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- ¿Que te ha dicho? *Preguntó preocupada Edith, al verlo salir de la habitación*

- Nada, no sabe que es. *Su voz estaba tomada por la angustia*

Drake miró a Edith, y vio como se abrazaba ella misma, del frío que tenía.

- Normal que tengas frío con ese vestido y que aquí tienen que tener el aire puesto. ¿Quieres que te lleve a casa?

- No, si no tengo tanto frío. Debemos estar con el niño.

- Yo debo estar. *Dijo abrazándola fuertemente* Van a hacerle pruebas.

- Se te nota preocupado en la voz, pero no un poco, si no mucho. Pero no lo estés, piensa en positivo, verás que todo sale bien.

- No es tan fácil. *Besó la frente de su rubia, y suspiró apoyando su barbilla en la cabeza de ella* Algún día lo entenderás.

- ¿Ahora por que no?

- Por que no tienes hijos.

- Pero igual, no quiero que tenga nada malo el pequeño.

- ¿Vienes? *Dijo aflojando el abrazo*

- ¿A dónde? *Lo miro y encontró unos ojos llenos de preocupación, angustia, dolor y lágrimas*

- A desayunar a la cafetería de a bajo. *Dijo sin tener apetito, pero necesitaba salir de ese pasillo, sentía una opresión muy grande en el pecho*

- Hijo, no quiero entrometerme, pero ve y que se cambié tiene frío, aparte necesitas salir de aquí. Te conozco hijo, yo estaré aquí, soy la abuela.

- Lo sé, se que eres la abuela, pero...

- ¡Shhhhhh! Soy tu madre, así que arrea. A parte en quince minutos llega tu padre, así que haz lo que te digo.

- Está bien madre. Vengo ahora.

- Venimos. *Le corrigió*

Se montaron en el coche, y condujo hacia la casa de ella. Eso si antes pararo a comprar unos batidos de chocolate y un paquete de filipinos. Los cuales le estaba dando Edith, casi ahogándolo.

- Edith, come tu. Me vas atragantar. *Dijo con la boca llena, casi costaba entenderlo*

- Toma lo que queda de batido. *Le metió la cañita en la boca* Verás que ya no te ahogas.

- Vale cariño, no soy un crió, ya no quiero más.

- ¿Tu madre sabe?

- ¿Lo que? *Le echó una mirada breve*

- Lo nuestro.

- Se ha quedado en la parte de que me gustas. Le cuento todo a mis padres. Desde que te vi, ellos saben todo, todo, todo lo que me perecistes, lo que sentía, y todo eso.

- ¿Que sentías?

- El día que te presentastes en clase, ganas de salir a tomar algo y conocerte más. Tu vestimenta pasota me llamaba la atención, tus palabras, cuando hablabas de tus gusto me hacía interesarme por ti. *Entró en la calle de ella* Luego cambiaste y tus razones me parecieron un gesto hermoso, pero quería que volviera la chica única, no la común. Y debo reconocer que este cambió me gusto más, una mezcla, me encanta que equilibres las cosas.

- ¿Cuando te gusté? En plan novios digo.

- Cuando hablamos la primera vez, fuera de la clase. El día que me enoje tanto contigo como si me pertenecieras.

- Bueno antes no, pero ahora sí. Ahora soy toda tuya.

- Las personas no son de nadie. *Aparcó el coche*

- Pero, yo quiero que seamos, ¿como se dice? Uno para el otro, o algo así. Ósea, tu mío y yo tuya.

- Ve a cambiarte, voy a llamar a mi madre. Te espero en el auto.

- Vale, no me asustes como a noche.

EL CAMBIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora