Capítulo 23: Luces de noche en la Ciudad

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Una semana había transcurrido desde que Sora y sus amigos llegaron a Los Cabos. Los medios como era de esperarse no dejaban de asediarla, ya fuera directamente o como paparazis. Ella estaba consciente de todo eso, y por esa razón se dejaba tomar fotos, videos y todo ese tipo de cosas a las cuales estaban acostumbrados esa clase de medios. Ella lo hacía apropósito sin ocultar absolutamente nada lo cual en ocasiones llegaba a fastidiar a algunos "reporteros" dado que ellos por lo regular viven de amarillismo y al no obtener nada de eso de parte de Sora, pues no sabían que hacer al respecto.

Hubo intentos de hacer pasar a Sora como una lesbiana, cosa nada grave, intentaron inventarle un romance con la jovencita Nadia, e incluso triángulos amorosos con Gabrielle y Maksim. Sin embargo, nada les funcionaba, pues ella era exageradamente transparente, al grado de decirles que decir o inventar. Todo eso fastidio a la prensa amarillista y gracias a ello, poco a poco se fueron resignando y optaron por dejarla en paz.

—Sora, eres muy cruel con esos tontos—dijo Nadia—. Deberías dejarlos ganar, aunque sea una vez.

— ¿Yo dejar ganar a alguien sólo por lastima? Realmente no me conoces querida Nadia.

—No sabes lo que dices Nadia—intervino Gabrielle—. Sora tiene años de no hacer eso, su estilo ahora es únicamente ganar y nada más. Ganar en lo que sea y en donde sea, siempre dándolo todo hasta el final y esta no es la excepción.

—Asi es mi querida Nadia, si ellos desean descubrir algún secreto oscuro de mi vida o lograr que alguna de sus patrañas sea creída por la gente, que luchen por lograrlo. Lástima que nunca pasara.

Sora y Gabrielle comenzaron a reír, mientras Nadia las observaba un tanto confundida y opto por no decir nada más.

—Chicas, lo estoy pasando increíble con ustedes, pero debo salir a arreglar unos asuntos personales—dijo Sora.

Nadia la observo confundida, pero continúo callada al tiempo que Sora salía de su habitación.

— ¿A dónde se dirige? —pregunto Nadia sin poder aguantar más la duda.

—No te esfuerces en tratar de saber que hace o a donde va. Cuando Sora dice que es personal, asi ha de quedarse y nadie debe interferir. Eso es algo que siempre hace en cada festival, presentación o torneos. Todo eso es parte de su extraño ritual y nosotros no debemos cuestionarla.

—Está loca, sólo eso puedo decir—respondió Nadia soltando una sincera risotada.

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Se hizo de noche, Los Cabos, era un lugar realmente paradisiaco, Sora se encontraba en un sitio hermoso, alejado de toda civilización posible; un lugar en donde el mar parecía brillar cuan joyas preciosas. En ese momento ella se detuvo, observo la bella vista y se sentó en una enorme roca, la cual tenía una perfecta panorámica hacia el mar.

—Ya han pasado varias horas, creo que mejor me voy, esa persona no llego—dijo Sora, quien vestía un bello vestido acorde para el lugar en donde se encontraba.

— ¿Tan poca paciencia tienes?, te he estado observando desde hace horas y tú sigues tan despistada. Algunas cosas nunca cambian.

Sora volteo y de inmediato puso una gran sonrisa al ver que Layla Hamilton, su querida amiga, estaba en ese lugar.

— ¡Layla! —Exclamo Sora cuan niña de diez años—. Pensé que no llegarías.

Ambas mujeres se abrazaron fuertemente, demostrándose un enorme cariño; ese cariño que desde hacía muchos años tenían la una por la otra.

Kaleido Star: El inicio de una nueva eraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora