17- La Vida Clásica.

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"Partido por la vida clásica" creo que era el nombre de quienes nos trajeron el "Nuevo Mundo". Sus ideologías eran rarísimas para la época y aún más para un país como San Benito, según se cuenta: a pesar que éramos una potencia mundial caracterizada por la tecnología y el futuro, ellos querían derribar todo eso para reemplazarlo por "un estilo de vida más real". Fuera Internet, fuera máquinas, autos, televisión y... todo lo que fuera computarizado o digital; lo eléctrico era un lujo también. Ellos deseaban volver a la época antigua donde las cosas eran a mano y uno debía moverse para conseguir algo; querían las cartas a los mails, las pinturas a la fotografía, la charla a los chats, los libros a los e-books...

Y ganaron. Creo que nadie sabe muy bien por qué triunfaron, pero fue una ola por todo el mundo que eliminó la comunicación como se la conocía. Sólo unos pocos, quienes podían contarse con los dedos de las manos, tenían el honor de acceder a todo ello. Por un bien "mundial".

—¡Mira, mira, mira! —cantó mi hermana, sosteniendo en sus brazos una pila de hojas.

—¿Qué es eso? —pregunté, dejando mi novela de lado.

—Es mi investigación arqueológica, ¿recuerdas? Luego de meses, ¡la terminé! Y ya está lista para que la envíe a Wokipedia.

—Alto, ¿hoy vas a enviarle eso a Wokipedia para que lo acepten en su biblioteca?

—Exacto —sonrió con orgullo.

Busqué en mi bolsillo y saqué un papel doblado, el cual extendí a mi hermana.

—¿Les envías esto?

Me miró, algo ofendida por mi poca emoción. ¿Pero cómo culparme? Exactamente, hace meses llevaba emocionándome y ya lo había celebrado y leído miles de veces.

—¿Qué es?

—Debo hacer una tarea sobre cómo se vivía antes, pero en la biblioteca local no encuentro lo que necesito.

—Sabes que tardan unos tres días en enviarte la información —dijo, sacándome la hoja de mis manos.

—Tengo tiempo —la tranquilicé—. Es un trabajo para la semana que viene.

Arrugó su respingada y pecosa nariz.

—Confiaré en ti —espetó con su típica voz de reproche—, pero si te ponen mala nota, sabes que papá se enojará.

—Sé lo que hago —sonreí relajada—. ¿Irás al correo ahora?

—Más vale —respondió, colocándose su saco—. He esperado mucho por esto, y debe llegar impecable. En esta casa ¡podría sucederle cualquier cosa! Una... mota de polvo, que se doble una punta... —Tuvo un escalofríos— No, no, no puede pasarle algo así. Me voy ahora.

—¡Suerte! —La saludé con la mano mientras atravesaba la salida.

Volví a abrir mi libro, mas nuevamente me vi interrumpida por mi otro hermano, quien había bajado a tropezones la escalera junto al sofá. De un salto se sentó junto a mí y encendió la TV enfrente.

«No hay noticias nuevas. Todo está en orden. Faltan 04:27:52 para la Hora del Cuento» era lo único que decía la pantalla en blanco y negro.

—¿Qué te hizo creer que habría algo?

—Sólo quería saber cuánto tiempo faltaba.

—¿Usa el reloj?

—Necesitaba el tiempo exacto —aclaró como si fuera obvio.

—Tú y tus rarezas —pensé en voz alta.

Fue entonces que una canción que conocíamos bien comenzó a sonar por las calles. Ambos intercambiamos miradas, sonriendo, y al instante salimos, sin preocuparnos por nuestros abrigos.

Cuentos (por Masha A.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora