EPÍLOGO

1K 77 3
                                    


Felicidades cariño—Lisa entró en el cuarto de Lip mientras yo terminaba de abrocharme los puños de la camisa. Se acercó rápidamente y me besó en la cara.

Ya era veintisiete de Enero, había pasado un mes desde la pedida y Lip había organizado la fiesta de compromiso para ese día y el apartamento del Harbour estaba lleno de gente, al igual que en su pasado cumpleaños.

Phillip salió del vestidor con un paquete en la mano y lo dejó sobre la cama, luego se dirigió hacia su madre y la saludó en la cara.

—Esto es para ti—dijo cogiendo el paquete y mirándome con los ojos brillantes—. Feliz cumpleaños.

Lo había echo aposta, había echo que coincidiera la fiesta de compromiso con mi cumple para poder hacer algo así.

—Venga ábrelo—me instó mi suegra más entusiasmada por aquello que yo mismo.

Sonreí con falsedad y retiré el papel del envoltorio. Era una agenda electrónica. Su madre negó con la cabeza decepcionada.

—Gracias—la dejé encima de la cama y le besé en la cara.

—No se las des aún, es para tenerte controlado—dijo ella a modo de disgusto con su hijo—. Os veo en el salón, no tardéis, ya hay mucha gente.

—Gracias por tu apoyo madre—se quejó Lip—. Ahora tendremos una discusión por tu culpa.

La mujer le sacó la lengua como una cría y salió de allí, haciendo resonar los tacones sobre las losas del suelo.

—No, que va—disentí yo, levantando los puños para que el chico me ayudara a terminar de ponerme los gemelos.

— ¿Ah no?—preguntó mientras hacía lo que le pedía.

—No, no me apetece discutir, hoy no—me acerqué a por la chaqueta, terminé de vestirme y luego salimos del cuarto hacia el salón.

Había mucha gente. Nuestros amigos, nuestras familias, algunos socios y clientes de Lip, amigos de mi familia, amigos de la suya. Mi equipo de la revista. Miranda y Jordan. Había más gente de la que me hubiera gustado.

—Cariño que guapo estás—mi madre se tiró hacia mi cuello y me abrazó con fuerza, luego se separó y me besó en la cara repetidas veces—. Feliz cumpleaños.

—Gracias.

Me separé de ella entonces para darme cuenta de que estaba llorando. No lo hacía desconsoladamente, si no que resbalan por sus mejillas sutilmente.

— ¡Mamá!, ¿Por qué lloras?—le pregunté desconcertado y mirando a todos lados. Nadie nos miraba por suerte, Lip se llevaba toda la atención.

—Es que aún no me puedo creer que esté pasando esto—se le rompió la voz y me abrazó de nuevo—. Mi pequeño, comprometido y apunto de casarse.

—Pues como lo digas con ese entusiasmo no me caso—le dije entre risitas, luego me retiré y le sequé las lágrimas mientras ella también sucumbía a la risa.

Me cogí de la mano de mi madre y me dispuse a saludar a todos los presentes que me felicitaron y me abrazaron por turnos. Bonnie me regaló una pulsera de cuero con una estrella de metal.

—Gracias, no tenías por qué molestarte—le dije. Mi amiga me dio un codazo y yo grité un poco mientras ella me reprendía con la mirada, como diciendo "no hay de que".

—No sé si será de tu talla—me dijo Logan mientras me tendía una caja pequeña. La abrí de inmediato y me quedé horrorizado. Estaba claro que su sentido de humor tan peculiar no iba a cambiar nunca. Era un consolador.

— ¿Es en serio?—pregunté molesto, cogí la caja y la tiré al suelo, luego la empujé disimuladamente con el pie debajo del sofá—. Esta aquí la familia de Lip, mis suegros—le di un manotazo al chico en el hombro mientras él reía.

Lip había contratado servicio para aquella noche, por lo que paré a un camarero y le cogí una copa de vino. Yo no bebía, pero por una noche...

—Gracias a todos por venir—interrumpió Lip a todos, minutos después haciendo sonar su copa—. Para Romeo y para mí es un placer poder compartir con todos vosotros, nuestros seres queridos, una felicidad tan grande como es la próxima celebración de nuestro enlace.

Cogió un poco de aire, me agarró de la mano y continuó. Ahora sabía por que era tan rico y tan buen empresario, tenía una labia increíble y una forma de hablar abrumadora. Convencía con solo abrir la boca.

—Pero sobre todo quería dar las gracias a mis futuros suegros por traer al mundo, un día como hoy, a un ser tan maravilloso como es mi futuro esposo. Te quiero Romeo, y feliz cumpleaños.

Lip levantó la copa y todos brindamos por sus palabras, luego todos se giraron hacia mí, como si yo tuviera la obligación de añadir algo más.

—Bueno—comencé nervioso—. Yo también te quiero futuro esposo—dije con ironía y un poco de sorna. Todos rieron mientras yo me encogía de hombros sin saber que más decir.

Lip me dio un beso en la mejilla y terminó con un momento tan incómodo como ese.

— ¿Qué es lo que has metido debajo del sofá?—me preguntó entre dientes y sonriendo.

—Un regalo de Logan—admití con vergüenza.

— ¿Qué era...?—insistió dibujando una sonrisita.

—Un consolador—murmuré. El rió a mi lado como si ya se lo esperara.

—Lo usaremos luego—dijo mientras me daba una leve palmada en el culo y se echaba hacia atrás para mirarlo. Yo puse los ojos en blanco y fruncí el ceño—. ¿Qué?, un regalo es un regalo.

Me mordí la lengua y me dispuse a disfrutar de mi fiesta de compromiso, escuchando y participando en las conversaciones de nuestros invitados. Al final no estuvo tan mal, vernos a Lip y a mí arropados por toda la gente que nos quería en un momento como ese, fue realmente agradable. Un rato después uno de los camareros sacó al salón una espectacular tarta de chocolate blanco con veintitrés velas doradas y encendidas encima de esta. Todos me cantaron la sintonía del cumpleaños y soplé las velas. Lip rió con Logan y Alejandro, yo pasaba de hablar con mi amiga a hacerlo con su familia y luego con la mía y luego con la familia de Lip, y así sucesivamente, hasta que un poco más de media noche todos se marcharon y nos dejaron a solas por fin.

—Esto debería ser ilegal—me quejé mientras me quitaba los zapatos sentado sobre el borde de la cama.

Phillip cerró la puerta del cuarto y se apoyó sobre ella.

— ¿Estás cansado?—me preguntó mientras me observaba quitarme el otro zapato.

— ¿Por qué?—le pregunté sabiendo lo que su pícara cara me estaba pidiendo.

—Por que yo te he dado un regalo de compromiso, y he pensado que quizás tú, me quieras tanto como para darme un regalo a mí—dijo con su particular voz provocativa.

— ¿Y en que estabas pensando?—pregunté yo riendo mientras me quitaba uno a uno los botones de la camisa.

—Espera aquí, voy a por cierto regalo interesante—dijo guiñándome un ojo.

Yo reí y me tiré sobre la cama con los nervios que siempre me provocaban sus juegos. Y me resigné, de todas formas me iba a casar con él y con sus pervertidos juegos.


Los segundos Juegos de BayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora