Capítulo - 34

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Durante los últimos meces, la sensación de necesidad no desaparece. Siento cierta obsesión con los helados de menta y aunque probablemente comer de uno hasta tres botes de helado cada dos días no parece ser de lo más saludable.

Evidentemente a mi organismo eso le importa muy poco.

Mamá está aún más paranoica conforme pasan los meses, a pesar de que mi vientre aún no ha tomado una forma y volumen considerable, ella insiste en que mi bebé será enorme, aunque a diferencia de ella, yo predigo que será de un tamaño promedio, nada relevante. Incluso mamá parece quien está llevando una criatura en el vientre, su emoción deja mi ansiedad en un punto muy, muy bajo en comparación.

La semana pasada fui a mi primera revisión, al parecer todo se encontraba en orden y a partir de cada mes tendría que regresar al consultorio, algo así como una visita mensual.

En estos momentos estoy haciendo las compras, camino por el pasillo de helados, buscando el sabor que desde hace tres meses se ha hecho mi preferido y el cual presentía que al final de mi embarazo terminaría odiando.

(...)

A la mañana siguiente, siendo inicio de semana, me resulta más difícil levantarme de la cama y si algo es más difícil aún es regresar al lugar en donde a cada minuto recuerdo todo lo que he perdido en los últimos meses, resulta que era más difícil de superar de lo que imaginaba, más aún cuando tenias que verlo a diario.

Camino a pasos lentos por el pasillo de la universidad, acercándome a mi casillero, hoy he llegado con veinte minutos de anticipación, lo cual tenía su lado bueno y el malo, pero no consideraba pensar en mis opciones ahora.

Tomo un par de libros, el de algebra y literatura, los meto en mi bolso, cierro el casillero y camino hacia el aula. El pasillo permanece vacio, es probable porque he llegado más temprano que la mayoría de los estudiantes.

Entro al salón de clases completamente distraída, tarareando y tomando el asiento del frente, pero no es solo el fuerte estruendo con el que se cierra la puerta, más allá de mi pánico inmediato, las miradas de Alex y su amiga Scarlett me dejan la piel helada.
Scarlett que parece costarle más de lo que aparenta esta situación, niega con la cabeza repetidas veces y ni siquiera puede verme a los ojos, en cambio permanece observando cualquier lugar menos a mí.

Alex es amenazante, con su mara azul penetrante observándome como una presa vulnerable. Mi pulso ha incrementado y mi cuerpo se pone alerta, completamente a la defensiva.

-Que alegría tenerte por aquí- Murmura amenazante- Creí que tardarías un poco más en llegar- Alex camina hacia mí, sus pasos lentos e intimidantes hacen que mi cuerpo tiemble.

Me pregunto en donde había quedado mi valentía, incluso no recordaba cómo era, lo había olvidado desde hace mucho tiempo.

Mi instinto maternal y defensor están mezclándose, pero una parte de mí, la insegura y cobarde –la cual dominaba más mi sistema- se abniega completamente a enfrentarme a ella de una forma física.

-¿Q-qué es lo que quieres?- A pesar de que intento mostrarme fuerte e imperturbable, mi cuerpo me traiciona, mi voz tiembla al igual que mis manos y piernas, pero intento no hacerlo visible o evidente.
Ella observa sus uñas y su cabellera oscura cubre parte de su rostro.

-¿Sabes? Me ha costada bastante investigar acerca de lo que hubo alguna vez entre tú y Justin- Entro en pánico en cuanto ella termina de hablar.

Alex había llegado a un punto en el que no creí verla nunca, pasando de la atracción por un chico, a la obsesión. Ella estaba loca y sin embargo, esa misma locura me hacía sentir celosa de que estuviese interesada en Justin.

Inhumano (Justin Bieber y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora