Capítulo 5

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"Me has capturado, eres más hermosa que un ángel, solo te amaré a ti. Cuando estés triste me quedaré a tu lado. A veces pasarás dificultades, si es muy difícil para ti, recuerda que siempre te amaré. Siempre estaré aquí para protegerte..." (Angel)

- Llamé a tu escuela para decir que no ibas a ir – dijo mientras me miraba comer. Tenía en mis piernas una bandeja llena de comida que él había cocinado para mí, porque nuevamente las señoras del servicio no estaban.
- ¿Y quién te dijo que no iba o que no quería ir? – lo miré desafiante.
- Yo. Yo lo dije – y me miró duro. Si las miradas mataran. Sin embargo esta solo me comía viva. Lo miré sin decir nada, recordando que él acababa de romper un record, quien duraba más aguantándome. -¿El gato le comió la lengua pequeña peleonera? –
- Hablar contigo me parece primitivo – contesté. Porque decidí que no me iba a rendir. – Quiero salir – él me miró confundido mientras desplazaba sus ojos de mi cara a mi pie lastimado. – Joder Myungsoo, sácame de aquí - .

Al instante él se levantó de donde estaba y me cargó en brazos. No me lo esperaba, no sé, me imaginaba otras cosas, como que me ayudara a cojear. Sin embargo me llevó cargando al ropero para que tomara mi ropa, me acercó a la ropa colgada y tomé la blusa que quería. Luego me abrió un cajón, lo cerró cuando negué con la cabeza, abrió otro y había ropa interior, nos sonrojamos de la pena y nos miramos, nuevamente su rostro estaba muy cerca del mío, él sonrió y se acercó a mi poniéndome nerviosa, pero luego cambió el rumbo y prosiguió a cerrar el cajón y abrir otro, que por fin era el indicado, saqué un short y lo miré, el cerró el cajón y me llevó a la cama.
- Esto no era necesario – dije.
- ¿Dónde te vas a cambiar? – contestó ignorando mi pregunta. Lo miré unos segundos y luego desvié mi mirada para dar la respuesta: aquí. - ¿Estarás bien sin mí? –
- Perfectamente pequeño pervertido – él abrió los ojos y se puso rojo como un tomate. Reí por lo bajo mientras veía como se alejaba para salir de la habitación y cerrar la puerta tras de él.

Desperté en medio de la noche con un terrible dolor que se corría desde el talón por todo lo largo de mi pie, mi pantorrilla, mi pierna, e incluso, pero en menor medida, parte del abdomen. Era un dolor delirante, agudo pero ni siquiera preciso. Joder. Me encontraba tan sola que mi única opción era llamar a ese cretino y permitir que me viera así, sufriendo y con ropa corta. Eso significaría demasiada recompensa para él. Estúpido pervertido.

- ¡Myungsoo! – grité después de un rato, ignorando cualquier cosa que no me permitía pensar con claridad. Como decía mi papá, cuando hay dolor debemos despejar aquellas cosas que no nos sirven para poder pensar mejor.

Y antes de que decidiera cometer alguna estupidez por mí misma, como aventarme por la ventana o acuchillarme para ya no sentir dolor (lo cual es un pensamiento suicida muy difícil de explicar incluso para los expertos), o alguna otra estupidez, llegó Myungsoo para salvarme. El niñero me tomó en brazos y me cargó hasta su habitación, no sé por qué, luego corrió a su baño para posteriormente volver con un botiquín y un reguero de medicamentos. Sacó una crema de la caja y la untó en mi pierna, viendo con angustia como me retorcía de dolor tomó un medicamento para dármelo y un terrón de alguna cosa extraña con concentrado sabor a fresitas que me obligó a morder. El dolor, aunque no se quitaba por completo, rápidamente fue aminorando.
Myung soo me tapó con la sábana de su cama, tomó su guitarra, y aún sin limpiar su rostro lleno de sudor volvió a cantar para mí. La melodía era dulce, algo cálido y a la vez un poco romántico. Pero perfecto. Perfecto para aquella noche tan oscura, pero a la vez tan iluminada por tantas estrellas. Perfecto para aquella brisa tan fresca proveniente de la costa. Las mantas de mi niñero no eran frías ni calientes, sino cálidas, acogedoras. Su canto no era ni triste ni contento, sino romántico, lento. Y yo, no era ni blanco ni negro, era yo. Aún podía escuchar el mar, cuando las olas golpeaban en la orilla, seguramente a esta hora la marea estaría alta, viva. Recuerdo cuando mi padre me llevaba al mar. Me tomaba de la mano y juntos recorríamos la orilla de la playa mientras cantábamos y tarareábamos letras de canciones que existían y que inventábamos. Esos eran los tiempos en que veía a mi padre. No me llega a la memoria el momento en que él se alejó tanto de mí, ni mucho menos cuando comenzó a estar tan tenso. Simplemente cuando desperté una mañana él ya era así. Era así sin importar que lo extrañase o quisiera a mi viejo padre de vuelta. Solamente era así.
- Myungsoo ¿Podemos ir a caminar a la playa? – dije mareada.
- Claro que si pequeña, claro que si – contestó, antes de perderme en mis dulces sueños.

ANGEL - Kim Myung Soo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora