7· "Aquel pueblo sólo seria un tránsito"

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La idea de Aquelo comenzaba a gustarme más. Más que la primera vez que la escuché... un Paraíso escondido entre las montañas que solo jóvenes podían ver. Sonaba original. Un poco por esto y otro poco por curiosidad, le confirmé aquella tarde en el galpón que lo acompañaría al día siguiente. «Si fuera una tontería tampoco sería tan malo, nos divertiríamos paseando...» pensaba.

Aquelo se había marchado veinte minutos antes. Por mi parte, presentaba todas las cosas que podría necesitar y las colocaba sobre la cama. Me preguntaba si debía llevar algo para leer. Tomé la revista de cómics y las coloqué en mochila. Hice lo mismo casi con la totalidad de las cosas. Allí en la cama brillaba el grabador de voz, que tenía baterías nuevas. Lo había dejado para el último. «Podría necesitarlo». Lo coloqué en la mochila.

Pese a la liviandad con la que me estaba tomando el asunto externamente, me sentía un poco ansioso por lo que nos esperaba

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Pese a la liviandad con la que me estaba tomando el asunto externamente, me sentía un poco ansioso por lo que nos esperaba. A pesar de que el otro pueblo se encontraba relativamente cerca, no conocía de allí a nadie personalmente. Solo dos veces recordaba haber ido. Ambas con mi abuelo. Siempre me quedaba en la camioneta, por lo que nunca tuve la oportunidad de hablar o conocer un lugareño, sencillamente los veía andar errantes, generalmente por el medio de la calle hacia algún lugar. No es que en mi pueblo no hubieran de andar errante sino que ni una cara que allí veía se parecía a cualquiera que haya visto antes. Eso generó una impresión profunda en mí. Un sentimiento de lo desconocido.

En suma, era por decirlo de alguna manera, un lugar inexplorado para mí. No tenia idea quien era peligroso y quien no, o con quien podías entablar una conversación segura, por lo que debía ir preparado si no quería tener ningún imprevisto que terminara por arruinar el plan que Aquelo había planeado tan meticulosamente. De todas formas, aquel pueblo sólo seria un tránsito; nos quedaríamos allí poco tiempo: entrada la noche asistiríamos al Edén de la Juventud, donde según Aquelo, habían camas improvisadas tendidas en el suelo para quienes llegaban exhaustos y deseaban descansar.

AQUELO y el Edén de la JuventudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora