JUEGO 8

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— ¿Qué es esto?—le pregunté al camarero en cuanto dejó frente a mí un plato con un líquido verde con una raya blanca en color blanco. Parecía más bien un cuadro que un plato.

—Sopa de berros y aguacate, señor—respondió el hombre mientras sacaba otro cuenco y lo ponía frente a Lip. Yo me eché hacia atrás instantáneamente.

Comenzó a revolvérseme la barriga y puse mala cara. Lip me miró de reojo, yo a él con cara de preocupación. No podía comerme eso, comenzaría a vomitar ahí mismo.

—Es muy verde, por favor que me traigan otra cosa—dijo Lip sorprendiendo a todos—. ¿Tú quieres otra cosa cielo?—me preguntó, yo me quedé tan blanco como el mantel—. Sí, seguro que sí.

—Señor es un menú cerrado—se excusó el camarero.

—Pues ábrelo—ordenó Phillip de una manera muy fría. Luego miró fijamente a Alejandro y levantó una ceja. Alejandro puso los ojos en blanco.

—Sí, parece baba de caracol, yo prefiero no comerme eso, no tiene buena pinta—sumó su amigo con cara de asco.

—Agg, es verdad, yo tampoco quiero—apostilló Jerry a mi lado echando el tazón de sopa hacia delante.

—Lo siento señor—se disculpó el camarero lleno de vergüenza. Retiró mi tazón y el de Lip. Los demás camareros siguieron sirviendo aquellos cuencos llenos de sopa verde—. Veré que puedo hacer.

—Por favor, nada líquido—pidió Phillip antes de que se marchara.

— ¿A qué se debe este numerito Phillip?—le reprochó el señor Steig adelantando la cabeza por delante del cuerpo de Lisa. La mujer parecía incómoda.

Yo me puse las manos en la cara para intentar esconder la vergüenza que sentía. Todo aquello era por mi culpa. Por la animadversión que yo le tenía a la sopa.

—He hecho un viaje de tres horas, drogado en un avión para poder estar aquí padre, no tengo el estómago para sopa verde—respondió Lip a su padre sin apenas mirarlo.

El señor Steig bufó y se dejó caer sobre su asiento mientras todos retomaban sus antiguas conversaciones. El camarero regresó y le susurró a Lip algo al oído. Mi novio asintió y el chico se marchó a toda prisa.

—Gracias—susurré sin poder mirarle de la vergüenza que sentía.

Lip acercó sus labios a mi oído y me susurró.

—Me lo agradecerás mejor esta noche—luego me dio un beso en la mejilla y le prestó atención a su madre que le tiraba de la manga de la chaqueta.

— ¿Vas a decirme a mí la verdad?—le preguntó la mujer a su hijo—. Ya no eres un niño, ¿Qué ha pasado?

—Romeo odia la sopa, le da asco—soltó Lip haciendo que yo me hundiera en la silla.

Lisa adelantó el cuerpo y me miró fijamente. Ya estaba, su simpatía se iba a acabar en aquel instante.

—Cielo, Debiste decírmelo—dijo la mujer riendo. Ups, pues no, ahí estaba otra vez su simpática sonrisa.

—Mamá, ¿cómo iba Romeo a saberlo?—añadió Lip.

—Es cierto, lo siento mucho Bay—se disculpó la mujer tendiéndome una mano.

—No, discúlpame tú a mí por el numerito que se montó por mi culpa—le dije.

—No pasa nada—la mujer me besó la mano con cariño y luego me la devolvió.

El resto de la cena pasó más o menos con calma. Algunas veces Charly intentaba llamar la atención de mi novio, cosa que me ponía furioso, pero lo Lip lo ignoraba y le respondía con palabras vanas, y aquello me alegraba al instante. La cena desembocó en un baile de música un poco más animada y barra libre.

Los segundos Juegos de BayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora