Capítulo 13: Un día de calma

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En las calles de Francia, Layla y Yuri paseaban de forma tranquila, su expresión era diferente. Claramente lo vivido por ellos en Rusia había sido algo que los marco y sus rostros lo expresaban en demasía.

—Todo indica que la pequeña Rosetta ha iniciado su andar y eso será muy bueno para el escenario —dijo Layla.

—Asi es Layla, en ella se nota mucha seguridad. Si bien su forma de dirigirse a hacia nosotros no fue la más amable, ciertamente es parte de su carácter, el cual ahora esta forjándose ella misma y eso es muy bueno.

—Claro Yuri, solo espero que en caso de caer, su derrumbe no sea tan fuerte.

La pareja continuo su andar, visitaron museos y todo tipo de lugares llenos de arte.

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—Sora, ¿deseas que ordene servicio a la habitación? —pregunto Maksim, quien sólo traía una toalla, la cual cubría su cintura.

—No, lo que acabamos de hacer fue más que suficiente, no deseo nada más—respondió ella en tono alegre.

—Como gustes, yo me vestiré e iré al bar del hotel para beber una copa.

Maksim salió de la habitación, mientras Sora continuaba recostada en su cama. Ella estaba desnuda, solo la cubrían las sabanas de aquella piltra en donde yacía. Minutos después, Gabrielle ingreso a la habitación de Sora.

—Señorita Naegino, le llama su abogada, la señorita Manami.

—Gracias Gabrielle —respondió Sora mientras se ponía de pie.

Su asistente se ruborizo al ver el cuerpo desnudo de su jefa. Sin embargo, Sora la tranquilizo al instante.

—No te preocupes Gabrielle. No tienes porque avergonzarte, eres una chica al igual que yo, eres mayor de edad al igual que yo y tu cuerpo es igual que el mío, tiene lo mismo. No es algo por lo cual debas apenarte. Te tengo mucha confianza, se que apenas nos conocemos, pero desde aquella vez que te vi por vez primera, supe que eras una buena chica, asi que por eso te ofrezco mi amistad y confianza absolutas.

—Muchas gracias señorita—respondió una apenada, pero más relajada Gabrielle.

Sora se coloco una bata muy bonita en color blanco, y tomo la llamada.

— ¡Manami, que gusto saludarte!

—Sora, ¡eres una atolondrada, nunca cambias! ¿Cómo se te ocurre irte a otro país a entrenar sin antes recibir a tus padres?

— ¡Cálmate Manami!, ellos saben como es mi trabajo, además deje todo en orden para que ustedes fueran bien recibidos. Lo importante en este momento es que ya están instalados y encargándose de los asuntos más importantes de la corporación, asi que ya no te enojes querida amiga.

—Tienes razón Sora, aún no puedo creer que todo esto te este pasando, es de verdad inverosímil, pero en serio me alegra mucho porque te lo mereces. Y cuéntame, ¿cómo van las cosas en Francia?

—Muy bien Manami, todo marcha perfectamente, estamos a pocos días de la competencia y en este momento estoy descansando para estar en forma en mi presentación.

—Ya veo, me alegro mucho por ti, sabes que te deseo lo mejor como siempre. Es una pena no poder estar en el festival, pero ya tendré oportunidad de ver tu actuación de nueva cuenta cuando regreses a Kaleido. Me despido, sólo deseaba saludarte.

Kaleido Star: El inicio de una nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora