Capítulo 12 "Humillación"

9 2 0
                                    

—Tengo clase, yo me tengo que quedar — le digo deteniendome a mitad de las escaleras.
—¿Y tu mochila?

Rayos.
Volteo a ver a todos lados para ver donde la dije, es la tercera vez que pierdo mi mochila, siempre la encuentro.

—La he de haber dejado en él pasillo principal, voy a ver— me subo rápidamente y entro de nuevo, donde ya casi todos entraron a sus respectivos salones.
Mi mochila, mi mochila, mi mochila ¡mi mochila! Ahí esta, ah pensé que se la habían robado. Camino hacia mi casillero donde en él piso esta mi mochila, mi amada mochila.

—Oh aquí estas, pensé que te había extraviado —digo al levantarla y ponerla en mi espalda.
Ahora me toca química, la que mas amo y comprendo, bueno no hay una que no comprenda pero simplemente amo la química, y todas las ciencias naturales, las sociales las detesto porque la mayoría o creo que todas significan estar con gente y yo detesto estar con mucha gente, es gracioso pero  así es.

Entro al salón, donde no veo a nadie conocido y tampoco veo a la profesora, y como me gusta mucho esta clase, pues no lo dudo dos veces y me siento al frente. Al parecer a todos los profesores en este lugar les encanta llegar tarde, es una ventaja y desventaja para mi.

—¡Hola!— una voz me hace sobresaltar. Me volteo.
—Amber, que gusto.
—Me sentaré a tu lado—baja sus cosas y se sienta.
—Aún traes él brazo vendado—le digo al ver su brazo, ella voltea hacia este.
—Si, aun no sana, no puedo creer lo que hize ese día, pero bueno.

La analizo completamente, hasta dar con un tatuaje en su cuello, un ave. Un ave que esta muy bien dibujada.

—Eso te recordara a que nunca debes volver a tomar—le digo a Amber— ¿Que aquí todos los profesores llegan cuando se les antoja?
—No. Bueno si pero tardan menos de ocho minutos.

Al menos es así, y no tardan tanto tiempo, pero de todos modos no me importa mucho porque ya es venir a escuchar lo que yo ya se.
Todos aquí dentro están riendo y algo me dice que se porque es así, ¿A donde se habrá ido Ian? ¿Estara en clases? Las dudas sobre si tendrá pena o no de su color son muchas. Es una pena que  no lo este viendo ahora, mi obra maestra. 

***

—Oh rayos— me digo al darme cuenta que se me cayeron los libros que traía en los brazos.
Me agacho a recogerlos. Pero al intentar recoger él último él pie de alguien me lo impide.
—Mira, ni tuve que pedírselo —le dice a uno de sus amigos, yo sigo mirando al suelo agachada.
—Quitate Ian—el quita él pié, cogo él libro y me levanto.

Los cuatro, Ian y sus amigos están frente a mi, y puedo ver perfectamente cono todos me miran con repulsión.  Pero yo sólo me empiezo a reír a causa de la pantera rosa que esta frente a mi.

—¿Es ella?— le pregunta uno a Ian.
—Si, nuestro nuevo juguete— le contesta Ian. Yo cierro mis puños y los aprieto.
—Carajo Ian tu nunca aprendes— le digo yo— antes muerta que hacer lo que tu digas.

Tira mis tres libros de nuevo, como? No se pero lo hizo. Vuelvo a apretar mis puños a causa del coraje.

—Levantalos— me dice él. Y los demás ríen—ahora.
—Nos vas a dar tantas causas de reír — dice uno.
—¿Cuál es tu nombre?— le pregunto al que dijo eso.
—Xavier— me contesta todavía entre risas burlonas.
—¿Y tu?— le pregunto al chico a su lado.
—Thomas— contesta de la misma manera.

Al último no le pregunto porque se que es Luis.

—Dinos tu nombre — me dice Thomas— y recoge de nuevo eso— señala los libros en él cesped. Al parecer los cuatro son iguales, les encanta que la gente este como ellos quieren y no de buena manera.
—No quiero— le digo, en mi voz se refleja él enojo.
—¿A no lo vas a hacer?— dice Ian. La verdad es que ellos si logran darme miedo, la manera en que me tienen casi rodeada es muy horrorosa y todos son demasiado intimidantes. Pero yo nunca muestro mi miedo.

Lo que no saben es que son libros de 450 a 500 paginas, y que un golpe de estos podría causar un hematoma muy grande en su rostro. Yo me agacho y puedo ver como todos sonríen seguido de una fuerte risa burlona.
Yo sonrío, levanto cada uno.
Cogo él mas grueso y grande y lo lanzo rápidamente al rostro de Ian. Las risas entre ellos desaparecen, siendo intercambiadas por una expresion de sorpresa.

—Eso dejara moretón, pero no te preocupes porque él color rosa en tu cara hará que no se note— la furia en él rostro de Ian es tan notoria— Ahora, Imbéciles, alejense de mi, no les convengo. Largo de aquí, sino quieren otro rostro moreteado entre ustedes— ellos por alguna razón me hacen caso y se van pero con mucha dificultad y casi casi jalando a Ian, aunque logro escuchar como uno de ellos dice "perra", Xavier.

Una vez que se alejan, voy hacia donde esta él libro que lancé y lo recogo por tercera vez.

—Perdoname por lanzarte a ese horrible mounstro— le digo al libro.

De verdad no logro procesar como pueden ellos ser tan imbéciles con la gente, y aun peor como puede la gente hacer lo que ellos digan, y es que en realidad no les convengo para nada en nada. Porque si alguno de ellos se atreve a hacerme algo, juro que sufrirá demasiado.
Aunque si note que Luis no se divirtió del todo y que se río un poco cuando golpeé a su amigo, por alguna razón pienso que él no encaja entre ellos, pero lo dudo porque también se río y burlo de mi, así que él esta en mi lista negra.

Me voy caminando hasta él edificio de las habitaciones.
Caminar por aquí es muy agradable y mas cuando todo esta rodeado por árboles y plantas.

Aunque no los he visto y me agrada que así sea, si me preocupa él hecho de que no se donde carajos están Jason y Dylan y mucho menos me han mandado un mensaje para saber si estan bien o si yo estoy bien. Ya oficialmente no les importo, bueno creo que exagero pero casi casi así son las cosas.
Y eso me recuerda a que yo ya me olvide de mi papá, le voy a marcar.

Saco mi celular y marco al número de mi padre.

—¡Lindsay! Hija ¿cómo has estado?— su voz suena emocionada.
—Bien pa, muy bien ¿y tu?
—Triste porque mis dos hijos me dejaron, ¿te diviertes por allá? ¿ya hiciste una de tus bromas a alguien?
—Si papá pero esta persona si se merecía la broma, y creo que tengo problemas con él y sus amigos.
—Nada que mi hija no pueda resolver— me dice, a lo que yo sonrío.
—Esta vez si me da miedo pero si tienes razón, nada que no pueda resolver. Papá te quiero mucho.
—Yo también mi niña, falta una semana para que vengas. Es muy divertido no tener hijos que me estén molestando— él ríe.
—¡Papá!
—Es verdad pero aún así  me siento vacío sin ustedes aquí.
—Llevo tres semanas fuera, no tres años— le digo.
—Hija me tengo que ir a una junta, hablamos luego.
—Si...

Él cuelga. Extraño tanto a mis padres, pero debo admitir que también es muy divertido que no me estén regañando por cada locura que hago.

Conmigo ¡ni lo pienses!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora