Capítulo 26

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Decidieron esperar a la noche para ir al bar y durante el día buscaron un hostal pequeño para no llamar la atención. Lo encontraron después de toda la mañana buscando y después de haber discutido con el dueño (no se fiaba de ellos ya que iban con el rostro tapado) y de haberle pagado el doble de lo que las habitaciones costaban, los siete estaban en una habitación algo grande, de paredes desconchadas, con una cama pequeña, y un tocador de madera viejo. El color de las paredes estaba desvaído. A los pies de la cama había un baúl viejo. Había solo una pequeña ventana que iluminaba la habitación. Olía a suciedad, polvo y orina y se podía oír los pasos de las cucarachas.

Natsuki y Eileen estaban sentadas en la cama y miraban la habitación con una mezcla de asco y miedo, Sybil estaba apoyado en una pared, Diana en el tocador y Sophie daba vueltas.

-¿No había nada mejor?- dijo Eileen.

-Mejor que dormir al raso, ya es.- le contestó Sybil.

-A ver, he pensado que esta noche vayamos Diana, Sybil y yo al bar.-propuso Sophie.

-Estoy de acuerdo- dijo Diana.

-Secundo la moción- comento Sybil.

-¿Y que pasa con nosotras?- pregunto Natsuki.

- os quedáis aquí- respondió Diana.

-¿En este cuchitril?- se quejo Eileen.

-Este cuchitril es el lugar más seguro para vosotras, os recuerdo que sois bestias- Dijo Diana.

-Sybil también lo es.- Natsuki señalo al susodicho con una mueca de molestia.

-Al contrario que vosotras, se esconder mi esencia.- Natsuki retiró la mano y se mostró algo disgustada.

-¡No es justo!- exclamó Eileen- ¡vamos a buscar a mi hermano!

-¡Eileen, ya basta!- dijo Sophie, severa.- Este es el lugar más seguro para vosotras dos y no os vais a mover de aquí.- Natsuki y Eileen bajaron la mirada.

-Bueno, asunto arreglado. - Sybil se acerco a la puerta- ¿vamos?

Diana y Sophie cogieron sus armas y siguieron a Sybil. Natsuki y Eileen se quedaron solas. Natsuki se levanto de la cama y se sentó en el tocador. Eileen resoplo.

-¿Y ahora que hacemos?- pregunto la rubia. Natsuki sonrió de medio lado.

- Tengo una idea.

-Tus ideas nunca son buenas- dijo Eileen.

mientras...

Diana y Sophie seguían a Sybil por los oscuros, estrechos y sucios callejones de la ciudad. Sophie miraba a su alrededor asqueada.

-Hasta el bosque estaba más limpio.- comentó Sophie.

-Sophie, calla o nos descubren- dijo Sybil serio. Sophie le lanzó una mirada asesina pero no volvió a decir una palabra.

Después de unos minutos llegaron a una escalera que bajaba hacia el subsuelo.

-Tapaos las dos, estáis en busca y captura, mejor tomar precauciones. -les ordenó.

-Ya lo sabíamos, no somos idiotas- respondió Diana. Sybil sonrió de forma traviesa.

-Mas os vale a ambas.- Diana y Sophie se taparon el rostro con la capucha, lo suficiente como para que sus ojos peculiares no se viesen. Después, bajaron las escaleras y llegaron a un tugurio aún más sucio que el cuartucho que habían logrado alquilar. Por el suelo de madera había desparramados toda clase de líquidos y sustancias, las paredes de piedra estaban cubiertas de carteles de "se busca". Las mesas y sillas estaban desparramadas, algunas rotas. En aquel bar había toda clase de criaturas, desde humanos, hasta bestias, pasando por elfos, duendes y hadas; todas ellas con pinta sospechosa. Diana y Sophie reconocieron algunos como los malhechores que ellas mismas habían vencido y encarcelado. Se miraron alarmadas. Si alguno las descubría, seguro que querría vengarse.

Sybil se dirigió a la barra, donde un camarero fornido con un parche en el ojo estaba limpiando un vaso.

-¡Sybil! Que alegría verte, amigo- el camarero le saludo alegremente.

-Estoy buscando información.

-Mmm... Ya veo, ¿que clase de información?- pregunto el camarero.

-Sobre el castillo. - el camarero se puso más serio.

-Sabes que toda información tiene un precio- Sybil le dio unas monedas de plata y el camarero le señalo un hombre entrado en años con unas cañas atravesando su moreno cabello.

-Es un ex-militar de la reina, sabe más que nadie de aquí sobre el castillo. Sybil se separo de la barra y se dirigió hacia ese hombre seguido de las dos jóvenes.

- Vaya, vaya, parece que está no che tendré compañía.- Dijo ese hombre mirando a Sybil.- Uy, que tenemos aquí, dos hermosas mujeres.- exclamó al ver a Diana y a Sophie. Los ojos del ex-militar parecían cansados, al igual que su rostro surcado con unas pocas arrugas.

-Necesitamos acceder al castillo.

-¿Para que dos damas de noble familia necesitan entrar clandestinamente en el castillo?- Sybil le miro amenazadoramente.- no te pongas, así cachorrito, su porte las descubre.- Sybil apretó los puños. Y al ver la tensión de la situación, Sophie le agarro el puño.

- Eso es asunto confidencial.- Dijo Sophie, con la mala suerte de que Se le escapó un mechón.

-Vaya, rubia, ¿la otra no será morena, por casualidad?- Dijo mirando a Diana. Sophie, se alarmó, pero antes de que hiciese nada, Diana le apunto en la garganta con su espada plateada.

-Danos respuestas y no hagas preguntas, si no quieres morir.- Estás palabras hicieron sonreír al ex-militar.

-Vaya, una mujer con agallas. Esta bien, os ayudaré.




los guardianes de los elementosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora