5· "Dolorido, supuestamente por haberse caído en bicicleta"

56 11 1
                                    


Mi amigo era un chico poco frecuente que como yo, prefería quedarse escuchando música o leyendo algún libro interesante, por ello llegaba tarde casi siempre. Incluso a mi me visitaba pocas veces. Contadas ocasiones lo verías recostado en el sillón en el que solíamos hablar, contando alguna de aquellas historias que sacaba de la manga.

Algunos niños —no su mayoría—, eran crueles y malvados. ¡Cuanto! Un día de campo y excursión no era otra cosa que ir a matar lagartijas, reventar huevos, destrozar nidos, usar la gomera para herir a la mayor cantidad de animales, y más crueldades. Y en el pueblo solo verlos venir en pandilla casi siempre significaba una sobresaliente paliza. Pero era peor aún que por aquel entonces todo aquello se encontraba normalizado. Algunos padres o maestros decían que eran actos de hombría, y por tanto, no defenderse era un acto de cobardía. Se imponía entonces la ley del si te dan dos, le das cuatro lo que terminaba en luchas exponenciales en el que el débil o menos preparado era el vencido al caer inconsciente sobre la tierra.

Aquella vez que Aquelo llegó a mi casa dolorido, supuestamente por haberse caído en bicicleta, se animó a contarme más tarde que en realidad había sido asechado en el baldío por una de las banditas de chicos y que lo hicieron caer de la bici y le ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquella vez que Aquelo llegó a mi casa dolorido, supuestamente por haberse caído en bicicleta, se animó a contarme más tarde que en realidad había sido asechado en el baldío por una de las banditas de chicos y que lo hicieron caer de la bici y le dieron un escarmiento. Lamentablemente para él, no los pudo esquivar porque venia mirando —que tontería—, unas botellas de vidrio, que alguien había apilado formando una especie de cerca de botellas. Esta clase de eventos que le sucedían, como a mí, fueron los que en el fondo nos fueron uniendo cada día más hasta que eventualmente nos hicimos buenos compañeros. Con el tiempo nos dimos cuenta que compartíamos también gustos parecidos y eso nos convirtió no solo en conocidos, sino en grandes amigos.

AQUELO y el Edén de la JuventudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora