome en su mirada verde esmeralda, parece apagada y completamente desaliñada, su rostro demacrado y sé que probablemente me encuentro en las mismas situaciones.

Una débil sonrisa se forma en su pálido rostro, resultando casi inexistente. Me parte el alma verla de esa forma y cuando estoy a punto de tomar toda mi valentía para preguntarle a cerca de su estado, ella se desploma en el suelo de la universidad.

Con el corazón en la mano, mis ojos comienzan a picar desde lo profundo, ver a mi mejor amiga inconsciente en el suelo resulta ser bastante doloroso y los nervios no me permiten racionalizar en busca de la opción más rápida.

(...)

Observo los rostros preocupados de los padres de Dalí, no tengo la cara para verlos a los ojos y el corazón se me encoge cuando me ven y se acercan a abrazarme, me siento poco merecedora del tal muestra de afecto.

Ellos me piden que les explique cómo es que ha pasado todo esto y ante la preocupación que ciento en ese momento, soy incapaz de contener el llanto que me causan las circunstancias por las que estoy pasando. Algo en mi interior insiste en que todo esto es mi culpa, como si todo esto fuese responsabilidad mía.

Los padres de Dalí me explican su comportamiento tan extraño en los últimos dos meses, desde la forma en que se ha perdido la comunicación, hasta el punto en que ni siquiera sale de la habitación para comer. Lo cual no logra tranquilizarme ni un poco.

Después de debatir ante sus propuestas de regresar a casa y descansar, cuando observo la forma en que parece que quieren estar solos en el lugar, cedo mi derrota y me despido de ellos para salir del hospital, aún sin tener previas noticias del estado de Dalí.

Mi débil paso es detenido por el impacto de un cuerpo y observo la expresión de preocupación en Cara, quien inmediatamente me observa con el seño fruncido y su desprecio es más que evidente.

-¡¿Qué mierda haces aquí?!- Pregunta, su tono de voz es casi venenoso y rencoroso.

Me duele el alma cuando me doy cuenta de que he perdido a las personas más importantes de mi vida.

-Yo- yo... He venido co-con, Dalí- Titubeo, me siento intimidada por la mirada azul de Cara y bajo la mirada, sintiéndome completamente culpable.

-¡Tú no tienes ningún maldito derecho de estar aquí!- Estalla- ¿Por qué no mejor te vas por donde regresaste? Deberías entender que Dalí no te necesita ahora, ya has hecho bastante con haberte comportado como una perra con ella- Escupe con rabia.

Sus palabras me duelen. Cara siempre había sido así, una chica sin escrúpulos, completamente ajena a lo que pudieran causar sus palabras en las personas, era alguien que no sabía medirse y claramente no se quedaba callada respecto a lo que pensaba.

Pero no tengo argumentos para debatir y llevarle la contraria, incluso no tengo porque hacerlo, cuando sé que ella tiene razón en todo lo que ha dicho.

-Tú no lo entiendes, Cara- Susurro, incapaz de verla a los ojos- No tienes ni idea de porque lo he hecho, porque si hay algo que puedo asegurarte, es que lo hice pensando en nadie más que en ella- Aseguro.
Cara suelta una sonora carcajada sin humor, casi siendo arrastrada con arrogancia.

-¿Qué lo hiciste pensando en ella?- Cara finge limpiar lagrimas de sus ojos- Tu solo has venido a empeorar las cosas- Sus ojos se abren, fulminándome y su piel se pone colorada- Fuiste tan cruel con ella que no fue capaz de regresar a su casa por dos días, ¿Y sabes lo que paso? Dime... ¡¿Lo sabes?!- Gritó.

Temblé con cada palabra en la que subía la voz y me encogí como si estuviese dándome golpes. Y es que la realidad era que se sentía de ese modo.

-¡Por supuesto que no lo sabes! ¡No lo sabes porque eres una egoísta! ¡Porque siempre has pensado en ti y no permites considerar lo que pueda sucederle a las demás personas!- Las lagrimas amenazaban con salirse de mis ojos en ese momento, más aún cuando creí que la peor etapa de mi vida había terminado.- Pero te lo diré, porque me muero por al menos hacerte sentir un poco lo que ella ha sentido, porque quiero verte destruida en cada ámbito. Te lo diré porque quiero que te des cuenta de la clase de mierda que eres-

Mi corazón se prepara mentalmente para el golpe, aunque resulta que es suficiente con el escuchar sus palabras siendo arrastradas con cada partícula de odio existente en su delgado cuerpo.
Ella se acerca a mí, colocándose en mi oído y susurra:

-Le han quitado a la fuerza lo más preciado que puede tener una mujer- Dice e inmediatamente mi cerebro se vuelve un aparato que repite cada palabra- Ella a diferencia de ti, no pudo entregar su virginidad por voluntad propia- Son sus últimas palabras y se aleja, dejándome parada ahí, con el corazón dándome un vuelco y la culpabilidad quebrándome en mil pedazos...

Inhumano (Justin Bieber y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora