—¿Los has encontrado? —me preguntó Érica con interés.
—No —respondí—. Todo lo que hay en kilómetros son escombros y cadáveres de personas que no conozco.
—Genial —bufó con evidente malhumor—. Vayamos con los otros entonces, antes que anochezca. No sabemos qué se puede esconder en las sombras.
—Está bien.
Hace días que la guerra terminó, fue el peor apocalipsis jamás imaginado por cualquiera, todo había sido obscuro hasta en los días más soleados. Desconocía si habría algún sobreviviente lejos de "nuestro" territorio. Tampoco queríamos apartarnos demasiado para no perdernos.
Lo que buscábamos debía estar no muy lejos de allí.
Cada uno despertó por su cuenta, en diferentes lugares, rodeados de restos de lo que la ciudad había sido o de lo que la gente había sido. No tardamos demasiado en reencontrarnos y formar un grupo de búsqueda.
Fue como al segundo o tercer día cuando nos dimos cuenta que no estábamos solos, sin embargo no podría asegurar, ni en ese entonces ni ahora, que fueran humanos. Eran monstruosidades que merodeaban entre las sombras, las cuales nunca se mostraban con claridad, quizá buscando lo mismo que nosotros o quizá buscando comida. No lo sé.
Llegamos al campamento cuando el rojizo sol se ocultaba detrás de los destrozados edificios. Al menos la mayoría ya estaba allí, esperándonos.
—¿Y José?, ¿Joel?, ¿Ariel?... ¿El resto no está con ustedes? —preguntó uno con cara de preocupación.
—No, nosotros fuimos solos —respondí sintiendo un leve sabor amargo en el fondo de mi garganta. No quería preocuparme, pero su expresión no era de ayuda.
—Ya se hace tarde, y se alejaron bastante, por lo que sé —nos dijo otro—. ¿Vamos a buscarlos? Aún queda algo de tiempo.
—Es peligroso —advirtió una chica—. Si queremos ir no podemos arriesgarnos.
—Pero ellos están con nosotros —recordó Érica—. Y se alejaron por nosotros. Los agarrarán si están allí solos.
—¡Ey! —se escuchó a lo lejos. Al volver la mirada pudimos contemplar a Ariel y otros corriendo hacia aquí.
No se veían asustados, sino aliviados.
—¡Creí que no llegaríamos! —sonrió la recién llegada, mas luego de dar una mirada general al campamento se preocupó—. ¿Y José?
—Ah, ¿no está con ustedes? —pregunté preocupado.
—¿Lo ves por aquí? —preguntó con sarcasmo Joel.
—Pero ¡si se fue con ustedes! —exclamó Érica.
—Ajá. Sin embargo él quiso ir más lejos a explorar la zona. Dijo que intentaría volver rápido —se explicó Ariel.
—¿¡Y lo dejaste solo!? Sabes lo arriesgado que es. ¡Ese chico no piensa lo que hace!
—¡Es un soldado, sabe lo que hace! —contraatacó ella.
—Era un soldado —murmuró Érica con evidente malhumor.
—Vamos a buscarlo —dije, sin embargo Joel me detuvo:
—El sol ya no está. Deberá arreglárselas él solo. Iremos mañana.
Dudé unos segundos, no quería abandonar a mi amigo, pero acepté. La noche fue lenta y silenciosa, todos alrededor del fuego, rogando que nuestro compañero volviera. Habíamos jurado que no perderíamos a otro más, ¿y ahora?
Apenas salían los primeros rayos del sol oímos los gritos alegres de José llegando a trote, sin embargo se detuvo a medio camino diciendo que teníamos que ir. Titubeamos pero lo acompañamos, unos pocos, mientras otros seguían la exploración.
—Los encontré —anunció de camino a nuestro destino.
—¿¡De verdad!?
—¿¡Dónde!?
—Ya lo verán.
Llegamos finalmente a un tanque de guerra un poco abollado y sucio que tenía la mitad de su cuerpo enterrado. Nos metimos uno por uno y los vimos.
—No puedo creerlo —murmuré con mis ojos abiertos de par en par.
—Vamos, hay que sacarlos y enterrarlos —sonrió Joel.
Cada uno se encargó del suyo; los dejamos apoyados mientras hacíamos los huecos en la tierra y finalmente los colocamos a cada uno en su lugar.
Me contemplé a mí mismo: pálido, con los ojos mirando a la nada, sin vida, aún llevando mi uniforme sucio y manchado de sangre.
Terminamos de enterrar nuestros cadáveres, nos despedimos con un "nos vemos luego en el otro lado" y nos fuimos.
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Cuentos (por Masha A.)
Conto¿Te gusta la ciencia ficción y la fantasía? Entonces acompaña a los protagonistas de estas pequeñas historias en sus aventuras por el pasado, el presente y el futuro de San Benito. ... Bienvenidos a este pequeño rincón donde comparto lo que escrib...